jueves, 25 de diciembre de 2008

El intercambio (Eastwood). Crítica


Clint Eastwood, un director trascendendental, a la altura de Dreyer, Dresson o Ozu.

Por fin he visto la última película de Clint Eastwood, el intercambio. Una vez más creo que nos encontramos ante una nueva obra maestra, en una película que transita por el género del melodrama, para reivindicar, al poco que se saboree con mayor atención, el aspecto trascendental del cine de Eastwood. Atina, una vez más, el director de Malpaso. Para el público general ofrece un buen producto: una buena película, con un buen guión, unas buenas interpretaciones, un pulso narrativo habitual en su director (contención narrativa de la escena, impecablemente mantenida, iluminación lateral de los personajes, dejando las habituales zonas de blancos y negros) y montaje soberbio (como el paralelo de los juicios), banda sonora acorde “al estilo” del director, que la firma, subrayando los momentos de intensidad emocional con acordes básicos, y que ayudan a mejorar los siguientes visionados del film. Un sensacional vestuario y dirección artística, añadiendo el habitual trabajo de fotografía, como siempre soberbio, que viene dando tan buenos resultados en equipo de Eastwood y su productora. A la vez, como digo, ofrece al público más avisado los elementos trascendentales, que analizaré aquí. El intercambio transita por el género del melodrama, pero en una descripción de la naturaleza del mal, del pecado, en el lupanar que pudo significar la ciudad de los Ángeles en la década de los 20 y 30, en un relato que parece extraído de la novela negra de James Ellroy. Otra parte memorable es la del psiquiátrico.Uno de los personajes más soberbios presentados por Eastwood fue el del “director de manicomio” de Bronco Billy, que estaba completamente loco. Un mundo donde los locos se encuentran fuera. Eastwood recoge parte de esas ideas y rueda unas sensacionales escenas en un centro psiquiátrico, que entronca con la brillantísima “corredor sin retorno” de Samuel Fuller. Es muy posible que si Clint Eastwood hubiese practicado la dirección cinematográfica en los tiempos gloriosos de la revista católica Cahiers du cinema, éste hubiese sido uno de los directores fetiches de la revista, tales como Hictchock, Ford o Hawks. Es Eastwood un autor trascendental. Y “El intercambio” se sitúa en esa calificación. En una historia – un asesino de niños, el rapto de un niño, la corrupción política, policial, la prensa, la mentira…- que se constituye en un McGuffin para contarnos otra cosa, al cine de Theodore Dreyer - “The Ordet”-: la esperanza cristiana de reencontrarse con los seres queridos, el pecado, la redención, la salvación católica de las almas, el bien y el mal. Sé que muchos se sorprenderán de esta afirmación. Sin embargo, para otros más habituados a la crítica cinéfila saben a lo que me refiero. Por supuesto, me refiero al estilo que describió el director y guionista Paul Schrader en “el estilo trascendental en el cine: Ozu, Bresson, Dreyer”. El guionista de Toro Salvaje señaló las siguientes palabras “…el cine ha desarrollado un estilo trascendental, un estilo que ha sido usado por varios artistas de diversas culturas para revelar lo sagrado…en el medio cinematográfico.” Todo este estudio del cine de Ozu, Bresson y Dreyer es asimilable al cine de Eastwood, que cada vez hace un cine más parecido a estos autores. Millión Dollar Baby fue uno de los primeros acercamientos que hizo la crítica a esa idea de trascendencia; sin embargo es sabido que el cine de Eastwood mantenía ese carácter desde sus inicios. El fantasma vengador de “Infierno de Cobardes”, el jinete apocalíptico de “El jinete pálido”, la cruz que se tuerce al inicio de “Josey Walles”, la cruz de “Harry, el sucio” o la famosa secuencia del tiroteo en el campo de futbol vacío - Estilo trascendental que recogió de Donald Siegel –. La historia de redención de “Sin Perdón”, o de autodestrucción de “Bird”, en la senda del mejor cine norteamericano de los 70, y del Scorsese católico, son otros ejemplo. La reflexión sobre la vida, y su dureza, con sus golpes, y la naturaleza de la muerte, que hizo con Million Dollar Baby, vuelven a repetirse en “El intercambio”, uniéndose a los intereses temáticos de Eastwood por la infancia inocente vilmente vulnerada de Mystic River. EL intercambio está completado por escenas sublimes, como la del niño testigo que relata al policía su declaración. Toda una declaración sobre la barbarie humana y que finaliza con el plano de en un cigarro consumido. Sigue Eastwood, por tanto, con su aspecto más humanista, reflexionando sobre las heridas a las personas, el mal, el uso del Poder, la mentira institucionalizada, pero en todo caso, y pese a todo en la Esperanza. Una vez más se hace muy dificil analizar las imbricaciones ideológicas de su cine. Se revela una vez más como un artista que supera ese aspecto. Así, la escena de la ejecución está rodada sin tomar una toma de partido moral y que contiene, más allá del debate moral sobre el contenido ético de la pena de muerte -que ya había tratado en ejecución inminente, y que por ello, parece clara la postura de Eastwood ante, en casos como un asesino de niños, la imposibilidad de "juzgar" tales hechos-, nos encontramos en una reflexión de profundas conviciones religiosas. Más interesante, por tanto, es la reflexión, en esta escena como en la que le antecede, la reflexión sobre “el pecado”, la confesión, y que ésta, la ejecución, no resuelve para nada lo que persigue el personaje de la madre, interpretado por Angelina Jolie: el reencuentro con su hijo. La conversación mantenida entre la madre y el sacerdote presbiteriano, sobre la fe, y el reencuentro con el hijo en el más allá, nos aporta pistas sobre lo que ésto. Así como “la fe” de la Madre, según cuenta al párroco, de que éste continúe vivo. En todas estas escenas se pone de manifiesto el hecho de que la protagonista no juzga al asesino, tampoco pretende la restitución de una justicia terrena en Los Ángeles, como una moderna Sodoma y Gomorra, si no sirve a sus fines: el re-encuentro con su hijo y la Esperanza en ello. La muerte del asesino (culpable) y el niño (inocente) que puede llevar a un incongruente estado de reflexión teológica -trascendental en la terminología de Schrader-. En fin: es Eastwood un director . Un director que, muy posiblemente, sea bien recibido, una y otra vez, en el análisis que hagan de él los representantes religiosos, como bien acogieron Million Dollar Baby

lunes, 22 de diciembre de 2008

Erasmo


Nunca está de más hacer una enconada defensa del laicismo. Desde la jerarquía eclesiástica, compuesta por masculinos sacerdotes, frailes, obispos, sumos pontífices y medios de comunicación hispanos en propiedad –los cuales, todos éstos, se han creído máximos y únicos intérpretes de la verdad revelada -, junto viejas monjas en conventos que ni pichan ni cortan, tratan de dar vueltas sobre el concepto de lo laico. Como si un laico no pudiese ser un creyente, un agnóstico o un ateo. Nada tiene que ver el laicismo con la fe. El laico lo que quiere es que esa patulea se vaya con sus rezos, sus Belenes, sus mentiras y sus hipocresías fuera de los espacios de son todos: el estado. Y si los papás quieren colegios de curas y monjas, y hacer a sus niños miembros de un rebaño, que se lo paguen de sus bolsillos. Hoy, sin ir más lejos, en uno de los medios de comunicación de los prelados y sacerdotes, éstos hombres probos que se han dedicado desde hace varias centurias a la inversión de los valores evangélicos –creyendo que la Iglesia son ellos, ¡como pastores!, y todos los demás ¡borregos!-, hablan de los laicos como “militantes más aguerridos del laicismo” o, repiten más abajo, de “laicismo militante”. ¿Qué pasa les molesta? Pues más nos molestan ustedes, que no dejan de meter sus narizotas en los colegios. Les parece poco los edificios de su propiedad para el culto, los templos, que quieren meternos su moral y sus valores, como si la suya fuera la única verdadera y buena. Cuando todos sabemos que su moral es la del bien comer buenos cerdos en las abadías, per saeca saecolorum. Si por ustedes fuera, aún andaríamos en la Gleba, llevándoles los borregos por nosotros criados. Dejad que los niños se acerquen a mí, decía Jesucristo muy acertadamente. A nadie, que yo sepa, se le impide que lleve a sus hijos a catequesis, ni que estudien el catecismo, ese documento que se redactó en Trento, cuando un grupo de encorsetados teólogos se unieron para decir cuáles eran las verdades católicas: la de sus santos huevos. En vez de imitar a Cristo en vida, van y estos tipejos, mal formados en seminarios de teología, sacristías y rezos variados, y con poca experiencia de la vida - ¡Pero si no saben lo que es el convivir, ni tener hijos, ni criarlos ¿Pero que puede saber un tipo así?!- igualan a los sátrapas en propiedades y lujos, construyéndose suntuosas residencias, o incluso palacios. Vaya un coño de fumata blanca nos quieren colocar. Solo hacer falta mirarlos para darse cuenta de lo falsos, hipócritas y fariseos que son. Era Cristo una persona humilde, nacido en humildes telas y de padre obrero. Eran sus discípulos similares a él. De padres oscuros e insignificantes, procedentes no de los palacios de los potentados, no de la cátedras de los fariseos, no de las escuelas de los filósofos, sino de las oficinas de recaudación y de los aparejos de pesca. Esa era la filosofía de Cristo, que duras invectivas lanzó contra los ultra ortodoxos fariseos, más conocidos en su día como la Conferencia Episcopal de Palestina. Pero solo tienes que mirar a los tonsurados para darte cuenta de que son más laicos que los laicos: si observas, por ejemplo, la vestimenta de los Atapuercas, los que mandan en la COPE, con su flamante vestimenta, su mitra resplandeciente de oro y pedrería, su báculo, cuajado también de gemas, y toda esa panoplia que los cubre de pies a cabeza. Si solo con verles cuando hablan, metiéndose en las cosas de este mundo, ¡Solo con Coco! –les molesta-, mientras se les quedan en las comisuras de los labios las babas, se denotan claro su valor moral ínfimo. Olvidan que la Iglesia es el pueblo cristiano, pero quieren colocarnos su doctrina de la muerte, el pecado y la resurrección a todo Cristo, para hacerse ellos más poderosos y colocar sus posaderas en el Estado, como lo ha hecho secularmente en este país de Dios. Yo creo que lo hacen por si acaso: Como en el otro mundo ellos no mandarían, sino que lo haría Dios Padre, van y quieren mandar aquí, convirtiéndose en lo que son: mundanales politicastros. Se han dedicado a crear reinos paganos, donde resplandecen las riquezas, los palacios, los mármoles y han enclaustrado a las mujeres y a los frailes en inhóspitos seminarios de curatos que se remangan para jugar el futbol. En los monasterios, en los altares, en los claustros no se honra a Jesucristo: A Jesucristo se le honra procreando, teniendo hijos, conviviendo con los amados y familiares ¡monachatus non est pietas! Tanto que hablan de matrimonio: ¡cásense hombres!. Ustedes que tantos lo alaban. Si ustedes, los que van a las misas a persignase y no enteran de la misa a la media, y piensan que eso que allí se dice lo dijo Cristo, cuando, el verdad les digo, que fue cosa de teólogos purpurados, de obispos que nacieron en buenas plumas, y de papas más maléficos que la quina, que no hicieron otra cosa que leer y practicar las enseñanzas de Maquiavelo. Sí ustedes: Saben que los abades y los obispos se dedicaron ex profeso, durante toda su vida, en gastar grandes sumas para comprar títulos nobiliarios, los que no lo eran ya. ¿Saben por qué? Porque su fin era otra cosa: era el Poder. Y todos los demás, los que son como tú, los que son como yo, pegados a la tierra, durmiendo en chozos insalubres de tierra pisada. ¿Hasta cuando les vamos a reír las gracias? Y, ahora, ustedes van y los apuntan a esos colegios, pagados por el estado, donde lo que en verdad tratan es de mantener la oscuridad de sus sotanas por los siglos de los siglo. Vean: El director de esos centros al socaire del Obispo, y sus maestros, a bailarles el agua. Bonita enseñanza va a procurar:la enseñanza del rebaño. Dijo Bertrand Russell: Creo que todas las religiones del mundo -el budismo, el hiduismo, el cristianismo, el islam y el comunismo- son a la vez falsas y dañinas. Con muy pocas excepciones, la religión que un hombre acepta es la de la comunidad en la que vive: por lo que resulta obvio que la influencia del medio es la que lo ha llevado a aceptar dicha religión. Y no que esa religión sea la verdadera. Si uno naciese en una tribu de trobiandeses o de bosquimanos, haría los ritos que en esas tribus se procuran, creyéndolos como verdaderos. Ese es la falsa de toda verdad mágico-religiosa. No otra.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Cazador blanco, corazón negro


