miércoles, 8 de diciembre de 2010

Vargas Llosa: "Elogio de la Lectura y la ficción"



En los momentos - ¿En qué momento no ha sido así? - donde los fanatismos, los sectarismos, los oscurantismos, la inmoralidad de las ideologías y de las religiones - sinónimos de mentira- campean en las relaciones humanas, nos encontramos con este discurso acerca de la lectura, de la vida, de la literatura, de la realidad, de la ficción y de los fanatismos que, en último término, es todo el discurso una exaltación de la libertad y del amor. La literatura como exaltación de la ficción, como mejora de la realidad descrita por un liberal a la antigua usanza, a la usanza cervantina. Un soplo de aire fresco frente a la inmundicia de tanto sectario que nos rodea y, que, además, copan el debate político y moral en nuestras sociedades, lindando con el fanatismo y la mentira. Siempre dispuestos a desbaratar un sistema de libertades, deficitario, posiblemente a causa de ellos mismos: los sectarios de derechas y de izquierdas, o de los utopistas que nos hablan de mundos mejores, pero que cada vez que han tenido oportunidad de llevarlos a cabo, han desbaratado de un empellón todo su mundo de bienaventuranzas restringiendo la libertad de pensamiento o de opinión. Por eso un elogio de la Literatura, como lugar de lucha por las utopías, que no es otra que la búsqueda de libertad como el mayor don de los cielos dieron a los hombres. Sin libertad no hay posibilidad alguna de justicia social. El valor de las utopías es el valor de intentarlo cada uno consigo mismo, eligiendo una vida plena, libre, con libre pensamiento y luchando contra las adversidades, yugos y prejuicios que desde toda clase de Poder, nos quieran colocar- De qué sirve luchar por lo colectivo cuando olvidamos lo propio, la libertad propia, y no nos rebelamos por encontrarla, buscarla y, con talento - y no todos tienen el mismo talento- encontrarla. Esa es la enseñanza de la Literatura y de la Ficción. Por otro lado, aquí escuchamos el concepto cervantino de patria, el que yo escuché siendo niño en la vieja, y muy viva, Alcalá de Henares. Desde aquel día que visité, con mis maestros - don Pedro, don Jaime, don Luis, doña Aurora- la casa natal de Miguel de Cervantes, junto a la casa de Don Manuel Azaña, y el patio escolástico donde a día de hoy se entrega el premio de las letras hispánas.



No hay comentarios: