sábado, 30 de agosto de 2008

Socialistas en Denver y los patriotismos de la Derecha





http://www.abc.es/20080830/opinion-firmas/socialistas-denver-20080830.html

Ahora nos dicen los del ABC que los demócratas americanos tienen más que ver con los suyos, los del PP, que con los socialistas. Argumentan que los conceptos del individualismo, de la responsabilidad individual y la meritocracia reivindicada en Denver por Obama casa mal con el PSOE y que, en cambio, están más cerca esos valores para con los del PP. Megalomaniacos son un rato largo éstos, como si aquellos atributos no fueran predicado para personas concretas, votantes o no del PP. Pero sobre todo son, sin embargo, en la libertad, el sentido de la nación y el patriotismo mostrado por los demócratas em lo que les unen más a los del PP. Me troncho: me imagino que se referirá a otros del PP porque por más que miro a mi derredor lo que veo aquí son otros muy diferentes: el de la libertad del pajarraco, el sentido de la nación que había en la Restauración, en el barroco y durante el franquismo, y el patriotismo de pacotilla de los que solo saben de España que: “el Miño nace en fuente miña, provincia de Lugo…” y la retahíla subsiguiente sobre ríos, reconquistas, moros, alzamientos y alcázares. Está claro que el partido demócrata es muy diferente a lo que el partido socialista es; tanto diferente como que los EUA lo es de España: pero de ahí a decir que Aznar tiene más que ver con Obama que Zapatero es desternillante. Sin embargo es en la bandera del patriotismo donde hacen bandera. (No me extraña en nada por estos periódicos que digan lo que dicen: son los mismos que, como nos recuerda Baroja en “el árbol de la Ciencia”, decían que iba España a dar candela a los USA en Cuba: y salieron como el Rosario de la Aurora. Hemos visto como los patriotas éstos de las derecha periodística nos metían en guerras sin ton ni son: la de Cuba contra los Yankees, que entonces eran enemigos, la del África cuando Alfonso XIII, como que bien valía el cuento de Leopoldo Alas de “Adiós cordera” y la de Irak mucho más recientemente. Si no entramos en las mundiales no fue por voluntad patriotera sino porque España, por entonces, ni pinchaba ni cortaba en el ámbito internacional: eran aquellos españoles, a su pesar, culo del mundo. !Que se lo pregunten a Krausistas, regeneracionistas, reformistas, casticistas y liberales!. A los de las derechas no se lo pregunten: andaban localistas en políticas más a su interés a través del cacique, y para lo que no asomaban sus narices: fuimos imperio. Lo mismo que la España en tiempos de Franco, que en el NO-DO emitieron una película de cierto Valle y su progreso donde el que no tenía boina tenía mulo, mientras Alemania y el resto de Europa iban a toda máquina, produciendo lavadoras). En fin, continuo: se refiere este periódico como patriotas a los de PP -como más patriotas, vamos, y a sus electores, y lectores por tanto, como mas españoles - cosa que ya lleva bastante tiempo calzandome. Me imagino que no se referirán a esos que asomaban en las manifestaciones convocadas por la iglesia católica, honorable institución. Pues de éstos no es descabellado afirmar que si se les hiciera examen pocos de ellos sabrían decir que había en España de 1931 a 1939. La respuesta correcta, zoquetes, es ésta: una democracia que se fundamentaba a modelo en el constitucionalismo continental descrito casi coetanemente por Kelsen. Y si alguno lo sabe prefieren no decirlo: son así de patriotas. Prefieren tender velo: y si preguntas a alguno no se que historias te cuentan de Primo de Rivera. ¡Vamos! ¿¡que según estos del ABC éstos del PP son patriotas!? ¡Si para ellos España nació en 1939!: esa es su españolidad: ¡Pero que vamos a esperar de ellos: si no han visto otra! Y no esperes de su partido otra versión: haría tanto daño al de la boina que enarbola la bandera con el pajarraco. Sin embargo parece decirnos la comentarista que Obama sabe cual es la misión moral de América, cosa que los socialistas no saben: y que en sentido contrario hemos de entender que los del PP sí lo saben. Por eso andan pensando en estrategias de futuro, como ha hecho el PSOE creando órganos para analizar el futuro social. Poco comprenden muchos que los países no son lo que fueron: sino que son lo que serán. Son los mismos perros con los mismos collares de siempre: -no les dije lo de Trento-: los mismos patriotas a quienes Ortega dirigió su “Vieja y nueva política”. Ya nos señaló también por entonces que hay dos clases de patriotismo en “la pedagogía como problema político”. Y no voy a comentarles lo que dijo sobre ellos: Que lean. Y verán que ese patriotismos del que nos hablan en ABC, no se parece al de Obama ni el blanco de los ojos.

viernes, 29 de agosto de 2008

Johnny Guitar: Viena y Jhonny






Esta escena pertenece a un Western. Un Western peculiar y extraordinario. Un Western pasional, femenino, ardoroso. Los primeros 25 minutos son una maravilla en el manejo de tiempo cinematográfico y la contención en el uso de la violencia: que es para mi uno de los elementos formales fundamentales del Western. Sin embargo recojo esta escena inusual para un Western y que encaadiló a Pedro Almodovar, por ejemplo. Es el momento en que se revela la relación pasada entre Viena y Jhonny. El espectador sabe o intuye que hay cenizas o rescoldos de algo incandescente del pasado, o que los personajes se conocen de algo por las miradas, los gestos, la tensión... y luego llega este prodigio de guión.

YouTube - Johnny Guitar

La españa subvencionada y las trompetas del apocaplipsis


Siempre son interesantes las argumentaciones sobre economía que los opinadores de la derecha se sueltan. Interés, claro está, que ya hace mucho que en mi decreció hasta el minimum. Es un tambor batiente la causa que hacen frente al subsidio. Fíjense, por ejemplo, lo que dice Ignacio Camacho en el ABC de hoy. No voy a poner a resumírselo a ustedes, pero el argumento es explícito: los españoles vivimos subvencionados, en especial en aquellas localidades donde la mayoría de su población activa se encuentra en paro. El texto puede parecer más o menos críptico, pero coincide en todo en lo que los ahora del PP dicen llamarse liberales, pues parece ser, por el tolón-tolón que tienen contra la subvención, que no les gusta. Claro está: su libro de cabecera intelectual es Hayek y la escuela austriaca: El ABC del Neoliberalismo. Sin embargo, como yo les vengo indicando, no confundan “liberal” con “neoliberal”. Liberal es una acepción más amplia del espíritu humano, mientras “neoliberal” es la derecha pseudointelectual. Luego está la derecha ramplona. Suele ser natural que muchos de los que abrazan la vieja derecha carcofranquista eso de neoliberal les suene a chino mandarín: ellos se quedaron con el nombre de cuatro calles perpetuas en el recuerdo y a eso dicen llamar derecha. A eso y a sus cuatro amigotes. A los de la derecha no les gusta el estado que subvenciona: que es lo que “explica (…) un fenómeno no del todo negativo que desemboca en la existencia de numerosas sucursales bancarias, concesionarios de coches, tiendas de telefonía móvil y supermercados en pequeñas poblaciones con casi toda la población activa en paro.”. Y esto, claro está, les llevan los demonios. Así que proponen que para periodos de crisis en especial el estado desaparezca; para periodos de crisis y para periodos que no lo son, claro. Les va más la moral del directivo-propietario: ese que ya llenó la chequera, invirtió en terrenos, en acciones y futuros, apartamentos en la costa, locales comerciales y naves industriales y el que venga atrás que arree. Éstos quieren que no se subsidie al personal por varios motivos. Está el motivo de pura teoría económica: incrementa el déficit del estado que para equilibrarlos exigirán aumentos fiscales. No hay más en ese aspecto y es del todo coherente. Luego está el motivo de cafetín, de tertulia de amigotes: -Hola pepe: España se va a pique –claro, como se subvenciona a los vagos. Y tan panchos. La lectura que se hace del artículo de Ignacio Camacho es esa; y del periódico va a la calle en sentido narrado. Los argumentos económicos son razonables; sin embargo, el estereotipo de calle rebaja el argumento al rango de patraña. Ya se que cuando yo hablo también uso estereotipos sobre la moral del directivo. Pero es que el directivo ya se ha llevado el pastel del crecimiento económico: y si no lo ha hecho tonto es-. Es cierto que lo subisidios y trasferencias pueden ser mal gestionados y puede ser, también, que se de a muchos que no los necesitan. Pero prueben a quitarlos. Verán. Redúzcase la prestación de desempleo, redúzcase la asistencia sanitaria, redúzcanse los funcionarios y empleos derivados de la administración, redúzcase el Estado y dejen que campeen a sus anchas los emprendedores, los tiburones, los encorbatados, los financieros, los propietarios, los arrendadores, los especuladores, los dueños, los amos. ¿Sería mejor el País? No lo creo.

http://www.abc.es/20080828/opinion-firmas/consumo-mismo-20080828.html

domingo, 24 de agosto de 2008

Defender uno sus ideas: "maleja" cretinada.