Con ocasión del reciente estreno de “El intercambio” y, posteriormente, “El Gran Torino” como las nuevas propuestas del octogenario director Clint Eastwood, amén que ya va a empezar a rodar un film sobre Nelson Mandela con Morgan Freeman, estoy publicando una serie de artículos relacionados con su obra. Eastwood ha conseguido un reconocimiento unánime por parte de la crítica cinéfila y cada nueva producción suya se espera como agua de mayo. El caso es que no nos defrauda y, en los últimos tiempos y tras el rodaje de “Million Dollar Baby”, ya no sólo nos regala a sus fans una película, sino que éstas van de dos en dos, a un ritmo de rodaje extraordinario y con una calidad superior. Aquí atrás fue el díptico “banderas de nuestros padres” y la para mi magistral “Cartas desde Iwo Jima”. Adentrarse en la obra de Clint Eastwood se está convirtiendo en un ejercicio cinéfilo sumamente agradable y los comentarios sobre su obra se multiplican, en especial desde que la crítica se rindió a sus pies tras la enormidad cinematográfica que fue “Bird”. Es lógico el interés que suscita la obra de este director, pues ésta contiene un sin fin de posibilidades de análisis. Principalmente porque sus películas son muy conocidas por el público, al que nunca ha defraudado, pero, además, porque su cine comulga con la crítica más exigente, en una difícil confluencia. Por regla general crítica y público suelen marchar por separado. Con Eastwood esto no acontece así, al ser una “estrella” lo suficientemente conocida y a la vez un director de culto, entronizado en los altares de la cinefilia más sesuda. Uno de los principales estudios que se realizaron sobre Eastwood fue escrito por el maestro Quim Casas, pero el tema me parece que tiene visos de ser inacabable. A todos los cinéfilos les encanta hablar y escribir sobre Eastwood. Con ocasión de estos recientes estrenos, la revista “Dirigido Por”, en su último número, 384, inicia un estudio sobre su obra, realizado por Tomás Fernández Valentí. En ese número el famoso crítico considera “Cazador blanco, corazón negro” como una película irregular, aunque no dice que sea mala película, y que está envejeciendo algo peor que otras propuestas del autor menos pretenciosas. En parte entiendo esas opiniones, pero discrepo con él. Hace tiempo escribí una entrada sobre Huston, titulado: John Huston: "filosofía de la voluntad" dentro de una "filosofía sobre la vida", que guarda relación con este artículo. Hemos de recordar que “Cazador blanco, corazón negro” fue una película que recibió muy buenas críticas en su día, en un momento en que las expectativas sobre el cine de Eastwood se habían disparado, y la crítica trataba de otear los derroteros por donde iba a seguir el cine de este director. Todo parecía preveer que iba a más. Bird fue un auténtico mazazo para la crítica, que nunca pudo imaginar el puñetazo de autoafirmación sobre la mesa que Eastwood hizo con ella. Por eso hay que analizar el contexto o circunstancias del rodaje de este film para entender lo que Eastwood nos está contando en ella. Por lo pronto “Cazador Blanco, corazón negro” es un ejercicio de cinefilia por parte del propio Eastwood, que va dirigida a una reflexión meta-cinematográfica. Es por ello que a mucho público que hoy visione la película se le escape lo que Eastwood trató de contar, y que la crítica del momento, muy entusiasta con Eastwood, tenía muy presente. Es por ello que, como señala Valentí, otras propuestas menos pretenciosas del director estén adquiriendo con el tiempo una mejor consideración. Opino que esas otras propuestas, ciertamente, están envejeciendo muy bien. Pero ello no quiere decir, en mi opinión, que “Cazador blanco, corazón negro” haya bajado en consideración. Por lo menos para mí, que sigo considerándola como una de sus muy buenas obras – Ruta Suicida,Bronco Billy, Infierno de Cobardes, Fuera de la Ley, Impacto Súbito, Jinete Pálido, Medianoche en el Jardin del Bien y el mal…-, aunque no en sus obras mayores – Aventurero de medianoche, Bird, Sin Perdón, Los puentes de Madison, Mystic River, Million Dollar Baby y Cartas desde Iwo Jima-. Los comentarios sobre Cazador Blanco, corazón negro los haré en la entrada siguiente.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Historias de Alcalá de Henares: "El Empecinado" y la batalla del Puente del Zulema


La ciudad de Alcalá de Henares guarda magníficos tesoros escondidos. El viajero que la visita puede quedar desconcertado, al esperar encontrarse una ciudad monumental más impactante, al estilo de otras con mejores piedras, aunque quizá no tan sabias. Pero no se dejen engañar por ello, la vieja Compluto tiene que ser leída entrelíneas para advertir su munificencia. El siglo XVI y XVII marca su época de esplendor. De ahí, hasta nuestros días, presenta una constante humillación, que la lleva a la destrucción de sus honrosos ladrillos de humilde fábrica. El siglo XVII es el siglo de las luces, de la Ilustración, y la vieja Teología, en otros días luz de la verdad católica, ha quedado ciertamente anquilosada. El siglo XIX comienza con una guerra incruenta que destroza los edificios de la vieja ciudad, vituperando los cálices y quemando las reliquias viejas de los templos, que arden por el desdén con que el invasor trata a todo lo que representa a un viejo mundo, anciano y caduco. En el puente del Zulemael Empecinado” tiende una trampa al francés. En las arcillosas cotas, donde hasta hace poco se encontraba el polvorín, se emboscan los valientes españoles, muy goyescos ellos, con sus pañuelos en la cabeza, y parapetados con algunas bocas de fuego de algún alcance mayor. Una escasa artillería, pero hábilmente colocada. El conocimiento del terreno es esencial. La cuesta del Zulema puede convertirse en una trampa mortal para las tropas de Napoleón, adiestradas, bien armadas y disciplinadas. El requisito imprescindible es la sorpresa, la táctica de guerrilla y el golpe de mano. Los españoles son bravos, tercos y brutos. Con los huevos bien gordos. No aceptan que unos soldados que hablan idiomas que no son cristianos ocupen las que hasta ahora eran sus ciudades, se instalen en sus templos y quemen sus reliquias. Para hacer eso ya están ellos. Lo que más les molesta es que les vengan a decir los franceses como han de ser los españoles y María Santísima. La madre que los parió. En Alcalá de Henares siempre ha habido religiosos, clero, monjas y estudiantes. ¡Qué se han creído estos franceses! El día que despierta es magnífico. Las tropas francesas, compuestas por infantería, artillería y caballería, salen ordenadas de la ciudad por la puerta del Vado, en orden y disciplina, como corresponde a un ejército que va a luchar con otro en llanuras bastas. Los cañones son tirados por mulos de carga y los soldados llevan sus mosquetes al hombro. Este ejército está acostumbrado a otro tipo de batalla diferente al que, en breves minutos, se van a enfrentar a orillas del Henares, contra un enemigo fiero, organizado como una pequeña partida de facinerosos y hábilmente colocado sobre el terreno. Máxime cuando el golpe de mano comienza por sorpresa. La sorpresa. “El Empecinado” tiene una vital información, que muy probablemente haya obtenido por algún o alguna espía de la población. En una población donde todos son espías. La infantería francesa saldrá temprano de Alcalá, dirección a las agrestes llanuras que al otro lado de las cotas del Henares se avizoran. Pero para eso hay que subir la cuesta del Zulema, por un terreno escarpado y peligroso. Un buen lugar para una emboscada. Hacia un lado se sitúa el monte del Viso, con su plataforma trapezoide. Al otro lado la desolada cumbre del Ecce Homo, el cerro de la Vera Cruz, que volverá a ser testigo de una batalla contra los infieles, o los ateos, lo mismo dá. Los bravos guerrilleros españoles nada saben de que ese cerro fue testigo de un milagro reconocido. El de la Vera Cruz, cuando fue tomado el castillo del árabe, el Qal,at ab salam, frontera de la cristiandad. Eso por ahora les importa poco. Odian al francés, que les roba la comida, y a su puta madre. Tampoco saben que en esas cuestas y cotas arcillosas, que bien sirven para esconderse había sido descrito por Cervantes en el Quijote. La escasa artillería del Empecinado solo tiene una función: destruir el puente que cruza el río Henares. Una vez que todas las tropas lo hayan cruzado, si el puente cae, solo habrá una manera de huir del campo de batalla: a nado. Un grupo de facinerosos se haya escondido tras los juncos del Henares y tendrán la misión de colocarse en esa orilla del río una vez que el puente haya sido destruido. Cada franchute que cruce el cauce será degollado ipso facto, en esa explanada donde hoy hay unos columpios para niños. Lo importante es actuar, como he dicho, por sorpresa, con habilidad y con rapidez. La consigna de "el Empecinado" es que hay que imposibilitar que los batallones se organicen, se coloquen en orden cerrado y en línea de a tres. El escarpado terreno les va a imposibilitar la maniobra, y antes de haber sacado la munición, o de haberse colocado en hileras, habrán muerto muchos de ellos. El enemigo con el cual se van a enfrentar, aunque escaso en número, es invisible y se conocen los recovecos de la cuesta del Zulema, muy arbolada y llena de taludes y quebradas. La batalla está ganada de antemano y “El Empecinado” se muestra como un gran táctico, a la hora de colocar a sus huestes. Las cuales no sienten enojo alguno en abrir el cuello a cuajo de los franceses, como se hace con los cerdos, ni de entrar en el cuerpo a cuerpo, profiriendo grandes gritos de “!Mecaguenvuestraputamadre! !Hijosdeperra! y !Lamadrequeosparió!” cuando el humo de la polvora haga invisible el terreno. Silencio. El último soldado francés pasa por el puente. Acaban de perder la batalla. . Las andanadas sobre el puente del Zulema son certeras y dejan desconcertados a los franchutes, que en un pedir de boca reciben una lluvia de fuego, disparada por un enemigo invisible que les recibe por todos los flancos. Antes de descolgar sus armas de los hombros ya han caído muchos. Una segunda andanada consecutiva, por tener el mosquete cargado y el cañoneo de la artillería, esta vez sobre el terreno, les impide la capacidad de maniobra. Al francés solo le queda una opción: huir por entre los cerros y los árboles en desbandada y en desorden. En pocos minutos un ejército de muchos hombres ha sido derrotada por una pandilla de valerosos patriotas, que unidos en grupos reducidos de dos o tres paisanos, no va a dejar a un fracois de la patrí con vida.

