lunes, 26 de enero de 2009

FRANQUISMO SOCIOLÓGICO Y LAS BASES DE LA "DEMOCRACIA" ESPAÑOLA


Creo que es necesario hacer un análisis sobre el denominado Franquismo sociológico y el modelo de Transición a la democracia. Argumentan algunos que el ataque que se hace a las derechas, recordándoles el franquismo, es injustificado:que ellos no son franquistas, sino demócratas. No somos aquí los que pensamos de esa manera. Son otros los que hablan con añoranza del antiguo CDS, como modelo de partido de “centro”, frente a la derecha, extrema derecha o derecha franquista, y que en último término vino a integrarse en el partido refundado por José María Aznar, el Partido Popular, del cual es su presidente de honor. Este es un ejemplo del florido pensil del franquismo sociológico: se quiere algo que esté bien, de centro. Ni izquierdas ni derechas, para encubrir lo que es cierto: que el centro es derecha. Es una de las formas como el dictador dejó atada la situación política y su filosofía: "haga usted como yo, no se meta en políticas" y "atado y bien atado". Sendos ejemplos de la anti-política. Todo esto merece una aclaración, que aguí vamos a pasar a exponer. Para entender todo esto es preciso entender los mecanismos con los cuales se puso la "democracia" en funcionamiento a partir de 1978. De como el PSOE clandestino entra en el juego de los pactos, y como el PCE clandestino que entra en la negociación eufemística como resultante, a la vez, de ese franquismo sociológico al que llaman consenso; sobre como ese consenso eufemístico se monta, no con el objeto de montar un sistema democrático, sino un sistema político que tiene por objeto perpetuar las fuerzas de Poder que había en la sociedad franquista, creando un sistema electoral donde se reparten el Poder cuatro: el peca, el teca, el checa y el meca. Las bases del franquismo sociológico sobre el que se monta la actual democracia son las siguientes: El régimen surgido tras la Guerra Civil española consistió en una dictadura militar donde el ejército, y no la sociedad civil, impuso el monopolio de la fuerza. Y el control social se efectuó en base a los aliados naturales: la Iglesia, la Guardia Civil y la propaganda. La limpieza política posterior al régimen llevó aparejada algunas actitudes políticas, como el arrimarse a sol que más calienta y el cambio de chaqueta. Una inteligencia habitual de la anti-política: otear el ambiente y buscar la supervivencia donde se vea más claro y más interese, en una respetabe e inevitable opción, dadas las circustancias políticas del regímen. Y lo que se veía más claro, y conveniente, era ponerse a favor de aquel que se obtuviese mayores réditos: Del que ejerce el monopolio de la fuerza y de alabar a que más tiene. Es una cuestión de pragmatismo. Con ello se fue conformando una masa social, a la que llamamos franquismo sociológico, que apoyaba al régimen político. Se lanza con éxito, desde el inicio de la dictadura, el mito de que la república había sido una jaula de grillos. Como efectivamente fue, pero obviando decir que eso fue así a causa de la buena colaboración que hicieron los vencedores del conflicto bélico civil, las derechas, para que así fuese. Las derechas trajeron consigo un gran periodo de estabilidad política, de eso con hay duda: como eliminaron al adversario político, encarcelaron a los disidentes, y la censura, el NO-DO, la educación nacional-católica y la prensa, evitaban la controversia política. Solo había un punto de vista: la de la “democracia orgánica”. Esa estabilidad, esa Paz, era muy querida por los españoles, pues el temor a los conflictos políticos eran justificados. Y la Guerra Civil española muy dolorosa. Tras años de autarquía, y larga postguerra, los españoles tenían un miedo mayor al conflicto fratricida que a la misma hambre. Y bien se valía el régimen en justificar la larga postguerra a la destrucción causada por la Guerra Civil y no a la propia ineptitud de los militares y acólitos que gestionaban la economía. Éstos impusieron un régimen económico basado en premisas comunistas de planificación y control de la economía, controlando los precios, e interviniendo en los mercados. Esa es la explicación del estraperlo: el mercado negro. Posteriormente los tecnócratas se fueron afianzando en el Poder: el Opus colocó a los técnicos en los ámbitos de decisión. Eso hizo que se adoptaran los planes de estabilización de 1959 y se consiguieran acuerdos con los Estados Unidos. La sociedad se trasformó: pasó de ser una sociedad rural a una sociedad