miércoles, 27 de enero de 2010

Memorias de Carrillo, Hasta capítulo 6

He terminado, por fin, de la primera parte de las memorias de Santiago Carrillo, hasta el capítulo 6 la parte de la política republicana. Sin entrar en la Guerra Civil. De esta parte destacaría, como he señalado, las reflexiones sobre Octubre de 1934. Sigue dándole vueltas sobre la conveniencia o no del alzamiento y con la tesitura de que “hubiera pasado si…”. Reflexiones a toro pasado. Los hechos hechos son. Para nada legitiman el 18 de Julio de 1936, que es si lo advertís, el tema principal de mis indagaciones; como búsqueda del régimen de oligocracia en que nos desenvolvemos. De dictadura parlamentaria de los partidos y, por ende, de los grupos de Poder a quien no conviene una democracia donde “el sufragio universal” signifique un “hombre un voto”, y cuyo sistema electoral consensuado pre-democráticamente sufrimos, desvirtuando la democracia liberal y social. El alzamiento de octubre de 1934 fue un alzamiento necesario, si no se quería dejar el Poder en manos de una organización clerical que tenía como objeto el derribo del régimen. Ni más ni menos. Salió como salió, y fue el camino a la conflagración civil. La constitución de la CEDA significa, en mi opinión, la imposibilidad política en España. Al tanto del debate laicidad-estado clerical, en una sociedad escindida, básicamente, en esas dos variables.

martes, 26 de enero de 2010

La revolución de Octubre de 1934

He llegado ya a un punto interesante de las “Memorias” de Santiago Carrillo, cual son sus comentarios y recuerdos de la sublevación de Octubre de 1934. Hecho éste de singular importancia en la Historia de este país. Sobre la valoración moral que realiza, dice: “No, no abrigo ninguna duda sobre octubre; la única es que hubiéramos podido hacerla mejor”. Paréceme como si intentara contestar a la pregunta: “¿Alberga usted alguna duda sobre el levantamiento de Octubre de 1934?”. Una pregunta realizada y contestada por y para alguien que no viviera los acontecimientos políticos aquellos . Como es o son la mayoría de los que escriben o escribimos a toro pasado. Difícil es incorporarse, o entender la tesitura de los años a que hacemos referencia, para explicar el porqué, los razonamientos y las actitudes. La revolución de Octubre fue un hecho ineludible. Es decir: significaba un momento clave en la política republicana, y que fracturó, definitivamente, la convivencia nacional. Ya he hablado de ello en otras ocasiones. La entrada en el gobierno de la CEDA, motivadas por un buen resultado en las elecciones de noviembre de 1933, haría totalmente inestable la política parlamentaria. Para los dos grandes bloques ideológicos y antagónicos que se estaban gestando (PSOE-CEDA) significan posturas irreconciliables. La CEDA, ya lo he señalado en otras ocasiones, es la organización política que se gesta en las localidades, como organización territorial de cada obispado, en la conjunción de las fuerzas caciquiles locales: el cacique, el cura, y el sargento de la Guardia Civil, reunidos en la sacristía. Su objetivo es la toma del Poder por la vía legal, legalista, para rectificar la república: esto es desmontar el régimen constitucional de 1931. En último término: acceder al lugar donde se encuentran las armas: el ministerio de la Gobernación. El éxito de la organización reaccionaria, que ha tenido en poco tiempo una gran actividad de organización, pueblo a pueblo, sacristía a sacristía, casino a casino, Obispo a Obispo, ha sido patente. Ha provechado los puntos débiles del sistema electoral, y el desacuerdo PSOE y republicanos de izquierdas ha puesto en bandeja la toma del Poder y las armas a un partido que va a ser claramente anti-sistema, organizado con el fin de derribar el régimen político vigente, a través de copar todo el Poder al “acoso y derribo” del gobierno de Lerroux. Si el Presidente de la República ofrece la posibilidad de entrar a la CEDA en el gobierno, significa dejar ésta a sus enemigos. Esto es: meterla dentro de los resortes del Poder, para ser destruida desde dentro. Es por ello que, precipitadamente, se monta la sublevación de Octubre de 1934, pues la conciencia es clara que ninguna de las dos partes va a aceptar a la contraria políticamente. Por un lado la CEDA representa a los que han detentado el Poder Local toda la vida; por otro lado el PSOE es quien aspira, por primera vez, a lograrlo; quedando los bienintencionados y honestos republicanos de izquierda en medio, pero muy cándidos ante las fuerzas y vectores contrarios en el Poder que se han gestado. Los que han mandado toda la vida no van a permitir que la tortilla se vuelva, y los que no han tenido donde caerse muertos han decidido, por fin, que para huevos los suyos. Pero de arrepentirse, nada. Sobre si hubiera sido posible hacerlo mejor: creo que no. Que no se podía hacer mejor. Fue una sublevación necesaria, pero, como no podía ser de otra manera, realizada por inexpertos revolucionarios, y precipitada al calor de los acontecimientos políticos. Desde luego, estudiada la figura de Indalecio Prieto, y su participación en los acontecimientos, creo que es indudable, desde mi visión de las cosas, tales aseveraciones.

domingo, 24 de enero de 2010

Antonio Machado


No me queda otra que hablar, esta noche, del Juan de Mairena, de Antonio Machado. Es un libro al que habitualmente vuelvo. Es un libro, por añadidura, que no termina de acabarse, por la bondad que encierran sus páginas. Otros libros acaso rezuman veracidad o falsedad. Éste en cambio lo que tiene es una bondad inmensa. Y es esa capacidad moral que nos trasmite un autor, que es un modelo. Ya lo he señalado otras veces. La tragedia moral de lo español tiene como epitome a Antonio Machado. La tragedia de Machado, autor del libro que tengo entre mis manos, pasando a pie los pirineos, me llena de ternura, de amor y de razón. Este hombre tenía razones. La toma de conciencia política, el posicionamiento liberal, adquiere un matiz distinto bajo el rostro amable de Machado. Son curiosos los tres libros que ahora reposan sobre mi mesa. Uno de ellos es el Juan de Mairena, otro es la biografía de Machado escrita por Iam Gibson y la tercero son las “Memorias de Santiago Carrillo”. Cuando reviso esos libros acude a mí una intensa desesperanza y tristeza. Las clases de un profesor de instituto en provincias, la monotonía de los campos, la tristeza de los andenes y de los trenes; los limoneros de los patios, o las moscas, pesadas, en el verano, que turban la vida reposada, en campos estériles, desesperanzados, existenciales. Machado es un espíritu liberal. Era el mejor de todos. Era el más bueno. /Yo para todo viaje/ –siempre sobre la madera/ de mi vagón de tercera/voy ligero de equipaje.