martes, 16 de diciembre de 2008

Bird: Una enormidad cinematográfica


Es tiempo de que empiece a zanjar algunas deudas en este blog y de que aparezcan los verdaderos intereses del que esto escribe. Hace poco escribí una entrada sobre el cine de Clint Eastwood. Me ha parecido conveniente, en estos momentos, ir desgranando la filmografía de este autor, pues tengo una deuda pendiente con él. Y no es una deuda de sangre: es una deuda de amor. La imagen de Clint Eastwood que mantengo es la imagen de un señor con poncho que ocupa toda la pantalla de un cine de pueblo. De mi pueblo. En la pantalla: El árido Desierto de Tabernas, la música de Ennio Morricone y el gallinero de un cine valxeritense. Creo que sin Eastwood, sin aquel cine de pueblo y sin la “sesión de tarde” de los sábados yo hubiese sido otra persona diferente a la que ahora soy. El Cine, por aquellas fechas, solo continuaba siendo Cine y magia en los cines de pueblo. Como Cine mayúsculo fue los que vieron el estreno de Bird, la película de Clint Eastwood que relata la vida de Charlie Parker, apodado Jazzbird, creador del Bebop junto con el trompetista Dizzy Gilliespie. Hoy me imagino el impacto que debió causar aquella película entre la crítica cinéfila que la visionó entonces (1988). Yo, en aquella fecha, era aún un niño dentro de una crisálida, a punto de metamorfosearse, y disfrutaba más con las películas de Spielberg. Aún hoy lo hago. Muy posiblemente por entonces no hubiera sabido yo paladear un vino de crianza gourmet, como el que nos presentó Eastwood con esta película. Un cine hecho con mimbres de sibarita y realizado por un viejo cowboy. Me imagino, como digo, a aquellos críticos que habían puesto a parir a Eastwood. Eastwood, hasta entonces, era considerado por ellos como una “estrella” rancia de cine patriotero, creador de las sagas de policías fascitoides –ahí es nada- que nos inundaron en los 80. Cuando visionaron aquel film de Eastwood me imagino que se frotarían los ojos y se les desencajarían las mandíbulas, abriéndose anodadadas, durante toda la proyección. Al día siguiente volverían los críticos a la sala todavía estupefactos para cerciorarse de que lo que habían visto era verdad. Y, queriendo no queriendo, se les volverían a abrir las mandíbulas por segundo día consecutivo. Por fin al tercer día empezarían a degustar del vinazo que les puso sobre la mesa un cineasta que, sorprendentemente, iba madurando ¡y de qué modo! Disfrutaron ya no como soumillers, sino como auténticos amantes de Cine, enamorados, en los gallineros, de esas imágenes que se proyectan en las pantallas de los cines de pueblo. Bird no es una película de cine tan solo: es una enormidad cinematográfica. Un monumento a todo lo que es Cine. Y si se conoce la uva de donde proviene, es un placer para los sentidos cinéfilos. Siempre digo que las películas no se valoran por las emociones y sentimientos que causan tras su proyección. A las películas hay que dejarlas reposar, que queden en el recuerdo del paladar. Aún así, hay películas, como ésta – Toro Salvaje, de Scorsese, Senderos de Gloria, de Kubrick, o Trono de Sangre, de Kurosawa, también –, que son mazazos. Puñetazos endoplasmáticos. Explosión de sabores y de emociones. “El aventurero de medianoche”, para mí otra obra maestra, había pasado desapercibida y “el jinete pálido” recibió buenas críticas, por el tesón terco que mantenía este señor por seguir rodando Westerns, un género muerto y enterrado, y además seguir diciendo algo sobre ellos. Con "Sin Perdón", de la que escribiré otra crítica, remató al fantasmal y endemoniado moribundo. El “fuera de la ley”, un western pacifista, iba dejando un buen recuerdo, al ser recordada como una especie de “Caravana de paz”, muy fordiana. Lo que nadie se esperaba es que Clint Eastwood fuese capaz de rodar una catedral cinematográfica como es Bird. A Clint ya se le iba respetando en los mentideros de Hollywood como algo más que "una estrella". Pero con Bird la crítica fue unánime, aquí en Europa y, allí, en USA. Ésta fue una película rodada no para masas de consumidores de palomitas, como luego diría Eastwood en “cazador blanco, corazón negro”: fue una película hecha para cinéfilos empedernidos. Por aquellas fechas nos acababa de dejar uno de los últimos directores clásicos que aún quedaba vivo, John Huston. El cine clásico desaparecía, o casi, con su óbito. Ya no quedaba nadie de los de antes. Huston, por fin, al fin de sus días había rodado su obra maestra. Para muchos, como para mí, su única obra maestra: “Los Dublineses”. La escena final de “Los Dublineses” es una conversación entre un hombre y una mujer, un marido y una esposa, que no se aman, y que rememoran un amor de juventud que no tuvieron. La “puesta en escena” de Huston aquí, en estos 7 minutos, es magistral. Después llega el mazazo final del film: un epitafio escrito por el propio Jhon Huston para su tumba, que no pudo ver estrenado el film. Huston dió un golpe de gracia: no estaba en la sala pero lo parecía. Igual que los personajes muertos de su película. Eastwood recoge esos 7 minutos y, con esos mimbres, crea un monumento narrativo de 3 horas sobre la vida de un saxofonista de Jazz, un músico hipercreativo, adicto a las drogas: uno de los grandes músicos del siglo XX. Charlie Parker, un músico negro casado con una mujer blanca y amigo de un trompetista judío blanco. ¿Eastwood facha?. Bird es constituye, así, en un homenaje no solo al cine, sino al arte, a la música, a la vida, a la amistad, a la muerte, a las razas... Charlie Parker es el creador de un estilo infernal al hilar notas musicales: colocando notas imposibles en lugares nunca antes puestos. El “bebop”, el jazz de “after hours”, tocado por músicos aburridos del Swing en tugurios neoyorquinos en la calle del Jazz. Bird, el film de Eastwood, recoge esa puesta en escena apabullante con la que finaliza los Dublineses, y como puñetazos cinematográficos, coloca las escenas en lugares nunca antes colocados, en elipsis y contraelipsis. Eastwood, como hizo Visconti para la Ópera en “el Gatopardo”, escribe Jazz, bebop, con los planos, en una escritura cinematográfica jazzistica. Cada plano de esta película se sale de la melodía trillada de los “Biopic” –las biografías- para convertirse en unas notas, aparentemente improvisadas, en infernales riffs de Jazz y de vida. Si los Biopic -las biografías - suelen ser un cúmulo de puntos algidos de la vida rutilantes, Eastwood, con ésta película, hiende su bisturí en los intersticios, en las entrañas del personaje. Cada plano se convierte en vida y, a la vez, en metáfora del personaje y su creación musical. Ya no solo en una metáfora de autodestrucción sino, a la vez, de creación. Brutal Jazzbird. Posteriormente Eastwood hizo un homenaje a John Huston, en “cazador blanco, corazón negro”, y la crítica hacía reverencias, como pingüinos, al paso de Eastwood. Gracias Clint.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Clint Eastwood y Bronco Billy


Con motivo del reciente estreno en España de “The challenging” , la última película de Clint Eastwood –aunque en la recámara ya tiene otra que me parece aún más prometedora “Gran Torino”, donde el propio Estwood vuelve a ponerse delante y detrás de las cámaras, interpretando a un viejo racista, excombatiente de Corea - , la revista “Dirigido Por” publica un estudio sobre el cine de este mayúsculo director. Con este cineasta tengo contraída una deuda de amor por el cine y, por suerte, gracias a mi edad, no tuve los prejuicios que sobre él adoptó la cinefilia durante la década de los 70 y los 80 del siglo pasado. A mí siempre me gustaron las películas donde Eastwood aparecía. A partir de 1987 la crítica empezó a valorar la obra de Eastwood, y yo lo acogí, cuando aún tenía 12 años, con beneplácito: me dije, !anda! a los críticos sesudos también les empieza a gustar el cine de Clint (soy una amante del cine desde que soy un niño: fue en los bancos de un gallinero de unos cines de un pueblo norte-extremeño, llamado Navaconcejo, donde vi por primera vez una pelicula de Eastwood). Hoy día, donde ya conozco y reconozco la obra completa de cineastas como Bergman, Bresson, Ozu, Antonioni o Passolini, amén de estar muy atento al cine que hoy día se produce, no dejo de reconocer la alegría que me produce que uno de mis iconos de juventud, Eastwood, siga rodando e interpretando Cine en mayúsculas. Como siempre me ha gustado, no tengo porque no ser sincero con su obra ni autocrítico, como señala Tomás Fernández Valentín en dicho estudio. Es cierto que su obra no es tan conocida como se suponen determinados círculos. Eastwood, ciertamente, es reconocido iconográficamente, y todo el mundo sabe quién es, aún son muchos que le recuerdan por la imagen muy equivocada de él: el “hombre sin nombre”, “Harry” o el pistolero que escupe a todo lo habido y por haber en Josey Walles. Ya casi todos saben que Eastwood es uno de los grandes de la historia del cine norteamericano y, por ende, del cine mundial. Eastwood es un fuera de la Ley: un señor que se ha ganado el respeto no por viejo, sino por sabio; que es la única manera de ganarse el respeto. Durante toda la década de los 70 y los 80 se le consideró por parte de la cinefilia como “lo peor y lo más deleznable del cine de Hollywood, el paradigma de la violencia, de la fuerza bruta, de la imposición de la ley y el orden establecido en los Estados Unidos en base a disparos a quemarropa”, señala acertadamente Valentí. Por eso, verle a volver a interpretar a un personaje fascitoide, cuando hoy en día que es considerado más que un cineasta, todo un humanista, hace que me muera de ganas de volverle a ver en pantalla. El verdadero carácter del veterano Eastwood empezaba a latir en pequeñas obras de poco éxito. Películas muy mal doblados al castellano –y por ello poco y mal conocidas -. También en excelentes Westers cuando ya nadie rodaba Westers. Hoy en día es incuestionable el reconocimiento de Eastwood por todo el mundo de una manera unánime. Eastwood, como todos sabemos, es mucho más que un excelente narrador con un magistral e inigualable pulso - con que hubiese llegado a ser simplemente eso ya hubiese sido mucho -: es la madera humanista de la que está hecho la que se le valora. Por eso volver a echar la vista atrás a sus viejas películas, viendo el buen número de obras maestras que ha rodado después, hace que todas y cada una de sus antiguas películas se revaloricen. Cómo eramos tan tontos, se dirán algunos, que no supimos ver ahí lo que se estaba fraguando en ese Artísta. Si Artísta. En toda su expresión y con mayúsculas. Desde esa primer “escalofrío en la noche”, interpretando a un locutor de radio de bella voz (para conocer a Eastwood hay que ver sus películas en versión original. En versión doblada no es Eastwood, pues le colocan voces o demasiado tonantes, o demasiado estúpidas, como la de Bronco Billy). La crítica, muy mal intencionada, decía que el excelente director Donald Siegel se vendía a “la estrella”, cuando aún la crítica ni se imaginaba que esa “estrella” se convertiría en uno de los directores casi nonagenarios más lúcidos, junto a Manoel de Oliveira, bien entrada ya la primera década del siglo XXI. Aquella crítica hoy día, al menos, reconoce que se equivocó. Ya en Bronco Billy se encontraba Eastwood y la materia de la que estaba hecho, por eso siempre me gusta volver a verla. Bronco Billy se constituye en el Alter ego de Eastwood: El dueño de un circo de los sueños con su trouppé de desheredados buscando la dignidad de los sueños. La “caravana de Paz” de Ford. El Aventurero de medianoche, Bird, Sin Perdón, Los puentes de Madison, Mystic River, Million Dollar Baby, Cartas de Iwo Jima, son, para mí, sus obras mayores. Siete obras maestras. Y muy pocos directores clásicos tienen en su haber algo semejante. Y !ojo con Bird!, que es muy desconocida y es, para mí, la más impresionante película de Eastwood desde el punto de vista narrativo. Además, Eastwood ha rodado un buen número de muy buenas películas: infierno de cobardes, ruta suicida, el fuera de la ley, Bronco Billy,el jinete pálido, cazador blanco, corazón negro, medianoche en el jardín del bien y del mal, poder absoluto, ejecución inminente, banderas de nuestros padres… y suma y sigue… con otras dos. Eso sí que es hacerse viejo.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Severas críticas hacia alguna de las medidas económicas del PSOE