industrial, con todas las Oligarquías económicas y sociales ocupando los lugares de Poder. Mientras, la sociedad vio una mejora de la calidad de vida, aunque eran muchos los que tenían que emigrar, tanto al exterior del país como en el interior. Por tanto tres cosas había en el régimen que constituyen el franquismo sociológico, y que son percibidos como buenos por la sociedad: el orden social, la falta de conflicto político, y un crecimiento económico. Crecimiento muy atrasado con respecto a las democracias europeas. Tenemos con ello las características del franquismo sociológico, conformada por amplias mayorías de la sociedad. Pues bien, con esa masa social, con la estructura de Poder habida detrás de ello, las jerarquías sociales constituidas, es con la que se monta lo que posteriormente se denomina Transición. La Transición no es más que continuismo en las estructuras de Poder. Una evolución natural del franquismo. Se monta un pacto, llamado eufemísticamente consenso, para no reconocer que un franquista negocia con un rojo, en virtud del cual los cuatro reunidos en ellas montan un sistema: el actual, al que llaman democracia. Una falsa democracia. El consenso se convierte en un pacto político donde al pueblo no se le pide ni voz ni voto; aunque muy posiblemente el pueblo poco podía decir: estaba cagado y si se le manda votar las guía telefónica las vota. Por ello se monta este instalache que ahora tenemos. El General Franco toma la decisión de que Juan Carlos II sea su continuador. Pero claro, las monarquías absolutas son del XVII ya son cosa del pasado. Lo que está detrás de ello es la Restauración monárquica, y una constitución monárquica: cosiste montar un sistema parecido al turnismo decimonónico, solo que montado sobre una sociedad industrial, dando entrada a los nacionalistas, con un sistema electoral que se monta al efecto. De ahí sale el modelo actual, donde el Poder lo detentan las Oligarquías financieras y las Oligarquías políticas, convirtiendo el sistema en un sistema cerrado. Las Cortes franquistas, directamente, elaboran una constitución política. Una falsa constitución, porque el Poder constituyente no es tal: Las cámaras no se nombraron ad hoc para tal fin, como manda la teoría. No: lo que se trataba era de continuar un régimen. No de hacer ruptura de él, que era lo que se precisaba para constituir una democracia. Así nos colaron un cuento chino: una partidocracia, la clave de la corrupción generalizada, y que beneficiaba al cenáculo que montó este sistema. El CDS se forma por un falangista, Adolfo Suárez, y se llama “humanista cristiano”, una forma muy bella, pero errónea, de decir que son los cuatro besabotas que han estado bien colocados en el régimen tridentino anterior. A lo que sabemos de esto no nos la dan con queso, pues sabemos bien lo que significan los términos. Junto a ese "centro" se crea Alianza Popular, regida por un ex ministro franquista. Lo de Blas Piñar y Fuerza Nueva no cuenta, y posteriormente se disolveran en el seno que corresponda: son los que ahora, como remedo, mandan los mensajes por msm a intereconomía TV. El PSOE y el PCE dejan de ser lo que deben ser, según sus ideales de toda la vida, para entrar al juego de las Oligarquías, y entran en la partidocracia que se quiere montar. Carrillo, después de tantos muertos, represión y cárceles de los militantes, acepta el juego del mundo al revés: acepta la monarquía parlamentaria. Con un sistema así no queda otro que la corrupción. En esa estamos cuando José María Aznar, otro falangista, refunda el PP con las bases del CDS –falso centro compuesto por los bien colocados en las esferas de poder del régimen y sustentado por el franquismo sociológico, como hemos dicho- y el AP. Y toda la derecha en su interior. Así que no se puede decir que las derechas no tengan nada que ver con el franquismo y que ahora apoyan la democracia. Esta "democracia" es una continuación del regímen franquista. Una dictadura de partidos, formada por una Oligarquía política y una Oligarquía financiera situada en cada partido. Y el franquismo sociológico, una masa adocenada -lo siento: es lo que es- situado en las derechas. Y unos "progres" situados a las izquierda. Montando un regímen de libertades, sin libertad política, sin democracia, sin división de poderes, gestionado por una Oligarquía de partidos sin democracia interna. Un sistema de adocenamiento colectivo, de listas cerradas, de disciciplina de voto, donde lo mismo daba que la política la hiciesen cuatro diputados que 250.

