martes, 4 de noviembre de 2014

Las hijas de Lot se lo montan con su padre.

El otro día, haciendo exorcismos en la noche de Halloween, me agencié de una Biblia que he empezado a releer ávido. Qué maravillosa, educativa y entretenida lectura: toda una historia de las mil y una noches del pensamiento semita, rabínico y elohimista del oriente próximo. Va y resulta que Dios quiere dar una lección a Sodoma y Gomorra, lugar donde viven los sodomitas, grandes pecadores. Y Yahvéh o Elohim (porque los judíos tenían dos palabras para lo mismo Dios -Yahvéh- o Dioses -Elohim- (¡!); uno era singular y el otro plural (¡!) –no tan lejos están los griegos y las culturas del Uno y lo múltiple, que curioso); en fin, que Yahvéh, Elohim, quiere castigar a los sodomitas; y solo encuentra entre ellos a un hombre justo: Lot. Al que avisa: -mira, chacho, sal corriendo que esto va arder, !pero que va a arder! !No te entretengas ni lo más mínimo!. Así Lot se va con sus hijas y su mujer. Su mujer –que es muy curiosona- se convierte en estatua de sal (siempre las mujeres, que en la Biblia son lascivas como ellas solas: En Antiguo Testamento están dándole al fornicio para mejor repoblamiento del mundo -no nos olvidemos tampoco de la vieja Sara, que se ríe de Dios cuando le dice Éste que se va a volver a dar el lote con su marido, viejo, reviejo, Abraham y que con más de noventa años se dan uno bueno revolcones). Y las hijas de Lot no tienen otra cosa que hacer que emborrachar al padre en una cueva y fornicar con él. Una lo hace un día y otra lo hace otro. ¡Esto es lo que cuentan en las clases de religión!!Y yo perdiéndomelo!...El caso es que cerca de ese capítulo Abraham se lo había montado con una esclava suya con el beneplacito de su mujer Sara o Saray.

En la fotografía la hija de Lot dándole caña a su padre.

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