"No te he reservado, ¡oh Adán!, un puesto fijo ni una hechura propia,
ni una misión determinada, para que de ese modo puedas instalarte en el
sitio, adquirir la fisonomía y desempeñar la tarea que tú mismo elijas.
A los demás seres les he asignado una naturaleza constreñida por las
leyes que dicté para ellos, pero a ti te he dejado la definición de esa
naturaleza de acuerdo con la libertad que te concedí. Te coloqué en una
zona intermedia del mundo para que desde ahí pudieses
contemplar con la mayor comodidad cuanto hay en él. Y no te concebí ni
celestial ni terrenal para que, cual artista de tu ser, te esculpas de
la forma que prefieras. Y de tu voluntad dependerá que te rebajes a los
seres inferiores e irracionales o trates de elevarte y regenerarte en
los superiores y próximos a la divinidad como los ángeles."
MANDEMOS A PASEO EN ESTO A ARISTÓTELES
En la célebre controversia de Valladolid sobre América de 1550, el
traductor de Aristóteles Juan Ginés de Sepúlveda se apoyaba en la
autoridad del filósofo para conceder a los españoles la potestad de
esclavizar a los indios tenidos desde la metrópoli por “barbaros” (a lo
que un irritado fray Bartolomé de las Casas replicaría con un “mandemos a
paseo en esto a Aristóteles ”
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