Vista la pedrea de dineros públicos desparramados por localidades y ayuntamientos patrios, es hora de ser severos, pero muy severos, con las medidas económicas adoptadas por el PSOE. Vamos a empezar por la primera medida, electoralista, que se propuso en su día, la de los 400 euros. Vista a toro pasado creo que es el momento, ya, para decir que esa ha sido una mala, pero que muy mala medida. De lo que se trata es que el consumo, que ha sido el motor de la economía española junto con el ladrillo, no caiga, pero esta medida que presuntamente sirve para aumentar la Renta Disponible de los ciudadanos ha sido mal planteada. Si conocemos la propensión marginal al consumo, las rentas más altas no incrementan su consumo por esos 400 Euros. A nadie le amarga un dulce: pero ha servido de bien poco, a la vez que se han dilapidado recursos económicos que no han servido para expandir la demanda. La medida parece tan tonta como la de no encender las luces navideñas a causa de la crisis. Si el riesgo en el que se cae es la deflación, creo que no es de recibo que se adopten tales propuestas locales de desactivación del consumo. Y algunos ayuntamientos socialistas han adoptado interesadamente tales decisiones. No en vano, es sabido, el pequeño comercio no es lugar de votos socialista, cuando podría serlo –pues el pequeño comercio no deja de ser un pescado pequeño a espensas de ser deborados por grandes tiburones-. Que se hubiesen quedado las luces como todos los años y, así, se hubieran ahorrado un conflicto justificado. Son ganas, como siempre, de tocar la pandereta. Y la zambomba. Pero lo más grave, en mi opinión, es la forma de adopción de “medidas keynesianas”, para nada Keynesianas, de expansión del Gasto Público, desparramando dineros a los ayuntamientos en función de los habitantes. De esa manera no se podrán afrontar importantes obras que mejoren las infraestructuras y, dada la exigua cantidad que se otorga en la singular pedrea, va a ser pan para hoy y hambre para mañana. A lo más, va a servir para camuflar el número de empresas que se van a ir al garete dentro de poco. La medida no apuesta por cambiar el modelo económico, que se caracteriza, más, por el lastre, al ser un modelo de ladrillo y constructoras, y no un modelo de innovación y desarrollo. La pedrea a los ayuntamientos va a ser una cosa similar a la de los 400 Euros: va a endeudar al estado español, hipotecando su futuro y, a la vez, no va a servir para estimular la demanda. El grave problema de la crisis está aún por venir: cuando llegue momento de presentar cuentas, y termine el año fiscal, muchas empresas van a poner el cierre, debido a que su pasivo circulante les asfixia a corto plazo, a la vez que el activo circulante pierde rotación. La pedrea a los ayuntamientos para lo que va a servir, sobre todo, es para que algunas empresas de construcción, muy posiblemente afines a los consistorios, vean inyectada la liquidez que precisan, y, con ello, aguantar un poco más el ahogo que las atenaza. Buen tiempo para poner los patrimonios a buen recaudo. Y dar algo de vida a las empresas de materiales de construcción y las constructoras medianas algo más fuertes -las más gordas ya han caído, mientras sus directivos han puesto a buen racaudo los pingues beneficios que de aquí a nada conseguían-. Permítanme que les diga una cosa: estas pedrea en nada va a mejorar el empleo; y, a la vez, va a seguir reduciéndose el consumo. Ya saben lo del culo y lo del candelero, que no son témporas. La economía es la pescadilla que se muerde la cola. Y los pezqueñines van a ser cada vez los más, y el agujero cada vez va a estar más abierto para meter el palo por él. A su vez, las medidas no inciden en nada en lo que, de verdad, nos ayudaría a salir del problema, desde el punto de vista de la política Fiscal. 1) No se destinan a grandes Obras públicas en infraestructuras con férreo control estatal, 2) No se llevan a Investigación y Desarrollo (en las patentes está el futuro, no en otro sitio). No se si ustedes son consciente de lo siguiente: Es España un país donde los cerebros, los buenos, se dilapidan a lo tonto. Todas las regiones, y comarcas, pierden cerebros: las mejores cabezas siempre se van a otro sitio. Es así. Al país le pasa lo mismo: las mejores cabezas está fuera de España. El talento es quien debe poner el práctica las innovaciones necesarias para que el potencial del país se expanda. Sobre ello no se hace nada. Dinero puesto a disposición a la investigación y desarrollo y en nuevas energías (futuro): 0. Dinero puedo para inyectar líquidez a las empresas del ladrillo (pasado): Todo. Pan para hoy y hambre para mañana. Amárrense a los palos del chozo.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Manuel Azaña y el Pensamiento Único


CALLE DE LA IMAGEN: CASAS NATALES DE MIGUEL DE CERVANTES Y MANUEL AZAÑA

Nació Miguel de Cervantes Saavedra en una humilde casa alcalaína. La que hoy se muestra como casa-museo natal sirve para ver como era una casa acomodada del siglo de Oro, pero nada más. La casa que se visita bien podía ser la del caballero del Verde Gabán, pero no es la de Cervantes... ni la de Don Quijote. La verdadera casa, esa sí, donde Miguel nació está situada al lado de la que se exhibe. No colindante, pues entre medias queda la calle de la Imagen. Esta casa es conocida por los alcalaínos como "Casa de la Calzonera". Documentos hay que atestiguan que era propiedad de los Cervantes en aquella fecha; como hay documentos, gracias a Trento que obligó al efecto llevar anotados los bautizos, de que Cervantes fue bautizado en la capilla del Oídor. También que el propio plumeador, en documento escrito de propia mano, se define como alcalaíno. Esa discusión hace tiempo que quedó zanjada, y todos los cervantistas la dan por sentada con unanimidad. No es a eso a lo que quería referirme. De lo que quería hablar era de esa casa con la cual "la de la Calzonera" es vecina. Es esa otra casa, como digo, de singular importancia. Una casa burguesa y decimonónica, que rara vez no estaba llena de pintadas politizadas de todo tipo, donde nació otro españolísimo. Quijotesco, vilipendiado, ultrajado y maldecido: Don Manuel Azaña. Presidente de la II República española. Es la "calle de la Imagen", en honor al convento de las carmelitas, una singular vía española. El visitante que acude los domingos a Alcalá no suele advertir su importancia: sin embargo, pocos saben lo que laten esos 70 metros que van desde la calle de Santiago a la Mayor. En ella laten, otra vez, las dos Españas. En esa calle nacieron Cervantes y Azaña. Santa Teresa de Jesús, la mística, fue priora de un convento que allí se encuentra, en otro modelo de religiosidad subjetiva e individual: para sí. En ese espacio urbano mínimo, a ras de tierra, late una España: la que habla, la que dialoga, la que escribe, la que razona: Cervantes, Azaña y Santa Teresa. Sin embargo, en esa misma calle, queda bien claro quien es el que manda: la cúpula del convento de la Magdalena, que se alza al cielo, cae al medio de la calle, en perspectiva, con una clara intencionalidad. El de imponerse a todos los demás: el Pensamiento Único, los claustros, Trento, la ignorancia, los que rezan y el oscurantismo. El nombre de la calle es sintomático: habiendo nacido en ella Cervantes y Azaña, lleva como nombre la de un convento. Siempre he dicho que para visitar Alcalá de Henares lo que hay que hacer es admirar las perspectivas. Los puntos hacia los que confluyen los ojos. Allí se encuentran las verdades españolas. El oprobio se sitúa a ras de tierra. Todos los intentos por rehabilitar la figura de Don Manuel Azaña, el político burgués, intelectual y republicano, se hacen imposibles. Es por ello que yo, aquí, voy a tratar de exponer su pensamiento político. Hoy con pequeñas pinceladas. Era Azaña un platónico, un español hasta las cachas, que abogaba por ideas que ahora son del todo arrumbadas: El estado laico, la refacción de España, la reivindicación de la civilización y de la modernidad, junto con la reivindicación de lo humano para el español. Los salvapatrias condenaron a una mente preclara, un defensor de las ideas mediante el diálogo, al ostracismo. Mediante soflamas interesadas, medias verdades y mentiras interesadas que tenían como objeto eliminar una cosa: La verdad, la claridad y el diálogo socrático para alcanzarla. La verdadera realidad en la que vivió Azaña era la de una España que no atendía a esas razones, en una de las mayores perversiones que puede sufrir una democracia: que un gobierno posterior no respete en nada lo realizado por un gobierno anterior, en momentos donde el antagonismo se vuelve atroz y los odios se enconan. Pocos eran los preparados para entender a Azaña. Como pocos son los preparados para entender a Cervantes... y al Quijote. La II república se encontró débil desde el inicio: tratar de separar la Iglesia del Estado era inconcebible para los que mandaban. Eran incapaces de entender, y aún hoy lo son, de que la religiosidad, la confesión religiosa pertenece a la conciencia individual; y que, por tanto, la Iglesia y no el Estado debía atenderla. Ese fue el pensamiento de Azaña que las cavernas eran incapaces de transigir. En momentos como el de hoy, 30 aniversario de la Constitución Española de 1978, el oscurantismo sobre la figura de Azaña es aún cruel, y el Pensamiento Único impera hoy, como siempre. Azaña acabó como todos los que tienen razón y dicen verdades: condenados a beber cicuta. Pero murieron buenos, no como otros, que bajo tierra santa guardan sus huesos. Hablar hoy de una república democrática es como poco una aberración, condenando a los que tienen ese pensamiento y esas ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Repitamoslo: Azaña era un burgués, un republicano y un intelectual. Un español y castellano hasta la médula. Una salva para mi compatriotas Azaña, Cervantes y a todos aquellos que han visto la luz de la filosofía fuera de las cavernas