miércoles, 20 de enero de 2010

Notas sobre el 23-F


Ya en otras ocasiones he escrito acerca de la “transición política a la democracia”, nominación habitual no exenta de crítica, con que se conoce a un determinado periodo histórico político de España. Para hacer unas matizaciones sobre el Golpe de Estado del 23-F que han surgido al hilo de alguna conversación, voy a efectuar algunas reflexiones. Sobre la transición ya he hablado como proceso de supervivencia de las estructuras de Poder de las oligarquías políticas del tardofranquismo y” consenso” con la oposición política al régimen. Un pacto de la clase política y de oportunistas variados. En último termino, en resumen, un triunfo de las tesis alfonsinas, en detrimento de las carlistas y las falangistas, una vez que los poderes financieros y políticos se organizan a raíz del Opus dei y tecnócratas. El modo como queda” atado y bien atado” la sucesión política al régimen se basa en el traspaso de legitimidades del 18 de Julio de 1936 en el Generalato: de Franco, al Rey. ¿Fue el Rey un salvador de la democracia frente a un golpe intransigente de tardo-franquistas que querían cargarse ya no solo la democracia, si no al Rey? La opinión pública, en parte, así se vendió. Pero ¿Qué hay detrás de ello? Recordemos las palabras de Sabino: “ Todo lo que puedo decir no tiene interés, y lo que lo tiene no se puede decir”. El golpe de estado del 23-F tenía como misión derribar al gobierno de Aldolfo Suárez, acabado políticamente, y apuntalar, no destruir, la figura del Rey. Esto es: fue un golpe monárquico, no un golpe antimonárquico. La prueba de ello es que se gesta desde la casa del Rey, y como principal cabeza de turco se busca en el General Armada. El que “ni estaba ni se le espera”, una vez que queda desmontado la intentona. Ya he afirmado en otras ocasiones que detrás de la transición política a la democracia se encuentra, como principal artífice, la más maquiavélica de las instituciones políticas: La Iglesia. Y, dentro de ella, su más poderosa organización civil: el Opus dei. Con una altísimo predicamento entre los generales y directora de la casa real. Incluso en las fase final del franquismo, desde los planes de estabilización del 1959. Nadie hay más sino que ella en el golpe de estado del 23-F. Ella lo monta y ella lo desmonta, en un difícil equilibrio de lealtades, posiciones, y equilibrios. El golpe se gesta desde la casa del rey y desde él se desarticula: aunque no quiere decir que el Rey conozca, desde el principio, la conspiración. Quienes organizan y gestionan el 23-F son gentes que ven el peligro la figura del rey y la legitimidad del 18 de julio de 1936. Esto es: en determinado momento desde” la casa del rey”, en el Opus, estiman que la caída del gobierno de Adolfo Suárez –que la ven como necesaria e incluso la quieren provocar- va a suponer una situación parlamentaria inestable, parecida a la situación del periodo parlamentario republicano, donde la política va a resultar imposible, habida cuenta la estructura política de la cámara. Los golpistas sospechan que la situación de inestabilidad, con el gobierno de Calvo Sotelo, llevaría a una toma del poder de fuerzas deslegitimizadoras del 18 de julio de 1936. No sé si queda claro. Los golpistas otean la situación política como grave. Ya tenían la decisión tomada desde antes: si acontece la situación parlamentaria de inestabilidad, en una muestra de desconfianza en el engranaje de dictadura parlamentaria que ellos mismos habían montado, ellos actuarían. En efecto así ocurre en juego de fuerzas políticas. Porque, repito, lo que está en juego siempre en este embrollo de la política española es la legitimación moral del 18 de Julio de 1936. Una república posterior al régimen de Franco significaría el señalamiento acusador sobre cientos y miles de asesinatos perpetrados desde aquella fecha. El desmontaje del golpe se efectúa desde dentro de la casa real, al igual que se monta desde dentro. Al final se opta y se decide por no sacar la Brunete a la castellana, La Monarquía queda salvada. Lo de “la democracia” es otro cantar. No olvidemos que el objetivo del golpe es montar un gobierno de concentración de alto espectro: una especie de directorio civil y militar, donde participaría hasta Felipe González (el candidato católico del Opus para montar un partido de izquierdas con el nombre del partido “histórico” sin ser el histórico – me captan-) y diputados socialistas, como en la dictadura de Primo de Rivera, durante la Monarquía de Alfonso XIII. Si el golpe se desmonta es a causa de las imágenes del interior del Congreso de los diputados tomadas. Imágenes que hubieran provocado un debilitamiento de la figura del Rey. En especial, entre otras, por la fotografía que hay más arriba. Dénle vueltas a esto.