viernes, 2 de enero de 2009

Fundamentación laica de la ética: la voz de los oprimidos.


Ahora que empieza el año se hace preciso que reflexionemos sobre política desde un plano ético. No en vano tanto la ética, como la política, ambas, son ramas de la sabiduría práctica, pues trata de extablecer un juicio sobre los actos. Un año este que ha comenzado de la peor manera posible: con los bombardeos sobre Gaza, por parte del ejército israelí. Lo que los “edificadores de lo moral” han olvidado en sus homilías de año nuevo. Quizá porque hay mucho de Dios en tales hechos. Y eso que nos acusan a los agnósticos y laicos de “relativismo moral”. Lo que está bien o lo que está mal puede ponerse de manifiesto, según mi opinión desde el agnosticismo y del laicismo, y no por ello caer en el relativismo moral. Al contrario.

Planteamos la ética desde un espacio occidental de largas tradiciones y olvidamos a los oprimidos y a los excluidos del sistema. Toda ética que no tenga por fundamento, ya no solo escucharlos, sino hacerlos valer y hacerlos partícipes, es una ética a la que le falta algo. La “ética de la liberación” me ha parecido interesante en la reflexión que está haciendo sobre ello. En España Adela Cortina una de las que apuestan por la ética dialógica, la ética del diálogo, basándose en Apel, Rawls y Habermas. Pero poco puede valer el diálogo, como fundamentación de lo moral, si los excluidos, los que no tienen voz, no son escuchados. Cuando fueron las prédicas de Jesucristo, desde las bienaventuranzas, quien dio cabida a esos excluidos. Sin embargo, fundamentemos la moral, además, desde este mundo; sin la participación de los excluidos a la ética dialógica le falta un paso importante: quizá el más importante. Un paso que significa abrir la puerta y, por derecho propio, sentarse en la mesa a todos, empezando por los oprimidos del planeta, de los que pasan hambre, de los que no tienen voz. No sé si es el aspecto, religioso, o judeo-cristiano, un punto de vista para fundamentar la ética. Desde mi postura: El fundamento de lo moral se inscribe en lo laico; es el de sentar y escuchar a todos: y en especial a los excluidos. Y es que, ciertamente, mi postura es la de un laicista agnóstico, aunque reconozco la grandeza de Jesuscristo. Aunque no sé ahora muy bien qué papel juega en esta ética de la liberación, o que papel juega la religión en todo esto, pues parece ser que la Teología de la liberación está unida a esta reflexión. Desde mi postura del “humanismo cristiano”, y la imitación de la vida de Cristo -la erasmista filosofía de Cristo- está más cercana a mis posturas. Aunque aún es pronto para dejar por sentada una postura al tanto: la edificación de un fundamento de lo moral, una filosofía práctica (ética), basada en el diálogo ecuménico entre todos los hombres, donde los excluidos, los pobres, los que pasan hambre, los que sufren el desamparo, los que reciben las bombas… y todos aquellos oprimidos, ya no sólo sean oídos, si no que su postura sea la que prevalezca. Todo lo que no sea así nos sitúa en la óptica del mal. ¿Es posible una fundamentación laica de la ética y que, además, tenga en cuenta a los excluidos, tal y como hace la ética de la liberación? Yo opino que sí.