No he conocido mayor cretinada que esa que dice: “cada uno tiene que defender uno sus ideas” u otra parecida, escuchen la sandez: “uno tiene sus ideas y tiene que defenderlas”, que viene a ser igual que lo primero cambiando el orden de los factores. Normalmente las sandeces la dicen los sandios, aclarémoslo, y ahora va y resulta que cualquier politiqueo de tres al cuarto y cualquier conversación política mediocre le llaman, válgame, tener uno sus ideas y, por añadidura se dice, defenderlas. Y normalmente quien dice eso, hablando de política, no suele tener ni idea de lo que es tener una “idea”; porque, la verdad sea dicha, ¿no piensan que no hay nada mas tonto que, por ejemplo, morir uno por sus ideas? (¡Madre!!Y estos son los que nos gobiernan!: panda de mediocres). La idea, creo yo, se confunde con ideología: que es lo que pasa cuando unos pocos, los que quieren hacer política –anda y la hacen- tienen cuatro patochadas en la pelota inflada. Y es que la idea la creo Platón viendo que el mundo era caduco y las verdades perennes. Y ahora va uno cualquiera, me da igual el partido político y va y dice meneando el dedo: “es que yo tengo mis ideas”. La patochada no puede ser más hilarante: me troncho. Cerremos brevemente el paso a las metáforas como a vírgenes locas. Sepamos que es la «idea». Poco me imagino que han reflexionado de donde viene el término: a ellos que les importa, con soltar berridos, eructos y pedos mentales cada vez que hablan les vale. Venga vale voy a decir una cosa que a todos les va a parecer extraña: la “idea” es agua. Vaya veo que os reís: pues en verdad os digo una cosa, eso que he dicho está mas cercano a lo que es una “idea”, que esa idea que los rebuznadores de ¿Ideas? suelen decir. Pero decir eso de que es agua, y que no entendéis, para vosotros que yo lo diga es como si lo dijera Tales o Perico el de los Palotes ¿Verdad? Ideas, menuda cretinada; no os referiréis, más bien, a Valores, que como quien dice son “juicios a posteriori”, que a los politicuatres les suena a chino mandarín ¿Porqué tenemos que amantarles, señor mío? La cosa se simpática: venticinco siglos resolviendo lo de la idea y va, y resulta, que aquí y allá la tienen unos cuantos tertulianos vecindones que tienen “ideas”. Que, no nos engañemos, es como decir que tienen unas cuantas verdades cetrinas para sí, y mis santísimos son pares… y sobre esa razón vital con la cual elaboran sus conceptos construyen su “realidad política”. Me parto el rabo cuando los escucho. Me encuentro con cada eleata defendiendo sus “ideas” que para qué las prisas, no se si parecen Jonios o Corintios o si se encuentran en el Parnaso o, a más a ras de tierra, en el Pireo: Veámosle: todo los saben. Iluminados por el saber experiencial de una larga vida jugando la partida o contemplando el mundo (que dicho sea de paso, no sale de su pueblo – y no me refiero a pueblo concreto-, como quien dice su ombligo, un par de kilómetros a la redonda, como apretado entre varias peñas). Ahí les veo, elucubrando, ¿Quizás como Heráclito indagando sobre el ser de las cosas? Ya, ya, más quisiera. ¿A ver que dice?: “los atentados del 11-M los provocó el ZP”. Y encima hay que reírle las gracias y aplaudir su elocuencia: ¡Bravo, bravo! Resulta que “la idea” consiste en la mayor peripecia humana construida por cerebros egregios y va y resulta que éste tiene ideas y oye las defiende. ¿No me digan que no es para reírse? Pues a mí ni pizca la gracia que me hace. Resultan que van y confunden lo que es “idea” con “pedo” o “rebuzno”. Pasando sin detenernos junto a Demócrito, el hombre de Abdera, tal vez después de Platón la figura más grande en la historia de la filosofía, lleguémonos a un tropel de gentes nuevas que avanzan disputando en largas oraciones. Son los sofistas, y el máximo, Protágoras. ¿No, no, que dice usted? Miren las ideas simpáticas: “los del PSOE son todos unos vagos”, sentencia. Han llegado al concepto: a la madre del cordero: PER. Largo recorrido del “idealismo” para concluir en sonora majadería y aguda conclusión. En fin: yo solo se que no se, que ya es algo, para éstos que defienden sus ideas lo tienen plaro. La Idea es esta: PER; es una idea, dicho sea de paso, que parece un coco.

Fariseos


Suele ser normal que muchos de aquellos que acuden a misa naveguen en la ignorancia. Al tipo más listo que han escuchado han sido al señor cura: así que todos tontos. No suelen darse cuenta de que el cristianismo nació como una secta dentro de los judíos; y esto no lo digo yo, sino que lo dice el propio evangelio. Debió ser Jesús de Nazaret un personaje la mar de sedicioso. Yo diría que fue el Voltaire de su tiempo: propugnó una nueva forma de entender el judaísmo frente a los ultraortodoxos fariseos. Aquellos fariseos eran en su tiempo la Conferencia Episcopal de Palestina: hacían negocios con los tenderetes a las puertas de los templos y cobraban pingues cantidades por los corderos sacrificados. A ver, beatos, ¿Sabéis alguno de vosotros quienes eran los fariseos? Nones. Vais a misa y no os enteráis de la misa a la media: ¿Qué se va a esperar de un beato bobalicón? En fin, que los fariseos eran lo más reaccionario que te puedas ha echar a la cara dentro de la religión judaica. Jesús entabló disputa contra aquellos hipócritas religiosos, pues habían confundido lo que era el culto con el negocio: con la pompa. Isaías ya había profetizado la conducta de Los fariseos de entonces, como los de ahora, así que Jesús les dijo: No lo que entra por la boca mancha al hombre: lo que contamina es aquello que sale de la boca. Estos fariseos, los de hoy en día, los de las ondas y los periódicos, se meten en coto privado y exclusivo de los ciudadanos: la política. Cives, ciudadano, deriva del latín, igual que polis, ciudad, deriva del griego: territorio secular. Y, por todo ello, manchados de pecado, hijos de Caín, son los que abundan entre los prelados y curas: tienen a la beatería ignorante y bobalicona a su lado, rumiando unos rezos de los cuales no entienden. Tendrían estos beatos incultorros que retrotraerse al Concilio de Trento: lugar donde los más ultraordoxos fariseos del XVI, sentaron las bases del dogma católico, para enterarse del significado de esos rezos. En fin, que los fariseos actuales no solo quieren copar el lugar que no les corresponde en el mapa político, sino que además quieren encargarse de la educación a través de colegios religiosos: Fíjate, justamente lo que querían los fariseos en época de Jesús, y frente a los que se reveló. Pero es que esto que os cuento, la de curas y eclesiásticos inmorales ha sido el pan nuestro de cada día: Erasmo de Rótterdam ya lo denunció en su día. Beatos aborregados: habéis olvidado en imitar a Cristo en vida y además de tontos, como sois, sois los mas maledicentes, pecadores, egoistas y malas personas que tenemos en este territorio nuestro.
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Beatos Ignorantes




Beatos ignorantes: pondréis el alma en un puño, diciendo que se os insulta. Pero yo os digo, beatos ignorantes, que no es insulto decir verdad. Pues ¿No es verdad que sois iletrados? Pues eso es lo que sois, beatos ignorantes. Y ese es el problema, que como no leéis, salvo el catecismo: no tenéis ni pajolera idea de nada. Pero no temáis, eso es lo que quieren de vosotros, beatos ignorantes, para hacer un rebaño: rebaño de borregos; sois tan tontos, que la sola voz de un hombre desde el púlpito os hace decir imbecilidades sobre política; beatos borregos, beatos ignorantes, además de pecadores, incapaces de crear una moral racional, queréis imponer vuestra doctrina teocrática a los demás: como tenéis obliterado el cerebro necesitáis una moral heterónoma – la que os dicta un cura – y no tenéis la capacidad para crearos una moral autónoma: hecha solo con vuestra razón. Pero eso es lo que quieren. Ya dijo Voltaire “Debe ser muy grande el placer que proporciona el gobernar, puesto que son tantos los que aspiran a hacerlo” y por eso os necesitan, panda de borregos. ¿Por qué estoy siendo tan duro con vosotros, beatos ignorantes? porque proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo, siguiendo con Voltarie. Dijo Victor Hugo que Voltaire es un precursor: Es el porta antorcha del siglo XVII, que precede y anuncia una revolución. Es la estrella de ese gran mañana. Los sacerdotes tienen razón para llamarle Lucifer. Pero vosotros, beatos ignorantes, vivís como si el siglo de las luces no hubiera acontecido: solo escucháis lo que un solo hombre dice desde el púlpito, habiendo habido muchos y más sabios que él. Si escucháis a un solo tonto, tonto os quedáis. Y eso es lo que os pasa, beatos ignorantes. El Evangelio prohíbe a los que desean alcanzar la perfección amontonar tesoros y conservar los bienes temporales, como terminantemente puede verse en San Mateo. Pero éstos, Midas con capucha, invierten hasta en empresas que fabrican preservativos: beatos ignorantes, condenados están a la hoguera eterna. Vosotros tranquilos: no iréis al infierno por ello, vuestra ignorancia no os hace responsables del todo: pero si sois responsables de ser tan tontos, si sabéis leer. La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano: y esa es la que, beatos ignorantes, quieren para vosotros, los borregos, y –lo que es más grave – para nosotros. Pero ya hace más de doscientos años que los ilustrados nos aclararon lo que esta gentuza hacía, ayudados por otra gentuza impresentable formada por beatos ignorantes. Voltaire nos aseguraba que el ateismo es el vicio de una cuantas personas inteligentes; pero por suerte cada vez quedan menos borregos, aunque vosotros, beatos ignorantes, seguís en entre los rebaños. Queréis el poder, beatos ignorantes, y creéis que son todos de vuestra condición: Decís una necedad y a fuerza de repetirla creéis acabamos creyéndola, que también lo dijo el ilustre filósofo francés, al que nunca habéis leído por lo tontos e incultos que sois. Pero os necesitamos, beatos ignorantes, necesitamos que sigáis dándole a la manivela de las ondas y alineandoos con un partido: por favor: seguid así, panda de iletrados, la izquierda os necesita; para finalizar termino con el ilustrado más jocoso al que vosotros no tenéis capacidad ni entendederas suficiente, en el supuesto que entendáis algo – porque ni lo que dice el evangelio entendéis, cafres, ni lo que dice el cura, bobos, salvo cuando estos hablan de política -: “La esperanza es una virtud cristiana que consiste en despreciar todas las miserables cosas de este mundo en espera de disfrutar, en un país desconocido, deleites ignorados que los curas nos prometen a cambio de nuestro dinero”. La jerarquía eclesiástica durante siglos ha tratado de quemar a los librepensadores: No creías que ahora, nosotros, queremos lo mismo para vosotros, beatos ignorantes; queremos que sigáis contaminando las ondas, queremos que sigáis publicando en los periódicos, que sigáis en los foros: es eminentemente necesario, tanto para ello como para nosotros, porque, gracias a Dios, sois menos que nosotros, los ciudadanos.