sábado, 6 de diciembre de 2008

CENTRO POLÍTICO

Debido a que me ha parecido interesante hablar sobre el concepto político de CENTRO POLITICO, abro esta entrada para debatir sobre esa realidad política, con el ánimo de que la tertulia política en este foro, de filosofía, ética y política, abra a discusión materias COMO ÉSTA.
CENTRO POLÍTICO: El centro suele ser una posición equidistante entre la izquierda y la derecha. Pero yo muchas veces creo que es una línea demasiado fina que queda entre dos plaquetas del suelo; el centro, en política, rara vez existe, salvo en algunas ocasiones necesarias de “sentido común”. Por regla general lo que hay es centro-izquierda o centro-derecha, porque es imposible el dualismo. El centro es algo ideal, y en el está el “justo medio”. Pero, como digo, es un ideal. Para que haya centro debe haber algo a “la derecha” y algo a la “izquierda”. Si no lo hay, es imposible: es un disfraz. Álvarez Cascos dijo, diciendo verdad, que no había nadie más a la derecha de él. Pero le pudo más la picha que el cerebro o el corazón, como les suele ocurrir a casi todos los hombres, incluso a la carcunda – o cavernícolas- que suelen se hipócrita en todas esas materias: se les suele ver el culo, para sonrojo de propios e hilaridad de extraños. Los partidos de derecha, en muchas ocasiones, tratan de autodenominarse como de “centro”, pues piensan, equivocadamente, que solo la “gente de bien”, biurtiful pipol, es de su partido; además, “la derecha” suele tener miedo a decir su nombre y es bueno camuflarse entre la gente media, ponerse un disfraz de cordero, haciéndose amigos de lo borregos, muchos que van a por huevos a Carabaña. La segunda legislatura de Aznar, por ejemplo, fue “la derecha”, por fin, la que gobernó otra vez. En la primera no pudo, pese a que estaba allí – y que fue recolocándose en las jerarquías de Poder-. “La derecha” española no podía ni aguantar, ni soportar, la negociación con nacionalismos periféricos, y, por ello, le interesó decir que no eran “derecha” si no “centro”. Falsamente, como digo, porque a la derecha del PP no había nadie. El PP, desde esa segunda legislatura, hasta la fecha, actuó de acuerdo a su verdadera voluntad de ser lo que es: derecha. Hoy en día anda haciéndose una reflexión profunda en su seno, aunque tratan de que a la luz pública no se vea mucho. A los más jóvenes, aquellos que acuden a sus colegios privados del Opus o recién egresados, que serán sus próximos cargos, les están metiendo una zambomba de “liberalismo”, que es un falso liberalismo, para hacer un liberalismo de derechas a lo anglosajón. Esto se hace así porque cada año que pasa la proporción de entre nacidos en democracia y los que se va a desequilibrar, y la vieja cantinela del franquismo, que la han mantenido muy recientemente no les va a valer.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Alcalá de Henares, lo español y el 98




Siglo XVI


Son las calles de la vieja Alcalá de Henares testigos mudos y doliente de lo “español”. De lo genuinamente español: de eso que hierve en las entrañas y que llora apasionado con un niño muerto en brazos, arrebatado por las balas y por el odio. Ya he señalado en otras ocasiones como esta vetusta ciudad cobra significado de nuestra Historia común. Desde el poblado íbero de Iplacea, pasando por el cruce de caminos romano de "Compluto", y la frontera natural que supone la alcarria del Henares a los reinos de Alá. Sin embargo, su esplendor llegó con la fundación de su Universidad, al socaire de los aires culturales del Renacimiento europeo. La clarividencia de Cisneros, confesor de la Reina, hombre de Estado y Regente del reino católico, previó la reforma necesaria del clero ignorante y zafio. Se acudió a las fuentes claras de cristianismo, a los padres de la Iglesia, y la Biblia fue objeto de estudio humano: el “Renacimiento español”, aunque éste no adquirió el significado que hoy se le da y que no se sustasnció hasta siglos más tarde, es sinónimo de Alcalá de Henares . La gran habilidad de Cisneros fue hacer a Alcalá en todo un centro del saber moderno, único en Europa: La teología se estudiaría, a opción del estudiante, por tres vías diferentes: Escotista, nominalista o tomista. Ésto significaría un símbolo de modernidad en un mundo donde la escolástica medieval había quedado recluida al saber de los monjes en abadías. En sus largas calles, tiradas a cordel, en sus corrales, en sus conventos, hasta hace poco descabezados, hierven las dos Españas. La cultura del Renacimiento, de Erasmo, del humanismo cristiano, de la vuelta a los clásicos de Grecia y Roma, a un lado, y la cultura del Barroco, de Trento, de Felipe II, y, otra vez, de los conventos, al otro lado. Ay! , madre Alcalá. Dos Españas que se gestan para hundir sus pies y darse de palos, como mostraría Goya posteriormente. Por las casas de pupilaje, por las repúblicas de estudiantes, por los colegios complutenses empieza a gestarse España: Lope de Vega, Quevedo, Calderón, Mateo Alemán, Vives, Nebrija, Valdés, San Juan de la Cruz y el cerro de la Vera Cruz, monte desolado con altiplano, que recuerda el monte de el calvario, presidiendo los colegios. La Vera Cruz, lugar del Ecce Homo, nombre como también se le conoce. Alcalá de Henares se constituye, así, como el ideal de la ciudad de Dios, la Civitas Dei, postrada a los pies de la cruz que se yergue al horizonte, como dibujó el Greco para Toledo, se idealizaba en la que sería ciudad universitaria de sus arzobispos. Después llegó El Barroco: los conventos, si los conventos, se alzan sobre el plano complutense y coparon las perspectivas urbanas. La congregaciones tratan de restar poder a la Universidad: La ignoracia, una vez más, puede al saber. De ahí , de ese conflicto, nacerá Don Quijote, que morira sabio y bueno si haber habitado nunca ningún claustro; mientras, en nuestra ciudad, los conflictos teológicos se debaten en sus aulas, así como las relaciones de Poder dentro de la Iglesia y las herejías. Erasmo, Lutero, al principio. Después Jansenio, y su doctrina de la justificación por la fe, contra los jesuitas, congregación de caballeros cristianos fundados por un sopista de Alcalá: San Ignacio de Loyola. En las calle de Alcalá, los estudiantes, con sus manteos donde ocultan las bocas de fuego y el broquel, se dan a las armas reconstruyendo la guerra de las comunidades y en el callejón de peligro, junto a la posada de la parra, a duelo se baten. Empieza a hervir, humildemente, la que será España en esas calles ilustres que ven pasar los tercios del Rey, que paran en los bodegones. La calle de Santiago matamoros, la más larga, se colocará en pleno barrio árabe y la imponente cúpula de los jesuitas se colocará, desde esa perspectica, en el centro de ella, señalando claramente quien manda allí. En otra perspectiva dará sombra a San Idelfonso. La Alcalá barroca ha derrotado a la Alcalá humanista; las órdenes religiosas, más poderosas, compran los terrenos más caros, en un ejemplo de urbanismo religioso, con el afán de que sus torres, pináculos y campanarios sean vistos desde más ángulos posibles. Dinero, Iglesia, Claustros, Poder e ignorancia. Palas Atenea es prohibida. El Guzmán de Alfarache, el Lazarillo de Tormes, el Buscón y la picaresca de un reino de súbditos que se mueren de hambre, para más gloria de un imperial Rey, se gestan en Alcalá.... En una humilde casa, al lado de la que se muestra como tal, la de la calzonera, nace un niño llamado Miguel. De mayor luchará contra el turco, junto a Juan de Austria, en Lepanto, donde quedará manco. Y hará cosas más grandes. Morirá pobre, lisiado... y con los años pasará a ser el mayor Ingenio de las letras humanas, en la obra más Universal del arquetipo español: El Quijote.




1898

1898: Ha quedado Alcalá de Henares largos años a trasmano; a la retaguardia de lo español. Ser alcalaíno, como Cervantes, como Azaña, el patriota republicano, significa ser español hasta la médula, hasta los tuétanos; pero una clase de español algo diferente: un español lúcido, un español consciente de su ser. Unamuno recorrió la ciudad del Henares cuando ella era ya un solar triste, somnoliento, rural y carpetovetónico. Triste, si triste. Las murallas que envolvían la ciudad se caían a cachos y los edificios que fueron Universidad se derrumbaban y desaparecían. Auquellos antiguos colegios esperaban a los estudiantes que, parecía, nunca volverían. Un triste tren, de vez en cuando, pasaba por un Alcalá decimonónico, donde, en una de sus posadas, se recrea “el sí de las niñas”, de Moratín. La desmortización liberal, el centralismo, la eliminación de los viejos fueros condenaron a la ciudad... pero todavía había cosas peores. Alcalá, modelo de ciudad universitaria para el nuevo mundo, en un mundo colonial basto perteneciente a reyes ineptos y de súbditos que se morían de no comer se convirtió en una pobre ciudad rural de edificios ruinosos: como lo fue toda la España finisecular. Una ciudad donde solo mandaban cuatro: el cacique, el cura, el médico y el boticario. Los que se reunían en el casino a jugar al Mus en el Casino, para hablar de regeneracionismo, pero no mover un dedo, en verdad ! Con lo bien que sabe el anis y el Brandy!A lo lejos, desde el cerro del Ángel, se divisa el caserío, que se derrumba, de cúpulas decrépitas, de relojes parados, de torres caídas y espadones sin campanas. Al atardecer, los braceros hastiados de la siega -su única temporada de trabajo- acudían de los campos; y las mejores familias paseaban por la calle del comercio. Las mujeres con sus vestidos de tul, sus encajes, sus corpiños, sus sombrillas y sus monederos colgando, compran roscas de Alcalá en las tiendas y son chicoleadas por los militares de repmplazo que ahora ocupan los hundidos edificios. Los señores, en el casino, aburridos, juegan al mus y, recostados en sus sillones, hablan de política cuales Menéndez y Pelayos: mucha palabra y pocas soluciones para una España que lleva el paso de un carro. La única industria que hay en esa Alcalá que visitó Unamuno es una fábrica de ladrillos, parada casi todo el año. Mientras, los labriegos, los braceros y los obreros sin trabajo están lampando, mientras las viejas que mean de pie, buscan algún gato o rata para hechar al caldero. Se va haciendo de noche. Llegará la noche. Y la tormenta. Las sombras de “el Viso” dejan la alicaída ciudad, otrora brillante, en penumbra. Alguna vez, algún carro, entra en la ciudad a esas horas y un perro en sus calles, empedradas con cantos redondos, ladra solitario. ¿Qué era España en 1898? Se preguntan todos con tristeza. Las viejas monjas en sus conventos, el ejercito acuartelado en viejos colegios que se caen y las putas. En Alcalá de Henares, mi Álcalá, putas, monjas y militares. Nada más quedaba. Alcalá de Henares: reflejo todo de la España toda, que sufre y llora. Las monjas, con sus garrapiñadas, rezan en los conventos. Sus jóvenes sin dinero para pagar su excedencia, también: es el sorteo de quintas, y los ejércitos se baten en Cuba, en África, y en Filipinas, luchando por una España que nadie sabe lo que es ya. Los que fueron subditos del rey de las Españas, se aburren sin nada que hacer, y sus estómagos vacíos, claman por las tierras circundantes muertas con el afán de trabajarlas Las viejas, en el camino de Guadalajara o de Madrid, se calientan vendiendo a algún despistado transeúnte sus dulces almendras.