martes, 19 de enero de 2010

"Asesinato en el Comité Central". Vázquez Montalbán


Con ocasión de la publicación en el Diario Público de la obra de Manuel Vázquez Montalbán, en una edición barata y accesible, he aprovechado para ir leyendo su obra. Es, según mi opinión, Vázquez Montalbán uno de los más lúcidos escritores españoles de finales del siglo XX. La ocasión ha pintado calva, para hacer lectura completa de su obra. Por lo pronto ya me he adentrado en los “demonios familiares de Franco”, del que hablé más atrás,” el escriba sentado”- que son muy recomendables ensayos sobre literatura- y “la Aznaridad”. En su día comentaré este último libro, junto al “Aznarato”, de Javier Tusell. Por lo pronto hablaré de “Asesinato en el Comité Central”, por estar más cercano a los intereses más cercanos y acerca de hechos sobres los que arrojar luz y ampliar el espectro de visión. Conocí a Vázquez Montalbán a consecuencia de una película “las largas vacaciones de 1936”, película de Jaime Camino. Interesante, pero quizá fallida, a la vista de los años trascurridos. Sin embargo leí la crítica que Vázquez Montalbán hizo sobre ella. Fueron las primeras líneas que de él leí. Y, en poco espacio, comprendí algunas de las vicisitudes políticas o raíces políticas sobre las que se sustenta el entramado. Digamos que supuso para mí una apertura de los ojos; porque, en especial, hablaba de “legitimidades del 18 de Julio”. Cosa que ahora creo que es la madre del cordero de la Historia Política española. Sobre ello escribí, en otro lugar, lo siguiente: “¿Y es que hay algo en la política actual que no tenga nada que ver con la GCE? Al final toda la política actual está relacionada con la GCE, pues todo pende de un debate moral: si el 18 de Julio - mejor dicho el 17 de julio- fue moral o inmoral. Si fue moral hay legitimidad de la Dictadura y de la instauración, o restauración monárquica. Si no, todo lo contrario. Y todos los libros, debates y vueltas sobre la GCE penden de ello. Pero en cuanto se habla de que la Restauración monárquica es ilegitima, el tema se convierte el vedado o, al menos, peliagudo: al fin y al cabo hay herederos de tal legitimidad o ilegitimidad que a día de hoy están haciendo política y luchando por el Poder. En el momento en que, desde la filosofía política, se les planta cara, llamando las cosas por su nombre, que es lo que hacen los filósofos: el tema de veda, se borra y se silencia. Así ha pasado desde que las letras se desparraman en un espacio en blanco. Hay cosas intocables. Porque si se las tocan, saltan. Probadas muestras históricas tenemos.” Por tanto debo mucho a Vázquez Montalbán, y le devuelvo el favor, completando la lectura completa de sus obras. Por otro lado, considero, a día de hoy, que Montalbán fue uno de los escritores y columnistas más lúcidos al tanto de la realidad política y social española; y aunque ideológicamente no esté del todo en las mismas posiciones que las mías, no es tanto como su labor de escritor. Los que escribimos, en último término, y estamos alejados de la política, tenemos como visión esclarecer lo turbio. Nada más. Y nada menos. “Asesinato en el comité Central” ha sido el último libro que he leído de Montalbán. En él se narran las peripecias del célebre Pepe Carvalho, el cínico investigador privado, ex comunista y ex agente de la CIA, que es encargado de investigar el asesinato de Fernando Garrido. Fernando Garrido es el secretario general del PCE de España. En realidad Santiago Carrillo. Una puñalada dirigida a él. Por añadir algo, destacaría un momento. El momento del entierro. Estamos en el Madrid de la transición. Gabardinas. En Avenida de América sobresale Torres Blancas. Coches de la época: 1500, 133, 850. Los helicópteros sobrevuelan el cielo de Madrid. Los policías en las azoteas, controlan a la muchedumbre ficticia que se reúne para despedir al histórico secretario asesinado. Un Madrid glacial amanece. Banderas rojas, pañuelos rojos, contenida angustia. La banda Municipal recibe la cabeza del sepelio. Toca la Marcha Real, lenta, pausada, triste lúgubre… fantástico Montalbán.

