jueves, 11 de diciembre de 2014

Platón II-Clases de Quintín Racionero. Platonismo y matematicismo.

Clase magistral del profesor Q. Racionero. Apuntes tomados de clase.

Platón es una de las cumbres de la historia de la filosofía y de la literatura filosófica universal. Platón, pariente de Critias - que ha intervenido en el régimen de los tiranos-, es también un desencantado de las tiranías –que aparece, en Platón, como el peor de los regímenes posibles; durante el periodo de los Treinta Tiranos, por ejemplo, había sicarios y se sacaba a las gentes de sus casas para asesinarlas-. El momento decisivo para Platón es el encuentro con Sócrates, precedido por el recuerdo y estudio de la física jónica. Sócrates era discípulo de Crátilo. No conoció a Anaxágoras, pero si conoció la Física jónica. No conoció a Demócrito tampoco, pese a ser contemporáneo de Sócrates, pues su obra se difundió tras su muerte. Platón rememora el discurso de los Físicos con una metáfora. Considera a éstos filósofos como una “primera navegación” de la Filosofía, que se caracteriza porque el discurso no puede ser el de los sofistas y retores, demócratas radicales, ni la de los conservadores, como Sófocles, que en la poesía establece un concepto aristocrático de areté; busca un lugar intermedio entre ese dilema de ambas postura, con una grave disquisición acerca de la paideia –o educación política y ciudadana-. Esa “primera navegación”, sentenciará Platón, es insuficiente. Piensa su obra como una diferente interpretación de la tradición filosófica que se le entrega. Sócrates, según Platón, habría culminado la “primera navegación”, arribada a la tierra firme, y puestas las condiciones para una “segunda navegación” que será por él emprendida: la propia navegación de Platón frente al problema planteado por la ciudad y ajustada a sus problemas. Posibilitada por Sócrates, protagonista en sus diálogos, es, sin embargo, una navegación platónica.

Esa segunda navegación, para entender el pensamiento de Platón, es necesario referirse a:

1) Platón adopta el punto de vista del concepto: como interpretación de la identidad parmenídea “ser igual a pensar”, pero alejada desde la perspectiva ontológica (el ser, en tanto que traduce la realidad), centrándolo, pues, en las leyes del razonamiento descubiertas por Sócrates (que son, pues, inducción y razonamiento). Platón sustituye la noción de “universalidad del ser” por la “universalidad del concepto”

Y

2) Aceptada la doctrina del concepto: Platón plantea la insuficiencia del concepto también (Sócrates) si éste no tiene referencias propias. Después de Sócrates –y que explica el fracaso de los diálogos “socráticos”- hay que tener en cuenta que para tratar “la realidad” tiene que tratar con conceptos, pero, paradoja, estos no se encuentran en la realidad. Así: la idea de Hombre, no se encuentra en la experiencia sensible el Hombre abstracto, sino hombres diferentes e individuales. Para defender el concepto y su doctrina tiene que haber un plano de referencia para que se ajuste ambas realidades: la realidad conceptual y la realidad sensible. La realidad no se cumple plenamente en los fenómenos y seres singulares (pluralistas), y que provoca la paradoja de Parménides, Ser, Uno y ente imperecedero, por un lado, y particulares o singulares y fenoménicos y perecederas por otro. Y los “fenómenos” no son el plano de referencia del concepto universal de la identidad parmenidea.