«Entendemos hoy en día por fanatismo una locura religiosa, oscura y cruel. Es una enfermedad que se adquiere como la viruela.» (Voltaire Diccionario filosófico, 1764, artículo sobre el «Fanatismo»).

Beatos intransigentes



Ahora sale la beatería intransigente con un nuevo argumento. Quieren imponer las normas del rebaño, no se si decir borregos, al prójimo, mientras, nosotros, los laicistas – que tampoco quiere no decir cristanos- pretendemos que cada cual viva como según sus convicciones le dicten, religiosas o no, y van, y dicen, que les insultamos cuando les llamamos “beatos” y les decimos “intransigentes”. Estos señores fariseos, hipócritas de la mala baba, gentuza se pone de uñas han desoído el mandato divino que Jesús dejó en las Bienaventuranzas. Se molestan porque les llamamos intransigentes y beatos, y no se dan cuenta que ellos son los mismismos fariseos a los que Jesús lanzó duras palabras: ¡ Ay, de vosotros fariseos hipócritas, que recorréis tierra y mar para hacer un prosélito; y, una vez conseguido, lo hacéis dos veces más digno del infierno que vosotros! . ¡Desdichados, perdidos, ciegos! La putrefacción de vuestras almas, encenegadas de cuantos vicios y maldades desdoran al linaje humano, sale de vuestras bocas con toda esa inmundicia que habláis, haciendo política desde lo púlpitos, desde las radios, y corrompe hasta el ambiente que os rodea. Pero aún tenéis tiempo para enmendaros, que ni aún los inicuos empedernidos como vosotros están cerrados a los caminos del arrepentimiento, ni secas las fuentes del perdón. No os descuidéis, no, que el daño de vuestras almas es grande y profundo. Aborreced la iniquidad que os rodea, ¡falsos! ¡Mentirosos! ¡Beatos intransigentes!, Sabed que el que expiró en la Cruz soportó afrentas y dolores, dio su sangre y su vida por redimiros del mal…Porque el sufrió y murió por gentes como Vosotros ¡falsos! ¡Mentirosos! ¡Beatos intransigentes! ¡Curas, clérigos! ¡Dejad la política para los ciudadanos! Y así, quizá, exculparéis vuestros pecados. Pero no, no lo haréis, queréis acariciar el Poder; os gusta la pompa, os gusta el boato: os gusta imponer vuestras convicciones a los ciudadanos. ¡Hipócritas! Ahora decís que os insultamos, beatos intransigentes, ¡fariseos!, ¡No habéis entendido aún que la política es de los ciudadanos! ¡Sacerdotes de la mala baba! y buscaréis la beatificación por mártires. No, vivid como queráis, beatos intransigentes e hipócritas. Os molesta que la Iglesia no esté en el Estado, en la escuela: queréis tener representación en ella. Queréis imponer vuestra manera de ver el mundo a los demás, por ley y SÍ: os llamamos “beatos intransigentes”… porque es lo que sois: No comprendéis que vuestro reino no es de este mundo y os metéis a hacer política: misión que no os corresponde ¡fariseos! ¡arderéis en las llamas del infierno por vuestros pecados!... A Dios.
Ahora sale la beatería intransigente con un nuevo argumento. Quieren imponer las normas del rebaño, no se si decir borregos, al prójimo, mientras, nosotros, los laicistas – que tampoco quiere no decir cristanos- pretendemos que cada cual viva como según sus convicciones le dicten, religiosas o no, y van, y dicen, que les insultamos cuando les llamamos “beatos” y les decimos “intransigentes”. Estos señores fariseos, hipócritas de la mala baba, gentuza se pone de uñas han desoído el mandato divino que Jesús dejó en las Bienaventuranzas. Se molestan porque les llamamos intransigentes y beatos, y no se dan cuenta que ellos son los mismismos fariseos a los que Jesús lanzó duras palabras: ¡ Ay, de vosotros fariseos hipócritas, que recorréis tierra y mar para hacer un prosélito; y, una vez conseguido, lo hacéis dos veces más digno del infierno que vosotros! . ¡Desdichados, perdidos, ciegos! La putrefacción de vuestras almas, encenegadas de cuantos vicios y maldades desdoran al linaje humano, sale de vuestras bocas con toda esa inmundicia que habláis, haciendo política desde lo púlpitos, desde las radios, y corrompe hasta el ambiente que os rodea. Pero aún tenéis tiempo para enmendaros, que ni aún los inicuos empedernidos como vosotros están cerrados a los caminos del arrepentimiento, ni secas las fuentes del perdón. No os descuidéis, no, que el daño de vuestras almas es grande y profundo. Aborreced la iniquidad que os rodea, ¡falsos! ¡Mentirosos! ¡Beatos intransigentes!, Sabed que el que expiró en la Cruz soportó afrentas y dolores, dio su sangre y su vida por redimiros del mal…Porque el sufrió y murió por gentes como Vosotros ¡falsos! ¡Mentirosos! ¡Beatos intransigentes! ¡Curas, clérigos! ¡Dejad la política para los ciudadanos! Y así, quizá, exculparéis vuestros pecados. Pero no, no lo haréis, queréis acariciar el Poder; os gusta la pompa, os gusta el boato: os gusta imponer vuestras convicciones a los ciudadanos. ¡Hipócritas! Ahora decís que os insultamos, beatos intransigentes, ¡fariseos!, ¡No habéis entendido aún que la política es de los ciudadanos! ¡Sacerdotes de la mala baba! y buscaréis la beatificación por mártires. No, vivid como queráis, beatos intransigentes e hipócritas. Os molesta que la Iglesia no esté en el Estado, en la escuela: queréis tener representación en ella. Queréis imponer vuestra manera de ver el mundo a los demás, por ley y SÍ: os llamamos “beatos intransigentes”… porque es lo que sois: No comprendéis que vuestro reino no es de este mundo y os metéis a hacer política: misión que no os corresponde ¡fariseos! ¡arderéis en las llamas del infierno por vuestros pecados!... A Dios.
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Potemkin - Las escaleras de Odessa (Einsenstein 1925)





YouTube - Battleship Potempkin - Odessa Steps scene (Einsenstein 1925)

Bueno, esta no es que sea tan solo una de mis preferidas: es que está unánimente reconocida como una de las mejores escenas de la Historia del Cine. Sólo hay que disfrutarla. Sobran los comentarios.

Grupo Salvaje: - un paseo hacia la muerte-





YouTube - Wild Bunch - Final Shootout

Y que me dicen de este final de Grupo Salvaje, la obra maestra de Pequinpah y ese paseo hacia la muerte de Holden, Borgnine y su grupo, con todo el tiroteo final. A quien no se le ponga los pelos como escarpias cone esta secuencia es que no ama el cine: es el final de una clase de hombres, y de un tipo de Cine los pistoleros míticos del Western. Holden muere con las pistolas enfundadas, las ametralladoras hacen desaparecer lo que fueron estos caballeros errantes con códigos y honores propios. Los cuatro saben que van a morir, pero no pueden dejar a uno de su grupo: son los códigos irrompibles de un género difunto. Pocos saben cual es la sutileza de los planos: que se lo digan a Pequinpah y ese revolver enfundado y a la risa final. Otra para enmarcar

Blade Runner - Time to die




YouTube - Blade Runner - Time to die - Spanish Sub -


Por supuesto, añado esta bella escena de la obra maestra de Ridley Scott, blade runner; el monólogo final es para enmarcarlo en bellas letras: un bello poema sobre la vida y el amor a la misma. He visto cosas que vosotros no podriaís creer. Naves de ataque ardiendo más allá de Orión. He visto rayos-C brillando cerca de la puerta de Tanhausser. Todos estos momentos se perderán en el tiempo. Es tiempo de morir. Ni que decir tiene que soy de los que sostiene que los Blade Runners son también replicantes, aunque, como comentaré en una entrada que sobre esta película haré, creo que son todos los humanos replicantes. ¿Porqué nos han dado tan corto tiempo de existencia? ¿Es el amor nuestro valor más preciado? la escena de amor entre los protagonistas másculino y femenino nos pone sobre la pista: solo los que son capaces de amar a otros se revelan contra el tiempo impuesto. Cuando se descubre esa experiencia - que por otra parte revela que el Blade runner es un replicante- se busca la inmortalidad, la rebelión contra el Él y la aceptación de que es tiempo para morir: time to die. Chapeu por esta obra maestra, que desgraciadamente muchos desconcen por no saber ver películas subtituladas.

