jueves, 30 de octubre de 2014

LECTURA DEL EL CAPITAL (antología), DE KARL MARX.




Introducción:

Para esta lectura de El Capital de Karl Marx voy a emplear un volumen de antología publicado por Alianza Editorial. En la Biblioteca de mi localidad se encuentra distribuido en dos volúmenes, el Tomo I. La traducción es mejor aquella, la de la biblioteca, el volumen es, además, más completo, pero empezaré por la antología, por tenerla más a mano. Después iré a las lagunas. El objetivo de la lectura, ya somera, es descubrir claramente el pensamiento crítico de la economía política marxiana. Leer a Marx mismo, aunque en sus traducciones. ¿Por qué? Porque Marx sigue vigente para explicar la realidad económica actual y la realidad mundial, pues. Sin Marx, opino, no se entiende nada de lo que ocurre. ¿Por qué este interés por Marx? Se inició por mis estudios en economía y teoría económica. En ellos descubrí la falta de autenticidad de la Economía Política burguesa. Tomo la palabra “inauténtico” de Ortega, cuando hablaba de los neokantianos, pues entiendo que el efecto es similar. Esto es: la teoría económica, advertí ya entonces, se basaba en relaciones de cosas en el mercado, fundamentado en “el concepto de utilidad” e intuí que era un presupuesto falso para entender la realidad de los fenómenos económicos. Comprendí que eran necesarios conocimientos de filosofía para entender que se encontraba detrás de aquellas variables abstractas. A parte de mis dificultades para con la matemática, pues venía de letras mixtas, con Historia del Arte como optativa, me llevó a cambiar de estudios: jurídicos. Y por la necesidad de entrar rápido en el mercado laboral, elegí “relaciones laborales”. En él estudié “el fenómeno” de las relaciones laborales y comprendí su trascendencia como núcleo fundamental en la creación de riqueza. Hecho fundamental fue el estudio de Alonso Olea, profesor duro y complejo, con un manual difícil de verdad: “Introducción a Derecho del Trabajo”, que es toda una obra maestra de escritura jurídica. Me introduje en sus vericuetos y allí apareció Hegel y Marx inextricablemente unidos. En la asignatura “Historia del Trabajo” elegí para el examen un tema libre: “Historia de la Alienación del Trabajo”. Pregunta auto formulada que elaboré sobre un libro muy difícil de encontrar de Alonso Olea sobre la materia. La experiencia de las relaciones laborales, alienación, capitalismo, jornada de trabajo, salario, explotación y miseria lo descubrí de facto trabajando en un departamento de recursos humanos, abiertas sus puertas a la calle, se veía entrar “la exterioridad” del sistema. Allí descubrí que Marx tenía razón e intuí, como dice Dussel, que Marx era un pensador moral. Esas son las razones por las que voy a releer a Marx con profundidad, ahora que creo que puedo entender casi todas de sus palabras (en especial tras leer un libro de Dussel sobre las metáforas teológicas en Marx). Para entender a Marx me ha ayudado, además, las explicaciones de Enrique Dussel, pues. Las conexiones con Dussel se establecen desde el momento en que hice un trabajo sobre los estudios universitarios de teología en Alcalá de Henares en el siglo XVI, como un modelo que se lleva a hispanoamérica. Así Dussel es un filósofo al que interpreto muy bien, pues aparte de entender el concepto de “primera modernidad” reforma humanismo cristiano y posterior fundación de la orden jesuítica (al entender el conflicto reforma-contrarreforma religiosa en España), se une mi interés por la relación de alienación. Así pues, Dussel se convierte en un filósofo de interés para mí, pues su objetivo intelectual es acorde al mío. En mi caso como interpretación de esos mitos (relatos cronológicos que encubren voluntades de poder) contados sobre el España. Mis reflexiones sobre la Universidad complutense, y sobre Cervantes, me dieron a conocer la realidad de un siglo, el XVI y que es de vital importancia para conocer el inicio de capitalismo mundial y para explicar qué papel representó España en él, y porqué de su atraso. Con Dussel, cuando lo descubrí, me reafirmé a lo que yo entendí entonces.

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