Otra manera de entender, en Platón, como “la segunda navegación”, es el plano ontológico. Él tiene conciencia de ello: en El Fedón dice que nunca se había hablado antes. Si el plano es en los seres individuales de la singularidad y la multiplicidad nos encontraríamos en la aseveración aporética de Gorgias: imposible de concebir, de comunicar y de conocer el ser o realidad de las cosas. Sin embargo, sobre la realidad fenoménica o natural o perceptiva de la singularidad hay otro plano de la realidad que cumple el ser de Parménides. Y comprendido sobre el mundo real hay otro mundo que es aún más real: es el mundo inteligible. Expresado metafóricamente como el “topos hiperurano”. El lugar más allá de las percepciones sensibles: visible a los ojos del espíritu y de las ideas; realidad inteligible. En ese plano, lugar, lugar donde se da el conocimiento científico y por necesidad: superación de las creencias (pistis) y de las opiniones (dóxa) y lugar de la ciencia o la episteme –conocimiento cierto- y que requerirá una nueva paideia: que no es ni de los dioses (tradicional) ni de los intereses de hombres (democracia radical y limitada conservadora).

Fijémonos en el plano inteligible: En el Fedón –texto central del pensamiento maduro y donde se sitúan los inicios de esa “segunda navegación”- Platón insiste que el plano inteligible se percibe no con la vista (experiencia), sino con el razonamiento, del logos, pero no por ello deja de verse, es objeto también de una visión. Por eso escoge el término idea (ver), lo visible o eidei: lo visible al logos, a la razón. Esa arribada a ese plano es costosa, trabajosa: Así lo muestra y proponen en El Menón, El Teeteto o El Fedro. Estos son primeros diálogos del nivel superior de los estudios académicos, que se ven ya con “lo real” y no solo con la interrogación de los “diálogos aporéticos” de los primeros escalones educativos en el plan de estudios (que aparecen en la República). Diálogos para estudios ya superiores: la pregunta trata de cuestionarse los instrumentos de la ciencia que da lugar al mundo inteligible y donde se da la ciencia (conocimiento verdadero) y su posibilidad. Es característica de Platón la incorporación del pensamiento anterior para que se integren a su sistema. Platón refuta a los anteriores, pero aun así los integra. Así, se plantea la existencia, según Platón, de “la opinión” y de “la episteme”. Afirmaciones que pueden chocar con otras afirmaciones (opiniones) en la conjetura o eikasía.

Es propio de la opinión dos formas del conocer criticables:

1) Eikasía: conjetura. De las opiniones no fundadas. Y estas chocan. No son demostrativas, no hay nada que las justifique. Es peligroso para la vida de la ciudad, característico de los que peroran en la plaza pero que no pueden probarse. (Si ocurre A, ocurrirá B, se mantiene como conjetura, eikasía, no como conocimiento) El precio a pagar, si la conjetura es falsa, es la derrota de la ciudad o la injusticia. No es válido, pues, y representa el método como tratan las cosas los sofistas o los rétores, aquellos que presenta hipótesis de cumplimiento cierto. Tampoco es posible, ni confundir, con el otro nivel propio de la opinión o “dóxa” de la

3) Pistis: la creencia, o creencia o educación religiosa, de la democracia conservadora; depósito de confianza en un enunciado que persuade una vez que se tiene una previa confianza en ello.

De ambos no se puede extraer conocimiento seguro. Asentimiento de la conjetura y creencia.