Senderos de Gloria (Kubrick)




YouTube - La patrulla infernal (1957) - Stanley Kubrick

Esta secuencia de "senderos de Gloria", de Stanley Kubrick, está considerada como una oda al travelling. La película es magistral desde el principio hasta el fin y elegir escena es casi imposible: hay tantas, tales como la escena final, donde una joven alemana canta una canción alemana a los soldados franceses: son carne de cañón, como ellos; carne para la picadora en un mundo donde los que mandan les mueven sus intereses particulares: mientras los corderillos esperan a cuchillo que los masacren, tan solo porque un General quiere llevarse una estrella más. Se enarbola una bandera, la del patriotismo: ¿Para qué?

El séptimo sello







Inicio aquí una nueva sección en la cual incluyo las que son mis preferidas escenas del Cine. Son muchas las secuencias, sin duda, que me han entusiasmado. Aquí dejo esta de "El séptimo sello". Para admirar esta escena al completo habría que ver la canción que los comediantes cantan al completo y que en paralelo nos muestra la relación adúltera de la esposa del herrero con uno de los comediantes, como exaltación a la vida, al comer y beber y a los placeres corpóreos. Términada esta exaltación a la vida, Bergman nos hace un travelling que acerca la cámara a los rostros horrorizados de los comediantes, que ven acercarse la caravana de los mortificados. Una escena de horror existencial a la muerte de aquellos que piden que cese el Apocalpsis traidos por la peste. Posteriormente engarza con una consecución de planos atroz de una procesión de personas que se mortifican y azotan. En fin: Genial, como no podía ser menos por parte de Bergman.

Rua do Gasol


Excelente partido de la selección española de baloncesto; en especial de Rudy, que ha volado como Mr. "air" sin achantarse un ápice y fantástico Ricky Rubio que apunta muy alto; los Epi, Sibilio, Romays y compañía se merecen un respeto cariñoso, pero estos vigardos de la democracia, esta generación sin complejos se merecen una sonoro aplauso. En cierta medida tiene razón un compañero mío al tanto del xenofobo ramplantante, lo que pasa que el racismo (éstos negros apisonadora de largos músculos USA, que corren, como se decía, más que el pepino de alguno) nos mantienen callados, no sea que algún sopapo nos deje sentado. A los otros, a los que van en neumática cruzando los mares, ante esos: gallitos y raciales mostrando nuestra superioridad hispana, granjeada en las cantinas marineras de Cádiz !daremos a los inglezes por el culo! entonaban los lobos de mar viejos y perros. Entoavía semos imperio. Y llegaron los ingleses por barlovento y nos dejaron hechos unos zorros. Mal de España, la puta que los ha pario al almirante Nelson y me calzó a Villeneuve y al Godoy, que no se ponía el sol en Ezpaña. España salmantina y Olé, Rafael Farnina y el sombrero cordobés y en Santiago de Compostela, la rua de Franco hasta el obradorio, que pa eso Franco nos hizo pensar que recuperariamos las Filipinas y, los pobres, se quedaron como los últimos de Cuba. Propongo una muy señalada propuesta que a los del PP de Galicia no les hace una miaja de gracia: Cambiar la "rua do Franco" de Santiago por "rua do Gasol". Me dijo un gallego, muy gallego él, viejo, calvo y más franquista que el Monseñor Obispo, cuando el Albariño ya calentaba nuestras sienes, que en ese tema no entrara; siendo cierto que él era más parecido al señor milite y yo, salvando las diferencias, mas Gasolista, por diferecia de centimetro. Y Olé, me dije: viva la madre que nos parió a los nuevos españoles. Yo le dije si señor, con su pan se lo coma y allá se lo haya, que Españoles como usía, mediocres, chiquininos y bolondros los hay a pares, en Galicia o en Salamanca, pero que estan fuera de sitios y que España, lo que se dice España buena, se encuentra en el albariño, en la tinta de Toro, en las vierias y hasta, si se pone, en las cerezas del Jerte. Pero yo me quedo con la "rua de Gasol" para Santiago. Mejor andaríamos por ella todos, y más contentos, que los que invertebran España son, en fondo, los que menos valen, como ud. señor borrico.

miércoles, 13 de agosto de 2008

La serrana de la Vera: un paseo por el mito. (Ensayo)






La Casa
de Don Pedro de Carvajal

No son estos días de estío adecuados para el caminar sereno; el otoño, viene mejor. El viajero no quiere, sin embargo, perderse la ruta famosa que nos lleva por la sierra de Tormantos hasta el lugar donde la serrana de la Vera tuvo su morada mítica. Recuerda de niño cuando su abuelo le señalaba con el dedo: mira, allí, allí está la cueva de la serrana. Apura el café. La mochila tiene el peso adecuado: bocadillo de tortilla, un par de latas de refresco y agua. Por la noche comprobó la previsión del tiempo: sol y moscas; sin embargo, el viajero comprueba que la mañana está densa, húmeda, fresca y oscuros nubarrones se fijan en la sierra. Vuelve a casa y coge ropa de abrigo: el viajero es previsor. El viajero quiere trasladarse al pasado y lo logra, mientras los primeros agricultores salen para el campo en sus automóviles de trabajo; algunos cargados con gruesas gomas negras; otros con azadas, gumias, calabozas y, como herramientas más modernas, como la mochila, necesaria para aplicar los herbicidas. Es de noche cuando entra por las calles de Garganta de la Olla. El viajero ha traspasado el umbral del tiempo: se haya en el siglo XVI o en el XVII, no lo sabe bien. Voces furiosas suenan en la plaza pública y una partida de hombres, medrosos, con las teas aún encendidas, se prestan a salir en busca de un proscrito; el viajero se lava la cara: la plaza está vacía. Enlaza por una calle que a mano izquierda de la plaza se haya y llega a una esquina. La calle está vacía: una discusión altera el silencio; un padre y una hija discuten. Se sabe que es un padre por varios motivos: uno de ellos es que llora, otro de ellos, el principal, porque grita: ¡Hija! ¡Hija! ¡Hija!. El viajero supone una disputa familiar; se detiene, aunque no es de los que guste de entrometerse en lo ajeno; el viajero mira su reloj: son las 6. Las voces de la plaza se hacen más audibles. Canta un gallo. Y un hombre embozado, menudo, diríamos que hasta de baja estatura, sale corriendo de la casa en disputa, tras portazo sereno; el hombre porta una tea, mientras sus pasos resuenan y desaparecen hacia las voces de la plaza. El viajero ha quedado oculto por las sombras que la mañana aún no han descubierto y un llanto de mujer ahogado, casi imperceptible, queda suspendido desde el interior de una casa cerrada a cal y canto. El viajero sigue su trayecto calle arriba, sereno, confiado y enciende el primer cigarro de la mañana: no debía fumar, lo sabe.


Inicio de la ruta de la serrana de la Vera por el puente de San Salvador

La de Poserrano, Pozas y Valtorete son las tres fuentes que esperan al viajero; sabe, además, que estos boscajes veratos son frescos: crecen los helechos, y, además, los musgos cubren las piedras graníticas desprendidas. En cualquier lugar hay un regato, una sombra, un lugar donde rellenar la cantimplora, desabrocharse los zapatos, soltar la mochila, fumar un pitillo y meter los pies en agua; el paisaje es boscoso: lo conoce bien. Empieza a despuntar el alba. La singladura puede ser difícil, le consta, pero prefiere no ir pertrechado de móvil. Él es así. Lo habitual es recorrer la ruta cuesta abajo: iniciar en la localidad de Piornal el camino, recorrer la altiplanicie serrana, por la zona de los helechales, donde se solazan los piornalegos, y, posteriormente, bajar el puerto por la angosta trocha; sin embargo, el viajero es un buscador, un buscador fluvial, añadiría: no en vano, él mismo así se define. Aunque nada tiene que ver, claro está, el ser un buscador fluvial para que éste ande cuestas arriba siguiendo rutas recónditas de mitos pasados: Sin embargo el viajero, argumenta, trata de recorrer la “ruta de la serrana” tal y como alguna vez debió de hacerlo, en caso de ser ella la serrana de la vera, la doncella –tal vez-, Isabel de Carvajal. El viajero no es verato, pero se conoce bien las trochas, caminos, sol y brisas tormanteñas: no hay cuidado. Al pasar por el puente, bajo el cual una cristalina garganta verata fluye aguas abajo, el viajero siente que, otra vez, el reloj que mide el tiempo le juega una mala pasada. Hay menos luz, pese a ser más de mañana y pese a que un segundo gallo se alborota. El bosque parece más oscuro, más frondoso, más sombrío. El viajero mira hacia atrás, al cercano pueblo de Garganta de la Olla que acaba de atravesar; sin embargo el pueblo está envuelto en tinieblas. La luz eléctrica que iluminaba las calles han desaparecido y el viajero solo escucha el rumor agradable y fresco de la garganta cercana y, más a lo lejos, las voces nocturnas, alborotadas, que escuchó aquí atrás, en la plaza del pueblo. De la calle estrecha aparece una legión de sombras masculinas con teas encendidas. El viajero se aparta hacia un lado, para no estorbar y los deja pasar. La comitiva encendida no para en mientes del viajero: es invisible a ellos; no en vano es un buscador de otro tiempo. Ahora bien ¿Qué busca? El viajero no lo sabe, pero lo digo yo: El viajero es un buscador, simplemente. La comitiva va enfebrecida, nerviosa; el viajero le parece que son labradores, hombres del pueblo los que, detrás de una partida de caballeros ataviados con negros ropajes, que denotan autoridad municipal, y de ciudades populosas cercanas, infiere el viajero, acompañan hasta el puente a los caballeros. La autoridad eclesiástica queda bendiciendo a los que parten y los villanos, detrás de él, quedan a la expectativa. El viajero observa todo, ya alejado del puente unos metros y, a su vera, pasan los caballeros oscuros que van de caza; tenebrosos corceles de ánimas espectrales. Cerca queda el campanario del pueblo, que empieza a hacerse visible en la mañana, aún no emite su sorda campanada: se encuentra a la expectativa, como el viajero.

