martes, 19 de mayo de 2009

Nos ha dejado Benedetti

Nos ha dejado Benedetti. Siempre digo que un sabio nunca muere. Se mueren otros: los que no han dejado más semilla que el odio y el rencor. Para esos la muerte de la carne es eterna. Es cierto que también se perpetúan dolorosamente, pues el odio, la envidia, el rencor son genéticamente muy fuertes; pero, humanamente, los sabios perpetuán una y otra vez su cálida voz. Su espíritu. Los otros, sí, los otros, mueren carnalmente. Esos. A esos les suena, resuenan, su voz oprobiosa de maldad como seña de identidad del linaje de Caín, por muchos que digan que son hijos de Dios. No les crean. Los herederos de los fariseos, los hijos de Caín, son ellos. Ellos los que matan, ellos los que odian, ellos los que vienen a crear Naciones, ellos los que quieren un prosélito. Ellos que ponen yugos en sus templos. Ellos. Benedetti nos ha dejado; pero no del todo: Lunes 24 de febrero: “ Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro. Es evidente que me concedió una tregua. Al principio, me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí contra todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era sólo una tregua. Ahora estoy otra vez metido en mi destino. Y es mucho más oscuro que antes, mucho más”. Miércoles 26 de febrero: “Cómo la necesito. Dios había sido mi más importante carencia. Pero a ella la necesito más que a Dios”. (La tregua, 1960). Bravo Benedetti. "Usted madura y busca / las señas del presente / los ritos del pasado / y hasta el futuro en ciernes / quizá se ha vuelto sabio / irremediablemente / y cuando nada falta / entonces usted muere".---

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