Sin embargo, gracias a las opiniones y creencias (eikasía y pistis) es posible la pregunta socrática y la mayéutica. Sin opiniones ni creencias no se podía haber avanzado en el camino de la verdad y de interpretación y contacto con la realidad y territorio de la ciencia y la fuente del conocimiento verdadero. La inteligencia puede despertar a la verdad en un proceso diferente. Precisa por una hipótesis fuerte: Las preguntas podrán desarbolar lo que no es correcto en las opiniones y creencias, por capacidad en el razonamiento de hacer ese descubrimiento, golpe maestro, giro, al descubrir la inexactitud de opiniones y creencias, mediante la anamnesis. La anamnesis se estudia en El Menón y El Teeteto. El recuerdo sirve para descubrir la falsedad de las opiniones y creencias. Queda expresado en el mito del auriga: Conocemos porque las almas antes de nacer habían visto los inteligibles. El alma va en un auriga con dos caballos: uno tiende hacia la tierra, otro al cielo; si cae a la tierra sufre un golpe y olvida el “mundo inteligible”, que debe ser recordado mediante las preguntas adecuadas, el arte mayéutica (parir) de recordar. El esclavo es llevado a descubrir por sí solo un teorema porque es conducido, pues, con las preguntas adecuadas. Recordad se constituye en una capacidad previa, a priori, no dependiente de la experiencia, ni de las opiniones y que produce y sirve el conocimiento. Conocer es reconocer, y lo que no es susceptible de reconocimiento es incognoscible. No estamos forzados a ser aquiescente con una opinión o creencia por un camino: mirar los acontecimientos bajo la óptica del reconocimiento y que el alma tiene de antemano en su recuerdo. Ese modo de ver “a priori”, que lo tenemos antes de nacer, eso es “el razonamiento”: mirar el mundo con ojos no físicos, sino de la razón. Visto desde la necesidad de la ley del razonamiento. Esto es lo que es objeto de anamnesis; visto de una forma que no admite confrontación discursiva, cuya negación es imposible: la definición socrática. Y eso se consigue mediante la diánoia: ver la realidad a través del nous en discursos encadenados. Analizar los elementos con logicidad, que se ejecutan mediante movimientos de la razón: y que es denominado como dialéctica. Un logos que se construye a través de la razón dianoética. Primero, con un momento refutatorio ascendente (fuentes empíricas de lo real) de diáiresis (análisis) de sus componentes para llegar a un momento descendente y constructivo, devuelta limpia de maleza. La dialéctica es el juego de descubrimiento del mundo inteligible, para conseguir el reconocimiento y presentándolo de la forma adecuada; no es un dualismo tal y como muchos afirman. Es verdad es que ese mundo reconstruido y limpio que procede de las opiniones y creencias y que se plantea como una reconstrucción enunciativa: un dualismo sobre lo verdadero, más verdadero, que tiene como objeto comprender lo real-sensible con lo real-conceptual, en la identidad parmenidea. La enunciación verdadera (inteligible); el mundo sensible de la realidad que se abre mediante las preguntas dirigidas, pero “que es”. El topos hiperurano debe ser comprendido con la metáfora de las dos líneas paralelas: como oposición entre “el enunciado” y “el mundo real”: en el mundo sensible se da la estructura del mundo inteligible, que es lo que hace comprensible lo sensible. No es una opción escapista: sino de reconocimiento de lo inteligible para explicación de lo real-sensible. Negar el mundo y presentar una escapatoria del mundo no es la estrategia de la episteme: Es otra la estrategia: una oposición dualista “enunciativa de la estructura inteligible” de lo sensible. El último escalón es la noesis, una visión, intuitivo, resultado final: intuición intelectual, o noema: visión de intelectiva de la estructura de lo real sensible. Una inducción que da el salto al “todos” y que no es objeto de la experiencia. Es el resultado del conocimiento dianoético, y puesta en práctica dialéctica, y que llega a un “mundo inteligible“ todo organizado y relacionado, unidad y jerarquía, una organización según orden, como estructura dinámica del cosmos sensible, una vez que se ha ejercitado la diánoia. Viene repitiendo el profesor Quintín Racionero. Esto también puede adquirirse de dos formas, además de con la dialéctica.

1) Adquirirse si las musas nos infunden la visión de lo inteligible ( pero, sin embargo, a-logos). La inspiración divina. Queda expresado en el diálogo El ión. Poseído por los dioses, entusiasmós (lleno de lo divino), mediante ritos, contemplación de la verdad y pleno de lo que realmente es. Es un camino que no depende de nosotros y se da pocas veces. El programa de la filosofía absuelve la religión mediante el razonamiento.

2) El de Eros, también a-logos. No requiere el razonamiento no precisa la bifurcación entre realidad y enunciado. Se está enamorado cuando en ese sujeto se experimenta la totalidad del ser y sin condiciones (haplós). Se consigue la percepción intelectual de lo inmóvil e imperecedero e inconmovible.