El padre de Isabel de Carvajal

El viajero es alguien misterioso; él, asimismo, se define como un buscador fluvial. ¿Quién es el viajero? Escuchémosle, el nos lo relata: “Voy a decir sobre mí algo que hasta la fecha nunca había dicho: soy un buscador fluvial. No voy a ocultar a nadie que he recorrido sendas fluviales de belleza inusitada. Desde sabios ríos fronteros, hasta las cristalinas aguas del Xerete”. El viajero inicia el ascenso de la ruta. Los caballeros ya pasaron raudos y el ruido que los cascos de sus corceles se hijo imperceptible. Los campesinos se dieron media vuelta, todos, excepto uno, que sigue, con los ojos perdidos, mirando los ya más claros contornos de Tormantos. El viajero lo reconoce por sus ojos y lo mira; sin embargo el campesino, que tiene la mirada perdida, se haya inmóvil. Dos movimientos continuos en un lugar parado por el tiempo: el viajero sigue la senda que le lleva por la ruta serrana y el viajero, a la vez, se encuentra mirando a un padre de ojos perdidos.

La serrana de la Vera: un mito hispánico del siglo de Oro.

El viajero sigue el camino recién emprendido; viste calzado cómodo, de aventurero, pantalón corto y camisa; el peso de la mochila le molesta poco. Atrás quedó Don Pedro de Carvajal. El día está plúmbeo, como si quisiera llover, por ello la vegetación está exultante; el viajero sigue meditabundo, y admira la granítica vertiente que, de estos lados, empiezan a divisarse en lo alto de la serranía. La serrana de la Vera: mito hispánico, se desarrolló por estas trochas, por estos vergeles veratos. Tres mitos hispanos tuvieron su nacimiento por casi las mismas fechas: La Celestina, Don Juan y Don Quijote. ¿Existe alguna relación entre ellos y la Serrana de la Vera ? El viajero aún no lo sabe, pero lo intuye: es un buscador. Mitos hispánicos únicosm, irrepetidos, sustanciales. Estudiados repetidamente en las dos pasadas centurias: siglos XIX y XX. Largo es el listado de eruditos. Mitos ontológicos, necesarios para conformar el ser de España. No es raro, por tanto, que Menendez Pidal, Americo Castro, Pérez de Ayala, Ortega y Gasset o Gregorio Marañón intensifiquen sus estudios; menor es la atención prestada, sin embargo, a la “Serrana de la Vera”. Sin embargo, ¿que tiene el mito de la serrana como eminentemente hispano? Eso es lo que el viajero trata de dilucidar en su caminata por la ruta ¿Por qué su interés?

El corral de Zapateros

Hoy en día la ciudad de Alcalá de Henares se encuentra muy cambiada, pero bien puede decirse de ella que fue un modelo de ciudad barroca; el acceso está sembrado de rotondas viarias donde, cada mañana, se amontonan cientos de vehículos en inhóspita madrugada. Pero hubo otros tiempos donde en ella rivalizaban estudiantes con manteos de colores; las riñas entre bandos eran habituales y por las noches la ronda del Rector de San Idelfonso salía por las calles en búsqueda de truhanes, pendencieros y alborotadores varios que, con mal vino, se daban cita en el “callejón del peligro”, junto a “la posada de la Parra”. Justamente enfrente de ésta se encuentra una casa pobre, por su entramado, y gloriosa, añadimos, por siempre conocida como “la casa de la Calzonera”. La calle, llamada del Comercio, larga y soportalada - entonces con columnas redondas de piedra decorada en vivos colores con ocasión del Corpus -daba a la plaza del mercado, hoy en día conocida como de Cervantes; junto a los edificios municipales con sede en las viviendas colindantes y justamente enfrente del torreón de la calle del arco, hoy desaparecido, había su entrada por un portón desvencijado y un pasillo viejo y maloliente a un corral de comedias. Veamos que ocurre en él: los estudiantes, con sus manteos, y los villanos, con sus trajes de época, parecen prestar atención a lo que los actores dicen. Silencio oigámosle. Habla Giraldo:

Pues por la fe de hombre honrado

que no lo hagáis, que aunque estoy

viejo, padre de hijos soy

;y si el cielo no me ha dado

varón que pueda volver

vida arrestando y honor

por las ofensas, señor,

que vos me podáis hacer,

una hija me dio el cielo

que podré decir que vale

por dos hijos, porque sale

a su padre y a su abuelo;

que fuera de la presencia

hermosa, tan gran valor

tiene, que no hay labrador

en la Vera de Plasencia

que a correr no desafíe,

a saltar, luchar, tirar

la barra, y en el lugar

no hay ninguno que porfíe

a mostrar valor mayor

en ninguna cosa de éstas,

porque de las manifiestas

vitorias de su valor

tienen ya gran experiencia

que es su ardimiento bizarro

.De bueyes detiene un carro,

de un molino la violencia;

corre un caballo mejor

que si en él cosida fuera,

y en medio de la carrera

y de la furia mayor,

que parece que al través

a dar con un monte viene,

suelta el freno y le detiene

con las piernas y los pies

.Esta mañana salió

en uno al monte a cazar,

y casi todo el lugar

tras ella, que la siguió siempre que a caza ha salido,

por verla con la escopeta cómo los vientos sujeta,

que ningún tiro ha perdido

al vuelo, de tal manera

que no hay ave que la aguarde

ni todo el furioso alarde

de los brutos.


El viajero sigue su camino cuestas arribas; recuerda su vieja ciudad de Compluto y sus largos paseos por ella; ciudad por luengos años olvidada, ruinosa, vilipendiada y ultrajada. Ya volveremos a ella, pues en su corral de comedias tiene lugar un acontecimiento singular: se representa el primer acto de la comedia de Vélez, la serrana de la Vera.


Las últimas estribaciones de Gredos


Fue Unamuno quien trato de buscar la tradición eterna; en “en torno al casticismo” es un libro ejemplar en ese aspecto. El viajero lo recuerda, mientras sigue su camino, por las trochas serpenteantes. La luz ya ilumina con nitidez el camino y, a lo lejos, el campanario de Garganta de la Olla se ve inhiesto, al fondo, sobre el caserío. El pueblo queda arropado por la vegetación frondosa y fresca que lo rodea. Los viajeros de hoy en día no son como los de antes, piensa el viajero, que, durante unos momentos, hace un descanso para tomar el resuello y contemplar el pueblo serrano, inhóspito en otro tiempo, de Garganta. Es aún temprano para tomar el café que caliente se mantiene en el termo; sin embargo, se dice, un vasito no le vendrá mal. La mañana, pese a ser agosto, está fresca. El viajero se sienta sobre una piedra, tranquilo, no tiene prisa; observa el pueblo, la vegetación y divisa la carretera, situada en la ladera que arropa a Garganta de la Olla, contraria a la que él se encuentra, y que va camino del cercano Yuste. El lugar despide un alo de leyenda, un alo de otro tiempo; no le es difícil al viajero trasladarse a otra época. El viajero escruta el terreno: al fondo el pueblo, metido en la olla, circundado por la vegetación espesa y encima, granítica, inmensa las últimas estribaciones de Gredos, de altitud considerable, con la Cuerda de los Infiernillos, el Collado de las Yegüas y, al otro lado, el Glacial de la Serrá. Buen lugar, se dice, para los aficionados a las montañas.


Unamuno recorre la Vera

Unamuno, como viajero, con su traje impecable oscuro, sus anteojos, alto, algo desgarbado, viene montado en un caballo que le trae desde Navalmoral. Es don Miguel, por entonces, una de las autoridades intelectuales hispanas y hace viaje por el suelo patrio buscando la raíz, el lugar, de un problema ontológico, vital: es el problema de España. No será él tan solo quien recorra tierras extremeñas; posteriormente, Marañón visitará las Hurdes; la visión surrealista a ese problema, sobre el ser de lo Español, la pondrá otro genio, un intelectual del cinematógrafo: Luis Buñuel. Pero sigamos con Unamuno, mientras nuestro viajero sigue sentado en una piedra musgosa, contemplando el pueblo de la Vera, las selvas que lo rodean, y la mole granítica que se abre al este; el pueblo, según los ojos que contempla el viajero, ha quedado enclavado en otro tiempo. No ve el recinto deportivo que hoy en día existe, ni las construcciones modernas que ya lo rodean; tan solo el caserío antiguo y, rodeándolo, un inhóspito bosque de robles y, como los vio Don Miguel, poderosos castaños encadenados. Llega Unamuno a la Vera de un modo peculiar y visto de lejos parece confundirse con Don Quijote. El trote es suave, pero aún así, las maletas que trae consigo, sobre los lomos del caballo, vibran y se balancean, dejando aire; va el catedrático desgarbado, lentes, y sombrero, esta vez, claro, sobre la montura. Se seca la cara con un pañuelo y divisa a lo lejos, las montañas cada vez más cercanas; montañas tristes, montañas bellas; montañas serenas de apacibles viajes en tren, montañas que pasan, que se dejan a la vera, en un viaje a vapor. Publicó Unamuno “Por tierras de Portugal y España” en 1911; unos años antes, bastantes, había publicado “En torno al casticismo”. Es problema que le acosa es de raíz generacional, como nos hizo ver Ortega: una búsqueda del alma castellana, de la tradición eterna del presente. Unamuno es otro buscador. El viajero se pone en pie, a lo lejos divisa la llanura que se extiende hasta otros montes más lejanos: son las sierras de las Villuercas y los ibores; llega don Miguel, a caballo, desde las mismas, pasando por los campos de Arañuelo, por pimentonales, donde bravas, pequeñas y coloradas extremeñas hunden la cerviz. Don Miguel cruza el río y nuestro viajero continúa su caminata entre helechos frescos. Un avión, en lo alto, rasga el aire, rompiendo el cielo. Sí señor, se dice el viajero, el mundo necesita de Quijotes.

