jueves, 4 de diciembre de 2014

¿POR QUÉ LEER A MARX?



Muchos, cuando oyen la palabra Marx, consideran que es algo así como una palabra demoniaca; pero se equivocan por desconocimiento. Si Marx volviera a nacer de seguro no sería marxista (sus seguidores no lo leyeron a su nivel). Posiblemente, si Jesús volviera a nacer tampoco sería cristiano. Marx hizo la crítica más lúcida, más audaz y más verdadera a la economía capitalista: dio de lleno en el clavo. Su teoría del valor-trabajo vivo (Leben arbeit) y del plus-valor ofreció la explicación clara del porqué, en un mundo que produce muchos bienes materiales, más el 85 % de la población es tremendamente pobre, el 14% rica, y el 1% tremendamente rica. Pero Marx es un Filósofo con mayúsculas. Cuanto más le leo y le comprendo más me parece que tenía razón. En un mundo donde la relación social productiva por excelencia es el "trabajo libre por cuenta ajena y dependiente", o donde unos son los que reciben ese trabajo y otros lo dan a cambio de un salario, apropiándose del trabajo autónomo de pequeños productores y comerciantes, a los que sangran con impuestos, mientras grandes compañías globalizadas hacen pingües beneficios ; en un mundo así hay dos clases sociales distantes la una de la otra y con intereses contrapuestos. En un mundo donde unos pocos se apropian de la naturaleza y de aquella segunda naturaleza que es surgida del trabajo y terminan acumulando el trabajo colectivo, es un mundo condenado al conflicto. Warren Buffet lo reconoció, y muchos grandes capitalistas lo reconocen: "claro que aún hay guerra de clases, y es la nuestra quien está ganando". Ese antagonismo se dispara cuando un gobierno, como en España, considera que la única clase digna de ser beneficiada por su legislación y que, precisamente, hace una legislación de clase. No debe de extrañarse que la clase perjudicada se organice y se encomiende a quien descubrió y nominó a ese conflicto: Marx. Así que no tiemblen cuando se dice esa palabra: Marx pensó la realidad social como ninguno y la desveló a los pobres y trabajadores; y como teólogo escribió una obra densa, prolija e inacabada que no ha tenido aún un digno sucesor de su nivel. Cuando una editorial como Gredos la tiene en su plantel de “Grandes Pensadores” es porque Marx, efectivamente, lo fue. Y aún no ha sido superado: grandes marxistas también le continuaron Walter Benjamin, Primo Levi, Hobsbawn, Gramsci… sin embargo ha sido tanta la propaganda realizada por aquellos a quienes denuncia que cuando hoy alguien habla de Marx le parece que es como poco el anticristo. Es cierto que los regímenes surgidos bajo su nombre, que son una excrecencia de lo que Marx anunció, han sido terribles; como terrible es el capitalismo, no lo olvidemos, que tampoco está libre de “pecado”: en defensa del capitalismo surgieron los nazis y en defensa del capitalismo Estados Unidos lanzó las bombas de Hiroshima y Nagasaki o en España se cometió un genocidio político que duró desde 1936 a 1976 (especialmente duro en la desconocida y terrible década de los cuarenta, donde los trabajos forzados, las penas de muerte y las perpetuas eran una realidad para una gran parte de la población, que vivía en un miedo atroz y en una tergiversación de la verdad aplastante), unas dictaduras brutales en Latinoamérica, y movimientos de liberación en el mundo pobre, excluido y oprimido sometido a una colonización . Pero Marx era grande y, además, tenía razón. Hay que leerle. Y no llevarse las manos a la cabeza cuando se pronuncia su nombre. Las clases existen y hay gobiernos que legislan solo para el beneficio de una de ellas. Así que no se rasguen las vestiduras.

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