La pregunta es simple: ¿Cómo conectar el mundo del enunciado con el mundo de la realidad? 

El problema de mímesis (imitación) o de la méthesis (participación). Mediante “narración ilativa paratáctica”: no obtenemos conocimiento o episteme. No es describir todo, sino como se modeliza. Aplicar “el enunciado” a lo “real sensible” y reproduzca lo real sensible. Que lo sensible se ajuste a lo inteligible y subordinado a él, con las nociones que incorpora Platón. Y las explica en las agrapha dógmata (doctrinas no escritas, últimas dos cursos en la Académia). Cuando se haya practicado la dianoética del diálogo de los lógoi que se enfrentan: y que se corona en la oralidad como único lugar de la comprensión de lo real sensible por conocimiento del “noema”. Aplicar el mundo inteligible al sensible: objeto de las doctrinas no escritas en Platón. En vida de Platón se escribieron en notas –entre alumnos de treinta y cuarenta años- una explicación del mundo sensible, el momento de explicación del mundo eran las doctrinas orales, muchos testimonios se han perdido, y fueron muy importantes para cerrar la explicación platónica. La Escuela de Tubinga después de la guerra mundial (contrarrestados por la escuela de Milán –Giovani REALE) han reiniciado los estudios de esa parte. La distinción entre mundo sensible y mundo inteligible de los enunciados se produce un “horismós” (abismo, distinción, apertura) de las cosas como aparecen y las cosas ya enunciadas para ser comprendidas. En partes exotérica y esotéricas: el mundo sensible es una copia del mundo inteligible, que puede ser expresada por la explicación: las ideas inteligibles y su estructura jerárquica se refleja como ejemplares sobre un espacio físico en movimiento y con densidad y con tamaño: el mundo sensible es el que se aparta y lejano y difícil de entender. La participación de la realidad aparece refractado (méthesis) en espejos rugosos, donde en cada ser se encuentra la explicación del ser universal y necesario (las sombras de la caverna, que no son comprendidas intelectivamente, sino solo sensiblemente). El mundo inteligible es un mundo organizado: en él se encuentran los principios de unidad y de diversidad. Lo Uno (con el significado de un cosmos o un principio de orden y organización y que se singulariza con el bien): el bien es la idea más amplia: que es la unidad organizativa y ordenada, pues. Que sea un cosmos indica que no es una sola cosa: es una unidad compuesta por una multiplicidad de entes, leyes, relaciones, objetos físicos o ideas morales. Los principios organizativos del cosmos (Uno) se organiza por otro principio: El principio de la Diada indefinida (lo múltiple). El "uno" limita lo que en la pluralidad se presenta de forma ilimitada. Ese era el contenido de los agrápha dogmáta, las doctrinas no escritas de platón, el sol a la la salida de la caverna: que lo que organiza y da sentido a lo real sensible son ideas, noemas, vistas por la razón interior (legein es leer y entrelazar, agavillar, intelegein, de un modo interior). Y son las ideas de números. No los números, sino idas de números que son dos: lo Uno y la Diada.

El gran legado de Platón a occidente es el siguiente:

Hay platonismo, pues, cuando alguien piensa que el mundo está escrito en lenguaje matemático. Esto es: cuando el mundo sensible puede ser descrito y enunciado matemáticamente. Platón entrega el artefacto de la episteme, el conocimiento, que consiste en un enunciado que conecta con el mundo sensible: Son los enunciados de la matemática, que es un enunciado consistente para explicar lo real. Galileo es platónico. Solo puede ser entendido tras las doctrinas no escritas: y que consiste en que lo Uno (el orden, el Kósmos) y lo Múltiple (los entes sensibles) son vistos (eidei) mediante "números ideales", que son lo Uno y la Diada Indefinida. Esto es: la unidad de lo real y la multiplicidad como ideas de números y que explican los números, como relaciones ordenadas de las cosas sensibles.

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