sábado, 19 de diciembre de 2009

Sobre Cine



No solamente voy a ir haciendo ficha sobre lecturas varias; sino que también voy a ir hablando de Cine. Literatura, Filosofía y Cine como tres de las más apasionantes inquietudes intelectuales y culturales; de necesario e imprescindible complemento moral a esto que llamamos vida. Ya lo decía Aute, la vida es Cine. Como Truffeaut amaba los libros, amaba el cine y por eso aunó ambos conceptos en un libro magistral: “el cine según Hitchcock”. En eso vamos a ir haciendo trabazón. Ya lo he dicho en algunas otras ocasiones: que es en la degustación de Cine donde más regusto siento. Porque yo no soy Político, como dijo el otro; si no que entiendo la vida como algo mucho más lleno, más completo: pero sí, prefiero la vida al cine. Sostengo, al revés: que el Cine es vida. Aunque ya pertenecemos a otra generación para la cual el cine fue central en nuestras vidas. Llegan otras generaciones interconectadas en redes de comunicación, donde se ha banalizado –digámoslo claro y sin ánimo de parecer ya muy mayor, que no lo soy- se ha balizado la lectura y la Imagen. Si la internet me parece una prodigiosa tecnología, la banalidad, la zafiedad, la cultura se banalizan por intereses espurios. No quieren que pensemos. Y lo más grave: pensar, degustar la cultura, requiere un esfuerzo de inicio. Un empujón de inicio. Cuando en el Cine vemos un plano secuencia, unido a un travelling posterior, donde queda fuera de campo un personaje, el conocer que, en ese momento, que el director está creando una “forma cinematográfica”, que está creando algo nuevo en el arte, y descubrirlo es un placer difícil de explicar. Así por ejemplo lo entendí en los “Magníficos Ambersons”, de Orson Welles, el” 4º Mandamiento "en España, por aquello de la censura. Sí, voy a hablar de cine; porque creo que he estado hablando de cosas que me apasionan menos. En filosofía ocurre del mismo modo a como ocurre en el Cine. Una vez que descubres, que comprendes a un pensador, recibes una sensación placentera que muy pocas drogas pueden igualar. Sé que es difícil de explicar esto. Cuando ves una película de Samuel Fuller, de Bergman, de Visconti, de Lang y descubres lo que está experimentando, lo que está tratando de hacer, lo que quiere trasmitir, y lo ves, y lo sientes, y lo descubres, es una revelación muy placentera. Cuando descubrí el Cine descubrí la vida y descubrí la filosofía en verdad. Primero fue el Cine. Primero fue la Imagen; y la fui recopilando en estuches de ceros y de unos; en información digital, y me devolvía la imagen de Madeleine. Es difícil de explicarlo, porque el Cine, como la filosofía, se sienten, como me imagino que pasará con otras artes que comprendo muchos menos. Por ejemplo, iba a hablar de una película de Volker Schlöndorf, el Joven Törless, pero me temo que ahora tengo poco tiempo; y me apetece hablar de otra. Confidencias, de Luchino Visconti. Necesitamos el ambiente, necesitamos la compañía… se apagan las luces y nos convertimos en cinéfagos; ya no en cinéfilos. No, en algo más trascendental; en la transustanciación propia. Y un hilo de luz aparece en la pantalla; y la luz se hace la verdad, y la verdad es arte. Y aparece Burt Lancaster, que anteriormente había protagonizado el Gatopardo. Y disfrutamos con aquella película, aunque no la comprendimos del todo. Sin embargo, por lo que sea, esta la vamos comprendiendo mejor. Muy posiblemente sin el Gatopardo no entenderíamos ésta. Y de repente, entendemos “El gatopardo”. Y vemos que Visconti, el marxista Visconti, es Burt Lancaster; un espectador; y de repente vemos que tanto Burt Lancaster como Visconti, como el Conde de Salina de “El Gatopardo”, como el profesor de Confidencias, como el Ashenbach de Muerte en Venecia, son seres para la muerte. Y vemos a Shopenhauer; y vemos… y vemos… y el arte se hace luz, y la luz sabiduría. Y nos atrapa, y no podemos salir de allí, y queremos más. De Visconti, queremos a Jacques Demy, a Juless Dassin, a Mario Monicelli, a Alain Resnais. Y queremos más. Sí, queremos más: Zeffirelli, los hermanos Taviani, Bresson. Y el cine nos ha atrapado definitivamente. Y ya somos otros. Otros que vemos el mundo a través del arte. Vemos la vida con ojos filosóficos. Con ojos de búho. Y salimos de la sala. Es de noche y ha llovido, y vamos a casa, y nos damos cuenta que la vida es cine y que el cine es vida.

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