Una ciudad del Barroco

Es la ciudad de Alcalá de Henares una gran desconocida; vieja señora de ladrillos derruidos que, hasta hace poco, mostraba un paisaje desolador. Sin embargo, cuando corre el siglo XVI y XVII es una de las ciudades más populosas del suelo hispano; a sus muros llegan estudiantes, y profesores, de todas partes. Unos buscando la justicia foral, otros, de veras, para reconstruir la ideal comunidad platónica que Cisneros quiso crear. Y, dirán ustedes, ¿Qué tiene que ver la serrana de la Vera con la ciudad ribereña del Henares? Y yo les digo, no más, que en estos momentos, en uno de los corrales de comedias tiene lugar la dramatización de Vélez; y esto no es peculiar que así sea, pero lo peculiar si es, en cambio, que se representa en esta ciudad otro drama peculiar: el debate, el germen, de lo español. No es el nacimiento de Cervantes, ocasión circunstancial; es otra cosa. Alcalá de Henares sigue siendo una gran desconocida todavía hoy. Para visitar Alcalá y sus parajes hay que cortar la ciudad en dos, con línea a media altura de sus edificios y admirar su caserío a esta altura; así se puede presenciar en drama del que hablamos. Las calles son largas, racionales, tiradas a cordel y su anchura es canóniga con la altura media de sus edificios; aparece siempre a la vista, en perspectiva renacentista, una cúpula, un espadón o un pináculo que caen al medio, dramatizando, teatralizando la vía pública. El drama de lo español se vive a voladizo y, a pie de calle, se disfraza con estudiantes ilustres que patean sus calles: Lope de Vega y Calderón entre ellos y, por una puerta, un corral de comedias con suelo empedrado con cantos del Henares. Alcalá de Henares vive a salto entre dos épocas: Renacimiento y Barroco. Renacentista es su Universidad y su trazado racional, funcional, del siglo XVI; en sus imprentas se imprimen, en masa, las obras reformistas por excelencia: a Erasmo. Alcalá se constituye en centro erasmista, humanista, y la crítica al clero se manifiesta con un anónimo Lazarillo del Tormes, donde pesquisas últimas hacen llevar a Alfonso de Valdés. No es eso, sin embargo, lo que nos interesa aquí. Lo que nos interesa es un enfrentamiento arquitectónico en las alturas complutenses; cambia el siglo y la reforma ha sido confinada, y Erasmo es considerado un heresiarca: corren nuevos tiempos y una comisión de profesores de San Idelfonso acuden a Trento, a defender las verdades de la fe católica, y, entre ellas, a imponer dogmas católicos, ante la vida disipada y venérea que los nuevos tiempos han acarreado. El drama es de interés para entender no solo la época sino, más allá, los mitos y leyendas que conformaran lo español. Si el siglo XVI fue un siglo luminoso, por las referencias a los clásicos, de inspiración humanista y cristiana, el siglo XVII amanece con un cambio de signo: la Contrarreforma. Es ahora pronto para adelantar su contenido. Veámoslo, sin embargo, de una forma arquitectónica. En la fachada de San Idelfonso hay figuras clásicas: Perseo hacia un lado, Palas Atenea a otro, portando sendos símbolos erasmistas. El poderío de San Idelfonso, en cambio, debe ser limitado y, en altitud, aparecen pináculos conventuales con el objeto de restarle poder. Las calles se teatralizan y las fachadas telones de los conventos saltan a la calle como símbolo del poderío de la contrarreforma.

El pueblo y los genios

No es solo el teatro barroco donde el drama de la Serrana de la Vera constituye su única génesis como mito hispánico; mito, como luego hemos de ver, de singular alcance. Nace en determinada época como producto de la misma; en él tiene su razón de ser y alcanza un determinado éxito. Sin embargo es imposible deslindarlo de su paraje natural. La serrana de la Vera, es cierto, tiene que ver con una cultura determinada de la que es germen; pero el lugar, en Tormantos, donde dejar sentadas sus proezas vienen muy a pelo. El viajero sigue con la subida verata hacia la meseta serrana donde, dicen, tuvo la serrana su cueva y el entorno, es cierto, es lugar para la magia, es lugar para los mitos. Pero por ahora nos hayamos en el Barroco, época de Oro de las letras hispana, donde surgen nuestras más fecundas leyendas y nuestros más importantes mitos. Dice Gregorio Marañón que la mente de los grandes creadores, es decir, pueblo y los genios, obedecen a razones espirituales profundas; este es, no otro, el objeto de este ensayo breve sobre el mito de la Serrana de la Vera. Este es, sin duda, un claro ejemplo de cómo esta aseveración mañaroniana cobra sentido, junto a otras. Para la Serrana, como para Don Juan, todo fue obra del ambiente español de aquellos años, y no pudo serlo de ningún otro. Aquellas fueron épocas de crisis, de tensión, de cambio… épocas gloriosas, de sufridas vidas, e importantes tensiones religiosas encrespadas, que se baten el cobre en el alma espiritual de un pueblo, dirimiendo el alma de lo hispano.

martes, 12 de agosto de 2008

YouTube - charlie parker - sessions II

YouTube - charlie parker - sessions II

Gratos recuerdos me han evocado los ritmos cálidos de Bob Marley, gracias a una amiga. El día está húmedo, cargado, denso; una fina lluvia caía esta mañana por las sierras valxeritenses; lo justo para refrescar las sienes de mi cuerpo sudoroso; en casa, al caer la tarde, el bochorno, las cálidas nubes pesadas… y una hamaca… y Bob. Todo sigue siendo falso, una enorme mentira, excepto el calor, la hamaca y los ritmos de Jaimaca; me preparo un Gin-Tonic. Hielo. Burbujas. Limón. Y Bob. Y el mundo es una mentira. Los hielos chocan contra el cristal del vaso, la Ginebra se refresca, la gaseosa susurra su verdad… Y Bob, a mi lado, hablandome al oido: “So much Trouble in The World”. El mundo es una mentira… solo Bob: el y yo. Y mi Gin-Tonic. No necesito nada más que viajar…viajar…viajar… Ahora dejo esta maravilla de Charlie Parker en estas cálidas noches valxeritenses. Que disfrutéis.

!Ay! Si los políticos fueran como Sancho gobernando la ínsula de Barataria.

!Ay! Si los políticos fueran como Sancho gobernando la ínsula de Barataria.

don Quijote: «ya por muchas experiencias sabemos que no es menester ni mucha habilidad ni muchas letras para ser uno gobernador, pues hay por ahí ciento que apenas saben leer, y gobiernan como unos girifaltes», II.32.41.

Sancho Panza escribe a Teresa Panza: «De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mesmo deseo», II.36.14.

Cuando Sancho Panza le expresaba sus escrúpulos por su falta de preparación: «buen natural tienes, sin el cual no hay ciencia que valga; encomiéndate a Dios y procura no errar en la primera intención», II.43.21.

