sábado, 8 de enero de 2011

Historia de Alcalá de Henares: 21 de Julio de 1936. El fracaso de la sublevación.



Estado en el que queda la Iglesia Magistral de Alcalá de Henares, tras el incendio intencionado del 21 de Julio de 1936. Foto tomada desde la epistola, junto a la sacristía.


Alcalá de Henares, 21 de Julio de 1936

En continuación a la entrada anterior. sobre el 20 de Julio de 1936 en la ciudad complutense.

Quedaba, pues, la situación de Alcalá de Henares el día 20 de Julio de 1936 de la siguiente forma: Alcalá de Henares se encuentra en manos de oficiales sublevados que acaban de insubordinarse a sus mandos, a los que han dado muerte -o herido gravemente-. Encerrados en calabozos los que ayer eran compañeros de armas: tomados el Ayuntamiento, Correos y Telégrafos - situado en la calle Libreros esquina con la calle El Bedel-, y la estación de tren. Dos nidos de ametralladoras: uno en el Palacio Arzobispal, desde donde se controla la calle de San Juan, calle de Santiago, calle de Sandoval y Rojas y la plaza de las Bernardas. Otro nido en la torre de San Justo, desde donde se divisa toda la ciudad, y todas las puertas de la ciudad, debido al enclave estratégico de la torre en el diseño urbanístico de la ciudad. Con los cuarteles sublevados, toda la ciudad está tomada. Los sublevados no controlan el aeródromo, que se sitúa en las cercanías de Alcalá, donde hoy está el Hospital y el campus politécnico. El 21 de Julio de 1936, por la mañana, se forma una columna en Madrid al mando del coronel Puigdendolas, con un grupo de artillería y un nutrido número de milicianos y milicianas. A su vez, desde Madrid, subidos en camiones y coches requisados, llegan al alba milicianos armados de Ventas y Vallecas que han tomado el cuartel de la montaña. Aparcan los coches a las afueras de la ciudad, disponiéndose en orden de guerrilla, y avanzan por la calle del Cardenal Cisneros -antigua de los Bodegones- y por la calle de Sandoval; debido a su inexperiencia, tras algunas bajas, son repelidos, y deciden replegarse hasta el puente de San Fernando, esperando refuerzos. Llaman desde la estación del Norte a la de Alcalá de Henares: - Aquí Estación del Norte. - Tus huevos hijosdeputa. !Viva España!. La columna mixta de Puigdendolas se acerca de forma más lenta a la población, que va dejando retenes en cada puente que cruzan: Jarama, Torrejón, y Torote. Al llegar al Camarmilla - a un kilómetro de la ciudad- el coronel fracciona la columna en tres. Una entrará en la ciudad por el Norte, por la carretera de Camarma - y puerta de Burgos -, la otra por el sur, por el puente del Zulema y- puerta del Vado-, quedando la tercera columna en la retaguardia y a la espera en el arroyo Camarmilla. La columna de milicianos que por la mañana habían intentado el ataque, vuelven a entrar por la puerta de Madrid, junto a un autobús de guardia civiles que pertenecen a la columna mixta. No encuentran resistencia, pues la tropa ha desertado y los oficiales rebeldes han decidido la rendición. La rendición de la plaza fue así: La superioridad de las fuerzas atacantes, que disponían de la aviación del aeródromo, dispuesta a bombardear los cuarteles donde se encontraban ya no solo la tropa, sino familiares de los oficiales, la paulatina deserción de la tropa, que iba desapareciendo, y que efectúa durante la mañana bombardeos intimidatorios. Los oficiales insurgentes mandan al teniente Del Paso a parlamentar con la columna, con dos camionetas de soldados. Pregunta por el camino a dos transeúntes si han visto algo en la carretera. Éstos les dicen que sí: que en paso a nivel hay Guardias Civiles, Guardias de Asalto, Artillería y Milicias. El teniente Del Paso decide volver, y dar parte al comandante Rojo. Éste ordena a los capitanes Massot y al teniente Fernández que acuda a parlamentar con la columna, para descargo suyo, al argumentar que se habían sublevado para no tener que hacer fuego contra fuerzas españolas y evitar bajas en la tropa. Los oficiales se entrevistan con el coronel Puigdendolas, que les manifiesta que todos los jefes y oficiales de la guarnición de Alcalá deben dejar las armas en el cuarto de banderas y presentarse ante la columna en el plazo de una hora. De no ser así, bombardearían la ciudad. Una vez rendida la plaza la columna de Puigdendolas se divide en dos: una va a Guadalajara y la otra al puerto de Somosierra, donde se enfrentan a los hermanos Miralles. El capitán Mohino libera a los comandantes Besga y Fraile. Les entrega las pistolas y les dice: "Tenga Ud. mi comandante, he perdido, pégueme un tiro". Fraile montó la pistola y dio media vuelta. El número de fallecidos durante los días 20 y 21 dentro de la ciudad son de 19: ocho milicianos, dos militares sublevados, siete religiosos, el padre de uno de los sacerdotes asesinados y un sacristán. Como consecuencia de los tiroteos cruzados resultaron muertos los milicianos, Antonio Galán, Ángel Murillo, Antonio Cabañero, Emilio Salabert, Jesús Pozas (Guardia de Asalto) y un soldado del aeródromo sin identificar. Así como un herrador de 68 años alcanzado fortuitamente, llamado Gregorio Jadraque. Sin embargo, la escabechina en Alcalá de Henares vendrá a partir de esos días, a causa de la represión y de los bombardeos, tal y como se irá narrando.

No hay comentarios: