sábado, 17 de septiembre de 2011

Diálogo sobre la Justicia. Terror y miseria en el primer franquismo.




- La justicia española es de género negro; esto es, que el rasero o la vara de medir se difumina teniendo en cuenta los intereses políticos y la ideología. La fiscalía lleva pruebas o acomete procedimientos o cierra investigaciones o los abre en virtud de lo que les dicten políticamente. A su vez, los jueces no son imparciales. No son imparciales porque son humanos y tienen sus prejuicios como el más pintado, más en una país como este; no me fio de la Justicia en este país. Otegui pertenece, parece demostrado, a banda armada, y por ello va a sufrir prisión, cosa que puede ser justa. Muchos jueces pertenecieron a un régimen asesino, como fue el de Franco, el cual, recordémoslo por si hacía asesinó, y mucho, y no movieron un dedo para derrocarlo, sino que participaron en su infamia. El franquismo asesino se fue de rositas. Tal vez, ni lo uno ni lo otro; pero si no fue lo uno, porqué tampoco lo otro. Por un motivo: porque la médula de la transición española consistía en que jueces, policía, militares y políticos continuaran. Y de aquellas aguas vinieron estos lodos. ¿Sigue confiando en la justicia española? ¿Usted también se creó la milonga de la Transición, además de comerse el franquismo?
Arturo: Fíjese si creo que no le encarcelan a usted por este comentario.

- Que yo tenga libertades para hacer este comentario - que además es verdadero- no asegura que la justicia española sea justa. El hecho lo demuestra que Jueces no demócratas continuasen en su cargo y siguieran dictando sentencias, pese al haber pasado su vida impartiendo Justicia en un régimen que asesinaba y encarcelaba por cuestiones políticas. Lo de la fiscalía actuando según las consignas del partido merece capítulo aparte. Las justicia puede ser injusta incluso existiendo libertad de expresión. O vamos a negar (teoría negacionista) que el régimen asesinó con saña - posiblemente hasta más de cincuenta mil personas desde 1939 - y que jueces, policías, militares y políticos participaron en aquel régimen. Y que no solo es que no hayan sido juzgados, es que han seguido en sus cargos como si tal cosa.
Arturo:  No sé su edad, pero si tiene más de 35 años, usted también participó con su silencio. ¡Ya está bien de justicieros puros e implacables! 2. Se olvida del pequeño detalle de que en aquella época y la primera parte de la democracia existía el delito de desacato, y ahora no, gracias a lo cual usted puede escribir esas cosas.
- Tengo poco más de 35 años. Para ser sinceros, 37. Así que yo no voté hasta después de 1992. ¿Por qué dice lo de justiciero implacable? Si creo en la Justicia, tal vez en la platónica, pero no soy tan cándido; más parecido, tal vez, a Trasímaco y con el colmillo retorcido por algunas abundantes y primeras canas. No soy un justiciero, y si quisiera que hubiera Justicia. ¿Y qué tiene que ver el desacato de entonces con la justicia de hoy? repito: que yo pueda escribir estas cosas no implica que la Justicia sea justa. Todos sabemos que el golpe de 1936 no resolvió ninguno de los problemas políticos de España; en todo caso, los retrasó, y además creó  el engendró de ETA -auspiciado por la filosofía de Sartre-; pero si hablamos de Justicia hay que hablar, además, con sentido histórico. Y el sentido histórico es gris y negro. Cuando uno llega a la mayoría de edad en 1992 se cree que este es un país de color; ahora con 37 años, al echar la vista atrás de la Historia comprende uno que ha habido aquí mucho Pan Negro

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