Con este artículo quiero dar contestación a un amigo, espero que él me permita llamarle así, de los que se han dedicado a la política, como suele decirse, ejerciendo cargos públicos: sin dejar de encomiar su labor como hombre público y sin dejar de valorar los buenos hombres y mujeres qua hay trabajando en los municipios, a este amigo, como digo, le vi un tanto molesto cuando les decía que, por regla general –no olvidar que digo regla general- muchos de los que se dedican a la política (en especial me refiero a la política local, aunque también abundan, y mucho, en la política nacional –y si no leer mi artículo sobre el debate Solbes-Pizarro) son politiqueros de tres al cuarto, sumamente mediocres. Eso sí reconozco la dificil tarea encomendada a los Sanchiles (buenos gobernantes), los cuales, haber, los hay y sé que muchos más de los que algunos creen que yo creo que hay ; entronco también con el comentario que hago a Ginebra en el anterior artículo y que les dije a unos politiqueros, estos sí, de sentido ideológico contrario al de mi amigo, para que vean que reparto por igual a los de un partido como a los de otro. En fin, la respuesta, junto con mis argumentos, que le he dado es la siguiente: Como lo que allí escribí lo escribí antes y tu me respondiste aquí, puede haber habido un malentendido y puedes haber creído que seguía dándole a la manivela el asunto que, para mí, estaba ya zanjado y tan amigos. Me alegra debatir contigo; y es muy posible que sean más los puntos en común que los puntos discordantes. Debido a que me das respuesta a mis argumentos, con apabullante precisión y razón suficiente, he decidido contestarte; principalmente las reflexiones que hago son particulares y que han tardado un largo tiempo vital en llegar a ser las que son. Éstas aparecen como punta de Iceberg y pueden parecer, si de mí lees tan solo lo que está entrecomillado, que te lleves una falsa impresión de mi pensamiento y su mayor o menor profundidad. Ginebra me conoce bien y circunstancialmente iban dirigidas mis apreciaciones a ella, que podía entender todo el sustrato de lo que digo y porqué lo digo. Mis “noches valxeritenses” surgen como un modo de participación política en lugares que, a mí entender, la política sigue pareciendo carpetovetónica. Y suelo usar mucho esta palabra porque, efectivamente, la política ha quedado enclavada en los años de Maricastaña que viene a ser en la Restauración Canovista y el pucherazo. Me preguntas en que me baso para hacer semejante afirmación y no hace falta irse lejos. Me gustaría que conocieras todos los argumentos que suelo emplear y verías que cercanos y cálidos son. No estoy del todo de acuerdo en la función política que canalizan “los políticos” (como si no fuéramos todos los humanos “animales políticos”) que expresas; esto no deja de ser un precipitado socio-cultural de larga tradición y complejo proceso. Soy político en la medida de que soy ciudadano y, por ello, no menos importante que cualquier concejal o Alcalde; ejercer la política no es coto exclusivo de los que aquí llamamos políticos: la política es más compleja de lo que los atribulados políticos ejercen, puesto que la vida pública, en palabras de Ortega “no es sólo la política, sino, a la par y aun antes, intelectual, moral, económica (…); comprende todos los usos colectivos e incluye el modo de vestir y el modo de gozar” y hasta repito con él “ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que un hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de hemiplejia moral”, agregando, “hoy en día las derechas prometen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías” (¡Y eso lo decía en 1929!). Como veo que me has dado respuesta sin conocer, poco o mucho, lo que pienso y sin saber porqué digo lo que digo te comento, repito, que mis “noches valxeritenses” consiste en hacer un esfuerzo por ejercer una democracia directa fuera de “los partidos políticos”, organizaciones que han tratado de politizar la vida pública, creyéndose que la política es de ellos; y cuando hablo de politizar hablo de la falta de “minorías selectas” y la tendencia “al particularismo”: tendencia de cada grupo, clase o región a buscar insolidariamente su propio interés sin atender el bien común; verdaderos motivos, hoy como ayer, de una politización partidista y soez: por ello estoy con lo que dice Adela Cortina, catedrática de filosofía moral: “Desgraciadamente, porque entiendo que el principio de la democracia debería ser el protagonismo de los ciudadanos. Los ciudadanos tienen que darse cuenta de que la democracia es el gobierno del pueblo y que los políticos tienen que ser unos coordinadores de las sugerencias, los proyectos y las ilusiones de la sociedad”. O es la politización de la vida pública lo que más cansa. No. La vida pública son las celebraciones conjuntas, como las fiestas y tradiciones de un pueblo, las creaciones culturales de una localidad, las reuniones, tertulias, juegos, cafés; y, diría ahora, la politización no es lo que enturbia las relaciones sociales: a todos nos interesa el "bien común". Ese es el objeto compartido de dos ciencias prácticas: la política y la ética. Lo que cansa, lo que aburre es otra cosa: la partidización. Dice Adela Cortina, Catedrática de ética y Filosofía política lo siguiente, argumentos que comparto: "La razón es que cada partido ve en los grandes temas una cantidad de votos, por eso hacen propuestas que lo diferencien del adversario, y con ese punto de partida resulta imposible alcanzar acuerdos. Si los partidos mayoritarios buscan la diferencia y no el consenso, es debido a que tienen la falsa idea de que encontrarlo significaría que los ciudadanos tendríamos dificultades a la hora de decidir a quién votar, porque no distinguiríamos entre unos y otros. Se ha llegado a tal extremo en la sociedad que, si una idea propia coincide con la del PSOE o el PP, te dicen que perteneces a uno u otro partido. Hasta ahí llegan las cotas de animadversión, y se ha de explicar que digan lo que digan unos u otros, eso no influye en mí, porque lo pienso yo, que tengo capacidad para ello". De todas formas, por si te puede interesar, te señalo lo que dejé escrito en otra parte, sobre la para mí una forma de organizar la vida pública que es lo que es la política mas que nada: para mí, la verdadera vertebración del Estado se efectúa en la política municipal o local. Nada me gustaría más que en los pueblos tan politizados en intestinas, calamitosas y cainitas debates políticos entre vecinos se hablase de Política en mayúsculas. Repito: para mí la auténtica vertebración del Estado se efectúa en los municipios y comarcas. Ahí es el mejor lugar para elegir a los mejores representantes de los ciudadanos y donde son los ciudadanos los que hacen la política. Elegir a los mejores no significa escoger al que más sabe (el intelectual tiene otras funciones más relacionadas con la pedagogía política y moral de los gobernantes que con el propio gobierno), no, repito, no es elegir al que más sabe, sino elegir al más “sabio”. El más sabio puede ser una persona, como Sancho Panza, que sepa poco de leyes y poco de letras: pero en cambio tiene la virtud del político: la de ser “buena persona”. Cosa esta que es dificilísima: entre miles, o millones, se pueden contar con los dedos de una mano las buenas personas que hay. En fin, creo que los representantes locales y comarcales tendrían que ser los que acudieran a las cámaras nacionales, pero no como representantes de todos, sino como representantes de sus comarcas y localidades: así la política se hacía de abajo, desde el ciudadano –siendo un ciudadano el político – hacia arriba. Sería a través de elecciones locales o comarcales como ser elegiría a un gobierno supra territorial, y no a través de elecciones generales. La convivencia nacional actual no está fundamentada de esta forma: sino que va de arriba hacia abajo. Mientras que en mi postura son los ciudadanos los que efectúan el sosteniendo del estado con sus fuerzas hacia arriba, en la forma actual los ciudadanos son aplastados por el estado que ejerce su empuje hacia abajo. Y repito, cuando hablo de regla general, lo digo porque la experiencia me ha hecho ver que eso es así: no quiere decir que lo veas de otro modo. Sin embargo yo ya tengo algo de estoico y mucho de Epicuro, por eso me quedo en mi jardín, que le tengo, y hago la política, esa realidad de la cual te crees, equivocadamente, que solo “los políticos” pueden hacer algo: pues hay otras formas de hacer política, como participado en las fiestas del pueblo y hablando con todos los vecinos y no llevándose mal con ninguno, sean cenutriamente de izquierdas o de Derechas. Y el que aquí escribe es liberal hasta la médula, como lo era Ortega o Ayala o Marañón –mis escritores preferidos, y progresista como Galdós –otro de mis preferidos. Buenas tardes.

domingo, 10 de agosto de 2008

meditaciones del Quijote


Inicio, con este artículo, una serie de meditaciones sobre la obra de Ortega y Gasset y nada mejor que hacerlo que con su primer libro: meditaciones del Quijote. Me mueve a ello, como el propio Ortega señaló, el amor intellectualis que usó Spinoza. Creo que la mejor manera de adentrarse, o introducirse, en una disciplina cualquiera es la de coger algún autor importante y desentrañar su pensamiento y su obra de cabo a rabo, sin dejar flecos, con constancia; y preciso que iniciarse con Ortega para el pensamiento filosófico es una oportuna propedéutica. Principalmente así lo creo porque Ortega, además de pensador, era un excelente escritor. Son muchos los que le han puesto esta tremenda tacha a Ortega: Ortega, decían, no es filósofo, es escritor. Dándose poca cuenta sus detractores de que las circunstancias dentro de las cuales se debatía Ortega era una: España. Y que España tenía una amplia tradición literaria y, en cambio, una limitada tradición sistemática filosófica. Posteriormente, en su obra ¿Qué es filosofía?, se felicita por haber conseguido que los españoles se interesaran por la filosofía, siendo él un profesor de filosofía in partibus infidelim, en tierra de infieles. Así que es casi ocioso justificar que su primer libro tuviese por título meditaciones del Quijote. Uno de los libros más importantes de filosofía escritos por un español y publicados por un español se etiqueta en sus lomos como una reflexión del Quijote, la más celebrada cima de la literatura universal, que tiene su inicio vital aquí, en tierras manchegas. Por ello, hay que rebatir a los detractores de Ortega de la siguiente manera: la forma de filosofar de Ortega es a través de la literatura y, en especial, usando la forma literaria: el ensayo. Ninguna otra forma le hubiera valido para filosofar en España. Sus detractores, como vengo repitiendo, asumían que en Ortega no había filosofía y sin embargo, detrás del prólogo y en su reflexión sobre Cervantes y el Quijote toda una teoría de la realidad. Fue necesario la publicación de las lecciones de filosofía que impartió en un famoso teatro madrileño, en uno de sus libros eminentemente filosóficos, para que se dieran cuenta que en Ortega había sistema; pero ese sistema solo emerge por inmersión, valga la aparente contradicción, para contemplar el Iceberg del que nos habla Marías en bloque. Quiero señalar que para adentrarse en la filosofía Orteguiana, como de cualquier otro autor, no es posible aprehenderla bajo los esquemas y resúmenes: hay que sumergirse y mirar con escafandra marina para contemplar tanto lo que asoma como por lo que se oculta. La importancia de meditaciones del Quijote, un ensayo, una obra literaria que como tal busca la belleza –y por tanto la verdad- es mayúscula: porque todo el pensamiento Orteguiano se encuentra en él dibujado. Ya no sólo por el archirepetido inicio, sino, fijémonos, por otras pinceladas: “Héroe es –nos dice- quien quiere ser el mismo”. Es esencial comprender que la filosofía no solo se encuentra en los sistemas filosóficos; Ortega se estrelló, reconozcámoslo, en los sistemas filosóficos, hasta el tanto que creo que la forma de filosofar continental, el idealismo Neokantiano, en boga por los tiempos de estudiante de Ortega, el jóven Ortega no entendió, como se dice, ni papa. O no se si tanto, pero embrollado hubo de parecerle un rato largo. Así que decidió pensar al estilo español y que mejor que usar el ensayo como modelo de reflexión. Precursor del ensayo fue Montaigne, pero fue sin duda Ortega –junto con otros de su generación, como Gregorio Marañón – quien lo dota de sustancia íntima intelectual en grado sumo. La filosofía es amor al saber, amor a la verdad y no en vano así la conceptualiza Ortega en sus meditaciones del Quijote: “la filosofía es la ciencia general del amor”. Y entroncando con la tradición ensayística, el amor intellectualis, el ensayo es el género literario que mejor expresa tal emoción, pues en él siempre podemos encontrar el “laberinto de entretejidas voces” del que nos hablaba Borges. Se puede tachar de falta de originalidad, es cierto, pero el juego lúdico del ensayo, por selección, hace que se ponga de manifiesto uno de sus elementos básicos: el “yo” subjetivo en la inextricable avalancha de objetos culturales, que suponen “la circunstancia”. El método elegido para filosofar por Ortega no pudo ser más consecuente con su filosofía; que feliz noticia que el hubiera elegido, y además muy conscientemente, dicho método; pues si de lo que trataba era rebatir a los sistemáticos neokantianos, que no eran auténticos, porque eran, principalmente, aburridísimos, como quien dice sin sangre, sin ebullición, sin temple, que mejor que el ensayo para filosofar en tierra de infieles.