martes, 2 de diciembre de 2008

No por nada


Fotografía de Samuelson


Son necesarias algunas precisiones en materia económica; por ello, se hace preciso que en momentos de incertidumbre económica, como el que vivimos, hablemos de economía. El objeto es que nos aclaremos algo en todo lo que ocurre, so pena que andemos perdidos. No es tiempo, tampoco, de ser agoreros: pero si de tener conciencia, de alguna manera, de lo que está ocurriendo. La economía es una de las ciencias prácticas más útiles que hay. Es cierto que ésta es muy críptica: abstrae conceptos de la realidad, a las que llama variables, y las analiza, a través de métodos estadísticos que se llaman “de regresión”. Ciertamente: es difícil su comprensión, pero no conocer como se influyen entre sí, hace que tengamos menos apoyos para interpretar “la realidad”. Intentaré no mostrar los Bíceps de la terminología opaca: intentaré ser lo más claro posible para ser comprendido por los profanos. En mi vida de observador de la realidad socio-política, y por ende económica, no había vivido una situación de la economía como la que ahora vivimos. De ahí su importancia. No habíamos visto, nunca, la vuelta al keynesianismo de las políticas económicas. Eso es lo que ocurre ahora, porque las circunstancias vuelven a ser similares a las de 1929. Y es para alarmarse: La política monetaria, la de los monetaristas, sirve de bien poco, pues aunque se insufle dinero en el interbancario, la falta de confianza por “la economia real” hace que el dinero se quede en las cajas fuertes de los bancos – la misma trampa de la liquidez que en 1929-. Aunque no perdamos la calma. En economía “los precios” están relacionados: que suba el precio de las castañas y baje la demanda de casas rurales, por ejemplo: La gente se queda, velis nolis, en casa asándose unas castañas. En fin: los políticos y sus asesores, economistas, están optando por políticas de la demanda. Esto es, incentivar la economía en base a gastos públicos, para que el motor no se cale. No sabemos en que acabara todo esto, pero la recesión mundial a la que nos acercamos parece morrocotuda. Si no, los gobiernos todos, no volverían a Keynes de esta manera. Si es posible que estas medidas sean las únicas que se sepan utilizar de alguna manera, por haber experiencia en ellas. Y solo gobiernos progresistas están legitimados, por principios, para ponerlas en marcha. Aunque no hemos de olvidar que gobiernos conservadores han usado mano de puro Keynes en muchas ocasiones: Ronald Reagan y Bush, por ejemplo. Estos usaron, en la celebre elección entre “cañones y mantequilla”, por los cañones. Esas decisiones de “política económica” es el punto de encuentro entre la política, la economía y la moral, que tanto me empezó a interesar hace años. Parece ser que, en España, parte de esa inyección de gastos públicos irán a parar a los ayuntamientos, como modo rápido de inocular “dinero publico” a la población, para que se produzcan efectos multiplicadores: El ayuntamiento tiene dinero, contrata a gentes para obras, y estos consumen y compran con ese dinero. Debemos hacer un “buzón de sugerencias” local para articular, a la vez, esos dineros en cosas útiles y consensuadas, de ahí la importancia de la talla moral que tengan nuestros regidores. En fin: estos “dineros públicos” no salen de la chistera. Con ellos se endeuda el futuro, aunque ahora, a diferencia de tiempos pasados –como durante los gobiernos de Felipe González- , los tipos de interés puestos a la deuda pública, son dispuestos por el BCE. Los “déficit públicos” son un coco para los tipos de interés, tal y como propugnaba la zambomba liberal, pues, para el futuro, ayuda al ahorro y desincentiva la inversión, al preferir el inversor “Deuda Publica”, siendo el estado quien pague los intereses. Todo depende de que lugar del PIB se encuentre la economía española: por debajo de su potencial o por encima. Muy posiblemente la economía española tiene problemas estructurales endémicos de muy difícil solución y puede que la clave toda se encuentre en el sector energético. En fin, no se sabe que pasará y habrá que estar a la expectativa; en cierta manera apoyo que sea un gobierno socialdemócrata quien adopte estas medidas. Pues son medidas que no casan con un partido conservador que, aún antes del debate sobre las medidas económicas de Zapatero, como escuché en la radio, seguían propugnando la bajada de impuestos para las rentas más altas y no echar mano del déficit –nuestro colchón de seguridad-. Si se tomasen estas medidas que propugnan los partidos conservadores haría presagiar un gripazo de padre y muy señor nuestro que postraría a la economía española en cama por algunos años. Hay que empezar, otra vez, los “cuadernos de economía” española, para ver como van las constantes vitales de este enfermo: y ser muy prudente en las medidas. Nunca, como en el día de hoy, un ministro de economía ha sido tan importante. Me congratulo, por ahora –luego ya se verá-, que sea Solbes, sinceramente. Otra medida, aunque aquí en gobierno de España ya casi nada puede hacer, salvo salirse de la zona Euro, para poder tener política monetaria propia, sería hacer una política monetaria expansiva muy fuerte por parte del BCE, emitiendo dinero a mansalva, para estimular la producción y los precios. !Si los precios! porque el problema, uno de ellos, de la economía española se encuentra en el endeudamiento familiar. Una política fiscal, junto a una política monetaria expansiva, se hacen necesarias: porque el problema gordo al que nos enfrentamos es a la deflacción . El gobierno, actualmente, solo puede hacer lo que hace: política fiscal del Gasto Público. Suponemos que el PP haría mucho menos. No haría nada: no por nada, sino porque, precisamente, esos son sus principios en materia económica. La política económica del PP es la del juego de la silla. A dar vueltas alrededor de una sillas y los que se sienten los primero ganan: partiendo con la ventaja de que unos, los gordos, dan vueltas a las sillas y otros, los pequeños, dan vueltas a los gordos, con el culo al aire y bajandose los pantalones. Así ha sido siempre. Por los siglos de los siglos.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Ser de izquierdas


Tengo en mis manos el libro del añorado Eduardo Haro Tecglenser de izquierdas”. No tiene nada de particular ello, pues hace años que está en mi biblioteca, junto con su muy leído “diccionario político”. Los he puesto sobre la mesa, mientras escribo en estas noches valxeritenses. No es el afán de justificar tal postura política que, como todos sabemos, nació, como la derecha, de estar en postura sentada. Sentada en las primeras cámaras “nacionales” representativas del “pueblo”. En fin, no es cuestión de acudir a la propia definición de Tecglen, si no, más bien, intentar expresar del porqué se “es de izquierdas”, al menos del que esto escribe. No es tanto una justificación, pues no necesito justificarme ante nadie de nada, si no más bien, de la reflexión necesaria hacia la que, cada cual, debe llegar. Parto del presupuesto de que hay muchos que reflexionan sobre la política en muchos sitios que han quedado como un gramófono viejo. Parece tontería. Pero no lo es. Todavía truenan los viejos debates entre los que yo creo que ya son viejos, y que parecen los viejos argumentos de requetés, falangistas y nacional-católicos variados, pero en plan boina y chaqueta de cuadros. Unos no son tan mayores, sino herederos, habilmente moldeados. Otros son aquellos hombres admirables que hicieron la Guerra, que el paso del tiempo les está llevando a casi todos ya al cementerio. Siento un estremecimiento cuando hace años aún se les veía, con sus calladas y sus boinas tomando el sol. Madre mía, me decía, estos hombres hicieron la Guerra. Parecía increíble. Más interesante eran escucharles sus reflexiones sobre la política sobre lo que “es la derecha” y sobre lo que “es la izquierda”. Efectivamente, escuchándoles uno llega a comprender como se llegó a aquella confrontación. !Vaya cabezas más duras y más huecas que tenían! Todos hemos visto la versión oficial del régimen, y el guión de la película Raza, es explicito: de Guerra de hermanos contra hermanos, que vinieron a romper la célula social que Dios manda: la familia. En fin no soy ajeno a todo ese viejo discurso, comentarios, y aberraciones, tales como ese que figura en un vídeo que he visto recientemente de cierto pueblo donde aparece, hoy día, hablando un hombre rural, aún de la “Reconquista” que supuso la cruel guerra civil. Esos son algunos de los herederos. Otros están en lo más alto. Me niego a ese discurso que, como digo, suena disco de vinilo en gramófono viejo. Espero que se respete mi postura, como yo respeto las otras, aunque, claramente, no las comparta. Mi “toma de conciencia” como “ser de izquierda”, no vino por la postura marxista de tomar conciencia de proletario. Esas son también viejas cantinelas, en parte que se retrotraen a la juventud contestaría, y admirable, de los 60 y los 70. A los viejos, creo yo, la cantinela de ser de izquierdas o de derechas, les era más sencilla. Y se basaba mejor, en este país, la expresión “No me mees encima y me digas que está lloviendo”. A los que meaban hacia el lado derecho, se les llamó izquierdas, a los que meaban hacia la izquierda, se les llamó derechas. Y se dieron la de Dios es Padre. O la del pulpo. Para no herir susceptibilidades. En fin, que mi toma de conciencia vino, como digo, por la reflexión jurídica, cual es mi formación. Y por la reflexión real de cuales eran, de veras, mis raíces: sin tomaduras de pelo. El ser hijo de emigrantes extremeños y andaluces puede ser una explicación. Pertenecer a familias que trillaban, que segaban, y que araban con yuntas, para años después, emigrar a la ciudad para convertirse en cuellos azules, obreros industriales según la terminología de la sociología industrial. Obreros que han aspirado durante muchos años todos los tóxicos que produce una fundición. Puede ser, es cierto, una forma de una “toma de conciencia” proletaria, y quizá pueda retractarme de lo que he escrito más arriba. Pero para la toma de conciencia fue necesaria, previamente, la reflexión jurídica. Hay que tener en cuenta que adsorbí la postura de determinados estudiosos del Derecho laboral, tales como Antonio Baylos, Ojeda Avilés – y su Derecho Sindical, donde reza su deseo de un país sin caciques y oligarcas – o Fernando Valdés, que sostienen la postura de la naturaleza “dependiente” de las relaciones de trabajo. Esto viene a significar, claramente: unos tienen la sartén por el mango y otros reciben los sartenazos. Automáticamente me decidí por lo que a mi me parece más heroico: limitar “el poder” de los que tienen la sartén. Y los que tienen la sarten, siempre, son los que tienen el Dinero. Por ello considero que la postura moral y política que está bien, es esa. Por ello la defiendo. Hay algo, bueno muchas cosas, que no he añadido, en esa "toma de conciencia". Es lo siguiente: Muchos somos los que hemos venido al mundo tras la muerte de Franco, y, por ello, desde el principio fuimos una generación un tanto diferente a las anteriores, las cuales habían vivido una guerra y una dictadura. Nuestra infancia y juventud pasó en un ambiente, quizá, diferente, y no eramos conscientes del todo de las profundas heridas que arrastraba la sociedad española. Fuimos la generación de "la bola" y aquel ambiente, para muchos "moderno" fue nuestra conexión con el mundo. Yo recibí educación en colegio público y, por fin, los que éramos hijos de obreros, trabajadores y campesinos, abarrotamos la Universidad; no sin cierta complacencia de misión cumplida. Luego llegó lo que Javier Tusell llamó "el Aznarato", la segunda legislatura de J M Aznar, y volvieron los antiguos fantasmas a volar y que para nosotros fueron nuevos. Yo había estudiado economía y percibí claramente la zambomba neo-liberal que se batía. Lo de Aznar fue el acabose: volvieron los que nunca se habían marchado. No voy a dejar aquí juicios de valor sobre aquel periodo de la historia. Pero, efectivamente, Aznar fue mi toma de conciencia, en parte.