miércoles, 13 de enero de 2010

"Los días del pasado", Mario Camus


“Los días del pasado”, de Mario Camus, es una película magníficamente interpretada por Marisol. En 1978 fue estrenada en España, bajo el epígrafe de lo que se denomina “Cine político de los 70”. Cine de la transición. Una época donde, a los españoles, les dio por la búsqueda de su propia historia. Una historia que se encontraba oculta, escondida, velada: lo días del pasado, como el tiempo de silencio, como Nada; de una España que esconde, para velar, para manipular, para tergiversar un pasado no lejano. No tan lejano como parece; una nueva España que comienza a sentir y siente; y que siente deseos de conocer un pasado que se le escapa. La historia de los maquis, guerrilleros antifranquistas que echados a los montes, conforman grupos de guerrilleros, con el afán de poner en jaque a los que abajo, en los pueblos, dominan y mandan. Son los años de racionamiento, son los años duros del régimen, tras el fin de la Guerra Civil Española, donde los silencios se cuecen en la trastienda, entre cuchicheos, mentiras, y medias verdades escondidas a unos niños que, en la escuela, aprenden los ríos, los afluentes, la geografía, los Reyes Católicos y Viriato. Mientras los viejos, con sus boinas, vienen y van al campo, las mujeres acuden a lavar, otras a las vacas, un hombre afila la herramienta, un balcón de madera vieja, desvenzijadas ventanas, se pudre; los niños juegan al pañuelo, en las calles, en épocas de miseria, de arrugas, de barro, de casas decrépitas sin casi modo alguno de calentarlas. Una época de privaciones. Y en los montes, auténticos soldados que se encaraman a los cerros, se adecúan al terreno, andan a la descubierta, preparados, siempre preparados; porque, lo que se cuece abajo, en el pueblo es la Victoria. La derrota de un pueblo en años grises como ninguno. Un joven del pueblo, un niño, cuenta a la maestra: en esta habitación pasó los últimos días. Es una de las aulas de la escuela. En la pared, escrito, rayado tal vez, unas palabras: “Vivan los compañeros”. Era su padre: un padre que no conoció. Un padre del que ignora su paradero, en cualquier cuneta del pueblo. Los españoles estamos olvidando las raíces de nuestra historia; de eso que llamamos memoria. Memoria es saber lo que pasó. Saber para comprender lo que hay. En aquel cine político de los 70, como aquella otra película, “el largo verano del 36”; o,” la Caza” y que trató de buscar, rebuscar, en la memoria, que suena, resuena, en corazones que por espanto, tratan de huir de ella. En las serranías españolas guerrilleros antifranquistas hicieron una Guerra a la Dictadura. Una Guerra que aún duraría años; a su vez, unos españoles, en un exilio interior, mascaban, rumiaban el horror. La maestra, Marisol, cuenta a los niños el valor de los cántabros luchando contra las legiones romanas: siempre con ese doble sentido al cual los españoles de aquella época, los exiliados del interior, debían mascullar. Mientras el inspector de la escuela nacionalcatólica, en silencio, espía. La historia de Viriato es la historia de los que luchan por la libertad. Los otros, en cambio luchaban por el Poder. Una metáfora de cómo, una misma historia, puede ser usada para contar realidades y verdades distintas. Y tenía que ser Marisol. La niña prodigio del cine español, donde la vida es una tómbola de luz y de color, la niña prodigio que se destapó, la que interprete monumentalmente el papel de una maestra exilada en su propio país. Si bien es cierto que su historia descoloca, no es menos cierta que el Cine político de la transición, en una nueva época de libertades política, había de contar pedagógicamente un pasado que se escondía: desmemoria de la que aún padecemos y que, en entredicho, ha quedado sumida, críticamente, aquel periodo histórico al que se le reconoce como transición. La fotografía de la película es extraordinaria, bella, naturalista que hace, efectivamente, trasladar al espectador a la época narrada; el plantel de actores magnífico, los juegos de luces y sombras; narrada melancólicamente; aunque, bien es cierto, la narración adolece de altibajos. En el cártel escribe: hicieron la guerra con alpargatas, y aún siguen luchando. La censura se cebó con ella. No pudo ser vista. Hoy es recuperada por Fnac; y es que, una cosa es la Historia que escriben los historiadores, otra es la memoria. Y la memoria roza al olvido, porque el olvido se nutre de verdades dolorosas en las luchas por el Poder. Y España… esa España… tan dificl, tan nuestra, tan trágica.