sábado, 9 de agosto de 2008

Una filosofía neoliberal de las relaciones laborales.




Como andan los tiros por las relaciones laborales: las relaciones del oeste. Un oeste un tanto incierto, me parece, pues los que tiran a matar siempre son los mismos y los que van desarmados, como quien dice sin paga, son los de siempre. Se impone un modelo de relaciones laborales que yo llamo de crisis, de recesión. Éste, por si ustedes no entienden de la materia, que yo sí, es el siguiente: Monto un chiringuito (inmobiliario, por ejemplo), hago dinero, lo meto en la maleta, hago las inversiones oportunas a nombres diferentes a mío, cierro el chiringuito… y pum, pum…: una filosofía neoliberal de las relaciones laborales. Cuando a Aznar, en su día un hombre pragmático, sin ataduras ideológicas, le pusieron en el Poder los que le pusieron: los dos grandes complejos económico-financieros (BBV-La Caixa – con Repsol, Gas y Telefónica-, por un lado, y Santander/BCH, por otro) andaban buscando una recesión como la que se tercia hoy en día. Lo que le han fallado han sido sus estrategas, y por ello han andado a la deriva. La filosofía es bien sencilla, y arto estoy de saberla, por escuchar la radio inter-economía, y por conocer a algún que otro de sus reverendos. Materias económicas que entroncan con el interés que tengo sobre lo moral y su filosofía: la ética en los negocios y en las relaciones laborales. Eran tiempos del empresario, la moral del tiburón: el empresario no es un desalmado social, con crean, y en cuanto dispone de su ámbito adecuado (gastos públicos paupérrimos, impuestos ligeros y contrato civil para el de trabajo) está más que interesado, el benemérito, en colaborar en beneficio de la comunidad -¡Qué buenos son, los señores empresarios, qué buenos son que nos dan de trabajar!-. En “buen capitalista” había sido despreciado hasta entonces, y sus hijos y sobrinos, corifeos suyos y con masters en el IE, abandoreleando el “alabaré” los domingos, día de nuestro señor, había sido despreciado hasta entonces: y sólo espera que vuelvan las condiciones favorables, que majos, para desarrollar su tarea social: a partir de ahí las recetas liberales auguran mayor crecimiento económico, mayor riqueza y más empleo. Vamos, los mismos argumentos que comentan el cenutrio del Land Rover, el de la viserilla, el de la camisa de cuadros de canal siete en sus tertulias al fresco entre afines en cualquier pueblo de política carpetovetónica, todos ellos expertos en análisis balances, cuentas de explotación, apalancamientos financieros y ratios de solvencia. La primera medida que se tomó fue eliminar el horripilante y bochornoso contrato de aprendizaje que permitía ser aprendices a maromos con canas. Solución: nuevo contrato para fomentar “la contratación indefinida”. Modo: “despido por causas objetivas” más barato: decovin deconvan de la vera vera van dijo el padre en la cocina ¿Cuántos dedos tengo encima?... dos reales y medio: “pa” cuando cierre el chiringo. Ahora vean ustedes la jugada: vieron la del chiringuito ¿Verdad? –lo llaman franquicia de “Don Piso”, por poner el caso- y ya saben lo de la maleta ¿Me copian?. Y ¿Qué se ve? Al joven hipotecado con ojos de corderillos degollado, hasta hace poco con callos en los pies de patearse tanta calle, al que se le hace la siguiente propuesta: Mira chaval o aceptas una semanilla de indemnización por despido procedente, y a tu casa, tan contento, o ya sabes, por una birria cochina de 33 días por tres cochinos años inicias procedimiento, pero cuando llegues, yo ya habré desaparecido, así que vete al FOGASA y espera año y medio. Respuesta del corderillo recién degollado: venga la semanilla. Lo que les digo una filosofía neoliberal de relaciones laborales. Anda y que les den. Algunos de los neoliberales, que se dedican a hacer punto, a escuchar la cadena COPE, y leer la Razón, mientras esperan que entre alguien a su negocio moño en ristre, suplican que se les tenga lástima, pobrecillos, que sus tres viviendas no encuentran quien las alquile: que los sociatas no miren tanto por los menesterosos y “los probes”, dicen los caritativos, y a ver si alguien mire por ellos, que van a tener que cerrarle el grifo a la hija, la que estudia en los mejores colegios de Wisconsin, Matachuset: leáse Opus College del corazón sangrante de Jesús Dios padre me perdone.

jueves, 7 de agosto de 2008

Paseando por la escuela de Atenas



La filosofía, es sabido, no es realmente el título académico ni los estudios que se imparten en facultades y escuelas. Vivir como filósofo es optar por un estilo de vida: es una decisión moral. Desde tiempos antiguos esto ha sido así; vivir como filósofo hoy en día en nuestro mundo se hace realmente difícil, sino imposible, o de locos, como veremos. La filosofía, repito, no es un cúmulo de conocimientos o una sabiduría almacenada: tiene más que ver con una actitud que con unos conocimientos. Por ello, no es necesario viajar al pasado y revistar lo que los antiguos filósofos clásicos escribieron; ni zarandajas, ni notas al pie de página. Ya lo dijo Cervantes para su Quijote. Los personajes cervantinos tienen más de filósofos que la caterva de egresados ciruelos que salieran de las aulas salmantinas o complutenses. Letrados no eran, no: figúrense, si no, a Sancho, que por no saber, no sabía leer o escribir. Pero Sancho, como Don Quijote, buscaban un objetivo: ser justos en sus acciones. No son los libros, repito por tercera vez, lo que hace al filósofo filosofo lo que lo hace, a quién lo es, es querer llevar una vida de búsqueda del bien y la verdad. Así, como suena. Yo creo que pensamiento más loco no puede haber en el mundo. Los filósofos, creo, se terminaron en la antigüedad clásica. Hacer renacer la actitud de esos tiempos de gloria, no sabemos en el fondo si legendarios, fue lo que trataron de hacer los personajes Cervantinos, que vivieron como filósofos. Estoicos las más de las veces, es cierto; pero sabios, al fin y al cabo, por su actitud. Si ya por los tiempos herrumbrosos de la edad de oro llevar a cabo esa actitud vital de búsqueda de la verdad y del bien llevaba aparejado el calificativo de “locura”, ¿cuanto más lo puede ser hoy?. Hoy ya no es de locos, es casi imposible. Aunque haber, los hay. La figura imaginada por muchos, es cierto, del estudiante de filosofía de hoy en día es la de, en el concepto nacido hacia la década de los 60 del siglo XX, la de “la contracultura”, lo más parecido a un hippy, el que se bañaba en el barro de Woodstock, y esa imagen ha llegado a muchos; cosa que no es del todo cierta: si la búsqueda no es de una buena vida, de pegarse la vida padre, bajo los ideales de búsqueda de lo que es justo no se es un filósofo. Para ser un filósofo se necesita un muy importante requisito añadido: la libertad. Sin ella, el filósofo, no lo es. Pero ¿Es realmente posible la libertad? Y yo contesto que sí. Pero, la libertad es un atributo de unos pocos elegidos o, más bien, un atributo de unos pocos que eligen el camino de la libertad. Camino difícil y lleno de espinas. Camino complejo si tenemos en cuenta que la vida, la “realidad radical”, como quería Ortega, consiste en un continuo proceso humano de lobos hominem ad homine: El que coge la sartén por el mango, el que evita que se la cojan, el que arrea el sartenazo, y el que, indefectiblemente, recibe los palos. Elegir y encontrar el camino hacia el lugar donde la sartén no te aporree la cabeza es muy difícil: de tal modo ¿Puede ser filósofo quien no tenga medios económicos suficientes como para no depender de nadie? Para ser filósofo se necesita independencia económica e incluso diría, ser elegante: esto es saber elegir. El más insigne filósofo español, Ortega, no era de los que se caía en los pozos mirando la luna; era un burgués, bien vestido y liberal. Así que deshechemos la idea de que el filósofo es un harapiento: aunque es cierto que Diógenes era un ejemplo diferente. La moral del Epicuro tampoco estaba mal, por cierto. Pero repito, la decisión de ser un filósofo y, además, conseguirlo esta vedado a muy pocos: puesto que es una vida exlusiva de hombres -o mujeres- excelentes.