viernes, 21 de noviembre de 2008

!Son los nuestros! !Son los nuestros!


Corría el año 1936, y los que quedaban en Madrid, alrededor de 1.000.000 de personas –si no me equivoco- se parapetaban para repeler el ataque del ejército “español”. Corre el año 1996. Un muchacho joven, de unos 21 años, recorre la avenida de la Ciudad Universitaria. Acaba de salir por la boca del Metro, frente a la Facultad de Medicina y Farmacia; lleva unos walkmans y va escuchando radio inter-economía: la radio de los negocios, la del directivo, la de los salvapatrias. Es muy temprano. No serán ni las 8:00 de la mañana. La voz del locutor suena anodina, relatando la letanía sobre como había cerrado el Nikkei y que expectativas había para el IBEX 35. El día está frío. Los edificios se advierten nebulosos, por una niebla húmeda que los envuelve. El joven mira a su derredor: Ciudad Universitaria. Sector: Facultad de Filosofía y Letras. Desde los cuatro caminos se dispone una batería de gran calibre que de forma machacona martillea el campo, dejando grandes socavones de tierra en cada zambombazo. Las ráfagas de las ametralladoras barren el espacio circundante. No hay un frente definido. Subiendo hacia filosofía las columnas franquistas se apostan sobre los pinos ennegrecidos, con el fin de tomar la Facultad. Desde las ventanas, francotiradores abren fuego a discreción sobre los que suben la loma donde hoy está la Facultad de Historia. El fuego de mortero es constante. Una columna de requetés ha quedado aislada a 300 metros, en la hondonada, y son masacrados en pocos minutos a base de bombas de mano, aunque el fuego cruzado es muy intenso. Por cada metro que se avanza, por cada palmo de tierra, caen abatidos muchos hombres. Los edificios humeantes que se divisan se tienen en pie milagrosamente. La artillería franquista lleva dos noches sin cesar machacando las defensas, que resisten milagrosamente. La plaza de filosofía, llena de alambradas y zanjas, sirve para transportar los heridos al hospital de campaña, situado en la cafetería de la Facultad de Derecho. Cafetería donde, cada día, nuestro joven toma café. Franco ha cometido un error de bulto. Ha querido entrar a Madrid por Extremadura, en vez de envolver por la Carretera de Barcelona o cortar la Carretera de Valencia. Ha tomado esa, en apariencia, inexplicable decisión. Sus razones tendrá. En la casa de campo, El puente de los Franceses, el Manzanares y Ciudad Universitaria se convierte en un infierno inimaginable Una batalla por Madrid horrible, donde unos españoles están matando a otros. A un lado, un pueblo soliviantado, al otro un ejército, el español, entrenado, experimentado, jerárquico y adiestrado. Los carros blindados L 3/35 han combatieron duramente para tomar Villaverde y, en especial, el Cerro de los Ángeles, lugar donde la artillería “nacional” va a machacar su capital: Madrid. Los tanques, carros ligeros, zapadores se despliegan por todo el oeste, en un toma y daca sin cuartel. Cada metro es un suplicio. Cada loma de la casa de campo está sembrada de cadáveres, y las ráfagas zurran por doquier y barren el camino por donde han de pasar los blindados. Los días son brutales, encarnizados, sangrientos. Se plantea una defensa numantina y desigual, pues por el espacio aéreo solo sobrevuelan los Heynkel alemanes, que está masacrando a la población, que trata de resguardarse en el metro. Todas las calles madrileñas son calles de cristales rotos. No hay lugar por donde no se pisen cascotes. La Facultad de Farmacia, la Facultad de Medicina, el Hospital Clínico, La Facultad de Filosofía están siendo duramente ametralladas. Los del ejército “español” entran en el Hall de Medicina. Desde la segunda planta, los no menos españoles, ayudados por alemanes e italianos, arrojan bombas de mano, y entre los escaños de las aulas se baten cuerpo a cuerpo. Los que defienden el sector de el puente de los franceses reciben un aluvión de bombas alucinante. Es un lugar estratégico. Allí solo que combate a muerte. Trincheras, búnkeres parapetos rodean Madrid. Las democracias occidentales han dado de lado a los españoles que defienden la República. De repente, la gente ve volar un avión bajo y extraño que no conoce. Persigue a un Heynkel. Se pone a cola. El Heynkel empieza a emitir una espesa humareda negra en chorro y el aparato se incendia, estrellándose unos kilómetros más allá. La gente, llorosa, mugrienta, despavorida grita: ¡Son los nuestros! ¡Son los nuestros! Solo los rusos acudieron en ayuda de Madrid. ¿Dónde estaban las democracias? El joven vuelve a la actualidad, pues un autobús, que recorre la línea desde Moncloa, le pega un bocinazo. ¿Los nuestros? ¿Quiénes son los nuestros? Dios mío. Los de Madrid. Lo comprendió entonces.

martes, 18 de noviembre de 2008

La Restauración y el clientelismo: ¡Si señor, mande Ud.!


Me gustaría hacer una encuesta sencilla. ¿Cuántos son de derechas por el clientelismo? Los que conocemos de que va “la política” en entornos rurales, sabemos en que consiste la cosa. Es nuestro deber de ciudadanos denunciar todos los usos que de forma inveterada y con profundas raíces históricas pueden, aún, perdurar, convirtiendo en carpetovetónica y castiza la política. Por lo menos: denunciarla. El fin es que la política la hagan los ciudadanos. No otros.

Se llama clientelismo a ese sistema de la Restauración, sistema eminentemente rural, en virtud del cual se decía que se es "de derechas" para “agradar” y recibir "favores". Los que sean de derechas por el clientelismo que levanten la mano. No lo harán. Son pragmáticos: siempre van al sol que más calienta. Son estos que van y se acercan con la cabeza semi-agachada -aunque ya se va más en plan amigote, en plan besa botas-. Nuestras raíces hispanas y políticas navegan en un proceloso mar de “amigismos” y red de favores; una forma de “mafia” caciquil que hay que limitar, aún se dé de forma cada vez más pequeña. Si estas actitudes no se eliminan del todo la convivencia democrática se ve muy afectada y, en vez de constructiva, se convierte en destructiva. Tenemos ejemplos más que suficientes para luchar contra tal estado de anti-política.

Ejemplo de caciquismo finisecular y tres primeras décadas del siglo XX.

- Mire Ud. Sr. Don, que a mi hijo me le mandan a la Guerra, y yo como ud. sabe, soy de derechas, humilde pero de derechas, como usía. Haber si me aborraban al hijo.

- Hombre, hombre, no tenga cuidado, no tenga cuidado. Que aquí sabemos que usted es de los de orden y ley.


- Quien era.- le preguntan, desde el despacho, una vez abandonado el señor humilde "de derechas" que con la boina en la mano acudía a pedir los “favores”, al Sr. Don.

- Nadie. Kico "el cagajuerras", para que no le enviemos el hijo a la Guerra.

- ¿Es de orden?

-Parece que sí

-¿Es cristiano?

-Por misa no se le ve mucho, pero no parece mala gente.

- ¿Es de los que se queja por el jornal?

-Poco, poco.

- ¿Es bien mandado?

- Cumple siempre… no como otros…

-Bien: llame a la Diputación y que le borren de la lista de reclutamiento.

Al otro día en la calle, cuando los campesinos se apuestan en una solanera, o cantillo, a la espera de que les llamen al jornal.


- ¡A ver! – canta el capaticillo (hombre adiestrado y bien domado por “los amos”) : ¡y, por último: Kiko “el cagajuerras”, Eusebio el “agarrapuercos” que vengan también!

. Si, señor…. Mande Ud.


Huelga decir que Kiko "el cagajuerras" y Eusebio "el agarrapuercos" serán prudentes y de derechas. Hombres de orden. Si señor: bien mandaos.

Los ciudadanos exigimos el cese inmediato de todas esas actitudes. ¡No más caciques! !No más Oligarcas!

Vuelve Keynes


Corría el año 1992. La referencia en las escuelas de economía, por aquellos entonces, era Mario Conde. La cultura del pelotazo, los ejecutivos agresivos, con casco y moto, los calcetines tipo panty, la hoguera de las vanidades, el dinero fácil, los seniors executives, las armas de mujer y Wall Street imperan. Los del Opus, a su vez, abren sus escuelas de negocios, masters, el ESIC el IE señaladamente. De ellos se van a nutrir sus empresas en redes de amigotes. Lo que triunfa es el marketing y la mercadotecnia. La moral del directivo y del dinero. Atrás quedaron los peinados de los 80 de las chicas, que hoy nos causan tanta simpatía. La caída del muro de Berlín, el fin de las ideologías y, por tanto, de la Historia, y “los liberales”, en lo económico, hacían legión. En lo económico tan solo. Que en lo moral, en especial en España, donde las familias del Opus, beneficiarias del desarrollismo -por ser ellos sus partícipes-, seguían tan rancios como siempre. El tolón tolón liberal y que en España suena al coro de los niños cantores del Pardo, a colegios religiosos a donde van las elites todas, así como muchos otros niños que no lo son, ni lo serán -siempre es beneficioso que haya gentes que besen los pies a otras-. Gentes humildes, algunos criados en chozos, que les da, no sé porqué, por llevar a sus hijos a colegios bien y a seminarios doctrinarios: con los buenos colegios públicos que hay. En Inglaterra: la dama de Hierro. En los USA: Ronald Reagan. En España: Felipe González. Según la Revista Tiempo, y otras muchas, pertenecientes a la Obra, contaban el chiste: Con Felipe, todos a pique. Buen chiste, si señor, que causaba buenas risas a mis amigos de la derecha, algunos de los cuales criados en camastros de helechos y educados con la enciclopedia Álvarez, en todo caso, y como mucho. Otros, hijos y nietos de tenderos, habituados a tener perras, para quien todos los demás somos vagos. A los que les contesto, poniendo el dedo en posición erecta: sube aquí y pedalea. En aquel año, la crisis económica hacía que muchos golfetes del botellón estuviéramos en los aparcadoiros de las Universidades y, los fines de semana, ¡a Cáceres!. Ciudad patrimonio de la Humanidad repleta de estudiantes. Estudiantes que ibamos en tropel, pian pianito, a la plaza: con bolsas de plástico, vasos de picnic, botellas de pachanga, Whisky y Ron. ¡Cómo lo pasábamos! En Económicas triunfaban los monetaristas, y bastaron dos años de ajuste para cumplir los requisitos impuestos por Maastrich, para que los sones de radio intereconomía nos metieran el sonsonete de la teoría económica neoliberal. Eso y, como no, los escándalos oreados por quien no tenía el poder para que, una vez conseguido, obrar del mismo modo, y beneficiar a sus amigotes, reduciendo a mínimo la inspección fiscal, por ejemplo. Lógico, si el secretario del ramo compartió el aula con el director del ESIC. Algunos disfrutamos con las clases del profesor Sosa, director de tesis del jugador del Madrid Manolo Sanchís, y sus ratios de apalancamientos financieros y de solvencias a corto, donde aprendimos a ver un balance y, de lejos, el problema financiero de Rumasa y del Real Madrid. La imagen fiel del patrimonio. Sí si: La del patrimonio de sus corifeos residentes del barrio de Salamanca. la “beautiful people”. Barrio pudiente madrileño a donde acuden, por el entonces, “las chachas” honorables de Leganés y Parla, entre otros sitios, a criarles los hijos. Hoy día bastión de la Espe. Solo había un problema: muchos aprendimos la maquinita de Keynes. No cabía otra. Es el ABC de al economía, pero en plan progresista. Lo primero que se aprendía en económicas era “la trampa de la liquidez”, el new deal y la introducción de Gastos Públicos para incentivar la demanda agregada. Por aquellos días Keynes estaba acabado: el Déficit público, argumentaban los liberales del cristianismo heredero de Felipe II, hace que los tipos de interés sean altos. Era el tambor de Aznar. Tambor de la FAES que hoy suena a tambor roto. Como el soniquete del concurso de sobremesa cuando el concursante falla la respuesta. Chafados: Keynes vuelve. Samuelson pide a Obama que insufle la economía a través del gasto Público, y que, en tiempos como éstos, no pensemos en el déficit. ¿Qué dicen “los liberales” sobre todo esto? Callados como putas. Y los que somos simpatizantes de los filósofos de la “escuela de Francfort”, con Habermas y Adorno a la cabeza, nos partimos de risa: llevábamos razón desde 1992, cuando nos poníamos tibios en la plaza de Cáceres en fines de semana locos.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Reflexiones sobre “lo de Bolonia”: misión de la Universidad.



He estado comentando en otros foros mis reflexiones sobre lo que ha venido en llamarse, en el ámbito estudiantil, “lo de Bolonia”. He de señalar, para quien no lo sepa, que las entradas de mis noches valxeritenses no nacen, de modo expreso, para ser vertidas en ellas. Por regla general son fruto del debate en otros foros. Suelen ser una parte de mis reflexiones. Soy de los que considera, con Ortega, que cuando se habla se habla de “uno” para “otro”, y que ese “otro” varía según las “circunstancias”. En este caso el debate se establece con Marcos Santos Gómez, profesor de la Universidad de Granada de filosofía de la educación, al cual agradezco sus intervenciones. Por tanto, con el fin de recoger lo que digo, y pienso, en diferentes sitios idee este blog, para que no quedara perdido lo que escribo por allí. Al tanto de “lo de Bolonia”, extracto lo que sigue: Estoy pez sobre “lo de Bolonia”, por ello leeré: a ver si me aclaro algo. Ahora bien, antes de saber algo sobre esto que los escolares cuentan de ir a la huelga, y al preguntarles sobre por qué motivo, te espetan: “por lo de Bolonia” , y se quedan tan panchos, reflexionaré sobre la Universidad y el espíritu crítico y el fundamento moral para participar, o no, en dichas movilizaciones. En especial argüiré sobre que sobre “el espíritu crítico”, y el poco fomento que se hace de él en numerosos lugares: la Universidad entre ellos. Aunque agradezco que haya profesores, como es el caso de Marcos Santos Gómez, que así lo hace. Esto de no darle a la cabeza de un modo adversativo, y crítico, entre los jóvenes me está resultando, a mi particularmente, bastante molesto: máxime si el lugar donde debería hacerse no se hace. Yo llegué a una conclusión, posiblemente equivocada, que consistía en que en la Universidad no se enseña a pensar. Pensar consiste en tener espíritu crítico: leer para contradecir lo que se lee. De hecho así se ha desarrollado la filosofía. Es cierto que doy por hecho que una vez, en los departamentos y tras las tesis doctorales, si se empieza “a pensar”, y en grado sistemático, gracias, creo yo, a que se escribe. Animar a los alumnos a leer, pero sobre todo a escribir, es uno de los mejores ejercicios filosóficos que se pueden hacer. Este de los blogs es una buena manera, pues copia el modelo filosófico de pensamiento: el diálogo. Aunque adaptado a nuestro mundo. La crítica que sostengo es que a “los alumnos” de un modo genérico – y por regla general- no se les incita a pensar: a contradecir lo escrito o pensado por otro. Se exponen sistemáticamente las ideas por alguien expresadas y, después, estas ideas se deben volcar a un examen escrito que suelen ser una birria. No sé qué dirá Bolonia sobre esto, ni como se adaptan a la barbaridad que supone no crear espíritu crítico y, en especial, las ganas ingénitas de saber sobre el todo en general, y no sobre cosas en particular tan solo. Porque esto del “pensamiento único” tiene relación con esto que digo. Por mi pasada experiencia advertí como alumno que la Universidad se machacaba a aquellos alumnos que son incapaces de memorizar textos, pero que sí eran capaces de ponerlos a parir, argumentando contra ellos con razonamientos interesantes. Uno de las obras que trataron sobre la educación universitaria fue “Misión en la Universidad” de Ortega y Gasset; sería interesante debatir como esta regulación de Bolonia se adecua a lo que Ortega señalaba allí y en otros escritos. La “barbarie de especialísimo” fue una de las reflexiones más conocidas de Ortega, en ella argüía contra la formación en “especialidades” cual daba lugar a especialistas que saben mucho sobre muy poco y que no saben nada sobre todo. Eso era, según Ortega, una barbaridad que daría lugar, ante la falta de “Universidad” en el conocimiento, que las opiniones sobre todo fuera hecho por bárbaros especialistas. Es el mal de una Universidad sin humanidades y, vaticinaba, la sociedad gobernada por las masas y, en último término, por los necios. El caso de Bush puede ser paradigmático, como en otro tiempo fueron los Lenin, los Hitler o los Mussolini. Pero es que lo que debemos negarnos de redondo es a cosificarnos, como nos enseña Kafka, y ser engranaje de una sociedad funcional. Las relaciones de Poder tienen mucho que decir sobre porqué este problema, llamémosle así, que en la Universidad se produce. Yo no se si Bolonia tiene en cuenta esto, o si promueve el barbarismo o, en cambio, defiende una “Universidad” que sea tal y no “particularismo”. Y el tipo de personas que va a formar. Una Universidad que rechace el humanismo va aviada. La película de Robert Wiene, el Gabinete del Doctor Caligari, es muy esclarecedor sobre todo esto que hablamos, porque supone una reflexión sobre “la verdad” y sobre “la manipulación”. Después de leer algunos artículos de periódico sobre “lo de Bolonia”, comento los siguiente: La “libertad” y “el libre pensamiento” son una de las más difíciles actitudes de los humanos. Puede parecer fácil, pero sabemos, de verdad, que no lo es. Este es un privilegio de muy pocos -pero que muy pocos- escogidos. Uno de mis libros de mesilla es Introducción a la Pedagogía de Fritz Martz. Esta autor señala, poco más o menos, que el objeto de la educación es “la libertad”: la trasformación de los que aún no son libres en libres. Bellas palabras. Los Antropólogos culturales han estudiado como la “Universidad” se constituye en un elemento más que sirve para reproducir el entramado social de Poder en nuestras culturas plutocráticas. Soy muy escéptico y pesimista: tengo una visión muy negativa del ser humano. Y así todo: lo amo. Nuestras sociedades son plutocracias, como señala Saramago. Ellos son los demiurgos de este mundo. Los demás: marionetas movidos por sus hilos. El espíritu crítico consiste en abrir los ojos y, buenamente, pegar un puñetazo en la mesa. ¡Pero bueno! ¡Ya está bien! ¡A mí no me la dais! Pero, ¿qué se necesita para ello? Una cosa: independencia económica. No depender de nadie. El que no “depende” de nadie es el único que habla libremente. ¿Cómo se come eso? ¿Cómo crear instituciones que conjuguen dos cosas: la “Universidad” y la “Libertad? Es muy complejo. En España la conjugación de estas palabras vienen de lejos: Giner de los Ríos es uno de sus exponentes y su “Institución Libre de enseñanza” la creación de una institución que trató de conjugarlas, en su espíritu regeneracionista. Él estaba hasta el gorro de que su trabajo fuera dependiente del socaire político. La Universidad española anduvo así mucho tiempo, y los ejemplos de Unamuno o Zubiri son ejemplares. Ahora bien cómo conseguir, según mi opinión, conjugar “educación”, “espíritu crítico” y “libertad”, para que la educación sea digna de ese nombre. De una manera: que los alumnos sean el centro de dicha institución. Si esto no es así: los plutócratas están moviendo los hilos. Revelarse contra ello es moralmente admirable. Si “lo de Bolonia” consiste en crear una Universidad al servicio de unos “ajenos” (llámese “sociedad” o “empresa”) lo que está bien es actuar contra ello por amor propio. Yo no quiero decir que la sociedad, o la empresa, se beneficien de lo que la Universidad debe crear –hombres libres-, sino que la Universidad debe centrarse en sus alumnos. Todo lo que no sea así es incorrecto y, por tanto, es un deber protestar. Dar el puñetazo en la mesa. Pocas han sido las instituciones Universitarias libres, que yo conozca. Aún así, se podía debatir, como es posible que, aún así, la Universidad haya tenido tanta relevancia social. O si no la ha tenido. O si sí. La vetusta universidad cisneriana, durante la vida de su fundador, es uno de los pocos ejemplos que conozco de libertad. En ella mandaban los estudiantes, gracias al respeto a que su fundador se granjeó, y por ello fue motor del humanismo cristiano, la reforma y el renacimiento en España. De veras fue una universidad libre, aunque por poco tiempo. ¿Qué Universidad queremos? ¿Qué tipo de ser humano se quiere crear? Pero, más importante, ¿Qué clase de persona queremos ser? ¿Queremos ser libres? Pues a la faena.